sábado, 29 de septiembre de 2012
Nuevo libro de Guriezo
"Dicen que para ver mejor el futuro de los pueblos hay que encaramarse en su pasado. Por eso, he buscado en las raíces de este valle, para ahondar en la historia, usando como herramienta la escritura costumbrista; en ella encontramos la mejor calle para llegar a la mejor plaza.
Que estos retazos sirvan para rendir el más entrañable homenaje a las gentes que nos han transmitido, con su sabiduría popular, las raíces y recuerdos de este valle oriental de Cantabria. Y, sirvan también para que los jóvenes conozcan un poco mejor su pueblo y, los menos jóvenes, si como dicen, recordar es volver a vivir, viajen al recuerdo y vivan otra vez, con alegría, sus mejores momentos de "hacer pueblo en Guriezo". Y, para los amantes de la cultura que no conocen este ¿valle o paraiso? que disfruten con la lectura y luego, convertiddos en viajeros, se adentren en el Real Valle de Guriezo, remanso de paz y fuente inmensa de cultura".
Jesús García Pérez "Garper"
La Nogalera: Ferial, Taurina y Bolera
(Agradecemos a José Luís Aparicio que nos enviara el artículo para poderlo subir a este blog)
LA
NOGALERA: FERIAL, TAURINA Y BOLERA (SECUENCIAS Y PERSONAJES DE UN TIEMPO)
Desde
hace más de 100 años el emplazamiento de
La Nogalera ha supuesto un atractivo singular para todos los ampuerenses, al
aglutinar diferentes actividades que han
hecho de su entorno una seña de identidad propia.. Por ello, cualquier amante
que se preste de las tradiciones y
costumbres de nuestro pueblo, en alguna
ocasión habrá tenido que visitar este reconocido enclave.
Hablar
de La Nogalera es remitirse a la historia contemporánea de nuestro pueblo,
donde hemos podido disfrutrar durante muchas décadas de prácticas tan dispares,
pero ilusionantes, como es el noble
deporte del pasabolo, las grandes
citas taurinas y sus tradicionales exposiciones ganaderas, dentro de un espacio único. No obstante, éste
ha estado obligado a soportar diferentes avatares, como son las fuertes
crecidas e inundaciones provocadas por sus ríos anexionados, quedando anegado
su entorno y aledaños, y en ocasiones
acudiendo al rescate de alguno de los moradores del viejo edificio
taurino (por su intensidad recuerdo los años 76,78, 83).
Las diferentes propuestas y acuerdos favorables
alcanzados en sus orígenes por el consistorio local, hicieron posible que
bolera y coso taurino unido al recinto ferial,
hayan podido convivir en el tiempo en este mismo lugar, llevando una vida paralela y unida.
Entre
las viejas hileras de plátanos de La Nogalera,
se han sustentado los amarres del ganado durante décadas, convertido temporalmente en
recinto ferial, exponiéndose en este
inmejorable marco el ganado vacuno más selecto
de la Comarca del Asón y Trasmiera, y que tradicionalmente se daban cita
con carácter mensual -1er. sábado de més- (en ocasiones más de 1.000
cabezas), compitiendo por entonces con otras ferias apreciadas de la
región destacando, Ramales, Orejo, Beranga, Solares, Torrelavega. Recordar a
los tratantes de ganado de la época que
concurrían (mencionar cariñosamente a Los Murriatos de Espinosa, Sindo Abascal, Los Larrauri “Lucía la coja”,
Manolín Sisniega, Manolo “El garito” de Bustablao y otros muchos), gente
experimentada en las artes de la compra-venta de ganado que con un apretón de
manos zanjaban una operación -a veces
difícil, pero nunca imposible-. Este impacto
por las transacciones comerciales, el mercado tradicional semanal y
otros aspectos favorables, supuso para nuestro pueblo durante años un importe
impulso económico y esplendor comercial,
donde llegaron a concentrarse en su arteria principal diferentes gremios y negocios ( zapaterías,
ferretería, peluqueros, perfumerías, carnicerias, mercerías, confección y
textiles reconocidos, restaurantes-cafeterias y hotel, confitería, despachos
lácteos, ultramarinos, servicio
telefonía, entidad financiera, joyería-relojería, marmolería, carpintería,
almacén maderas, funeraria..) por lo que este espacio llego a denominarse en un
tiempo la Calle del Comercio (como en la
actualidad). Evidentemente eran otros tiempos.
Donde
alcanza su mayor reconocimiento popular La Nogalera procede de las ferias
taurinas y sus encierros, y como comenta
el historiador local Santiago Brera, la existencia de festejos taurinos y
boleras esta documentada desde la década de 1870.
Durante
esta dilatada historia taurina, tanto en
el albero de la vieja plaza como la nueva construida a partir de 1976,
han realizado el paseíllo ilustres espadas de las principales familias de la
tauromaquia nacional (los Ordoñez, Bienvenida, Vázquez, Esplá, Robles,
Aparicio, Ortega…..) además de otros destacados novilleros del momento, y sin
olvidar a nuestros matadores locales que por su arte y valía todos hemos
recordado en algún momento.
Por
mencionar una gran tarde en la Nogalera, en mi retina todavía permanece la
extraordinaria faena que presencié de un joven novillero de Palma del Rio. Se
llamaba Vicente Linares, y esa tarde lo hizo todo bién y triunfó, cortando a su primer novillo
las dos orejas y el rabo.
Hablar
de la antigua plaza de toros, es sentir
las vivencias de sus ocupantes. Fue
residencia durante años de una persona inolvidable que muchos conocimos; se llamaba Berto “El Vivillo” y
procedía del barrio de Cerbiago, siempre risueño y con arrugas profundas en sus
mejillas que delataban una vida en condiciones difíciles. El forma parte de la historia taurina del
viejo edificio de la Nogalera. Fue el inquilino fiel durante más de 40 años en
situaciones adversas, y una de sus funciones encomendadas era la de recibir
efusivamente a los mayorales encargados de desencajonar a los morlacos
procedentes de las dehesas, además de dar el pienso a los animales, y siempre
con una aptitud desenfadada de sobresaliente, lo que le provocó algún disgusto
con las reses. El supo sortear los
envites de las inoportunas crecidas del viejo
rio Sauga, saliendo airoso en todas. Estas inundaciones pudieron marcar
el inicio de los encierros actuales, al
tener que desalojar las reses bravas del recinto taurino a lugar seguro.
La
Nogalera como centro de reunión de muchas tardes del domingo, ha cultivado en
sus boleras un referente deportivo regional como es el pasabolo tablón.
Considerada en un tiempo como “la catedral” del pasabolo nacional, ha visto
crecer junto a sus carrejos a los mejores tiradores locales de su época (de
Ricardo Ateca hasta los Trevilla, Bibi,…) llegando a alcanzar muchos de
ellos la gloria.
Las
tardes en la bolera de Secunza, que regento durante más de 50 años (antes su padre)
resultaban amenas, destacando el coloquio animado en su cantina dentro de un
ambiente bolístico y también taurino, por encontrase situada en los bajos de la
antigua plaza de toros. Desde aquí agradezco su generosidad. -por tantos
porrones “de lo ricu”- y cariño
demostrado, enviando un fuerte abrazo a su familia por su perdida reciente.
Destacar igualmente otras virtudes profesionales de Manolo como fueron las que desarrolló en su
taller artesano, donde se labraron con
maestría en sus tornos las bolas y bolos que han hecho grandes campeones. El
ocupa un espacio destacado en la leyenda de nuestro pasabolo.
En
los grandes torneos y competiciones en la Nogalera (campeonatos de España,
desafíos Vizcaya-Cantabria por parejas, bola de oro….) -en algunos más de 2000 aficionados-, se
reunían apostadores ocasionales, quienes se permitían jugar las 25, 30, 50 y
más pesetas de la época ( por su habilidad y astucia recuerdo a José López
“Chelín” y Santos Abascal).
Sin
lugar a dudas el mejor escaparate de la Nogalera se ubica en el Boulevard,
desde donde se puede disfrutar en su amplitud
su mejor visión. Situado frente a la cancha de juego de la antigua
bolera de pasabolo -al otro lado del rio Vallino- permitía divisar la jugada en
su explendor, desde el momento del lance de la bola hasta el vuelo de los tres
palos y su caída.
Decir
por último que el recinto de la Nogalera, además, ha sido un espacio abierto a
la diversidad, donde han concurrido
desde las divertidas veladas circenses hasta los conciertos musicales, sin olvidar los diferentes combates de boxeo y lucha libre
programados, y sobre todo, al mantenimiento de las tradiciones y costumbres
populares.
Los
ampuerenses tenemos que estar orgullosos y esperanzados porque La Nogalera está
y sigue viva, y ha sabido simultanear la esencia de valores como el arte, la
cultura y el deporte.
Fdo,
José Luis Aparicio Abajo (exjugador pasabolo/Ampuero)
sábado, 22 de septiembre de 2012
viernes, 21 de septiembre de 2012
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Daños Colaterales
Daños
Colaterales
Las Fiestas de Ampuero
han mantenido este año su tirón, nos referimos sobre todo a la cantidad de
personas que congregan, lo cual es todo un éxito en los tiempos que corren.
Pero resulta
inevitable que entre la multitud de jóvenes que acuden se cuele gentuza
indeseable, envidiosa, violenta, etc.
La destrucción de
tantos bancos seguidos obliga a pensar en una acción que va más
allá de un gamberrismo espontáneo.
martes, 18 de septiembre de 2012
-HOMENAJES-
Diversos han sido los homenajes que han
tenido lugar en Ampuero estos últimos días.
El primero de todos ellos fue la
colocación de la Placa en memoria a Daniel
Torre y Raimundo Rabre, las dos personas fallecidas durante el trágico
encierro del 12 de septiembre de 2004.
Se trató de un acto muy emotivo que
congregó a centenares de personas, familiares y políticos municipales en las
cercanías de la plaza de toros, donde se ha levantado el monolito de piedra
conmemorativo.
La Asociación Cultural “La Encerrona”
homenajeó al día siguiente, es decir el viernes 7 de septiembre, a Jaime del Río, a los hermanos Salvador,
Jesús y Checho Aja Acebo y a Javier
Juárez Rozas (a título póstumo).
En la comida anual de la afición que tuvo
lugar en el Restaurante “La Pinta” se entregaron a cada uno de ellos sus respectivos galardones “Encerrona de Oro”.
La misma Asociación “La Encerrona” fue objeto de un homenaje por parte del
Ayuntamiento al cumplir 10 años de existencia promocionando la fiesta
ampuerense.
El homenaje consistió en la entrega de una
placa por parte del Alcalde, Patricio Martínez Cedrún al presidente de dicha
asociación, Carlos Ruiz-Ocejo, el acto tuvo lugar durante la Tertulia Taurina
organizada por dicho grupo el sábado 8 de septiembre, en el Casino Habana.
El último acto de homenaje que conocemos
ocurrió ese mismo día, a las 12,30 de la noche, durante la Verbena celebrada en
la plaza mayor. El Ayuntamiento aprovechó esta ocasión para entregar el Galardón
al Personaje destacado de los Encierros 2011. Tal distinción recayó en el popular
ampuerense José Fernández Ochoa “Wizo”.
Wizo es el animador de la megafonía de las
fiestas, retransmite con éxito los encierros, y participa como locutor en las
vaquillas y otros actos festivos.
Y quien sabe si a lo mejor ha existido
otro homenaje distinto que ahora desconocemos porque las fiestas de Ampuero al
ser multitudinarias cuentan con numerosas caras, aristas y esquinas.
Video. Encierros Infantiles
Sean los toros de una u otra ganadería siempre provocan en la calle escenas de emoción.
domingo, 16 de septiembre de 2012
jueves, 13 de septiembre de 2012
Video. Ofrenda Floral
Ofrenda Floral a la Virgen Niña en la iglesia de Santa María, tuvo lugar el día 8 de septiembre de 2012.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Video. Entrega de los galardones Encerrona de Oro 2012
"Los Tarzán" , tres hermanos de estirpe corredora. Salvador, Jesús y Chencho Aja Acebo
Jaime del Río y Javier Juárez Rozas ( a título póstumo)
fueron los galardonados con la "Encerrona de Oro 2012".
El acto, emotivo y multitudinario, tuvo lugar en el Hostal La Pinta, el pasado 7 de septiembre.
Como cada año organiza este evento la Asociación Cultural "LA ENCERRONA"
martes, 11 de septiembre de 2012
Cuento. El balcón de Doña Elvira
El balcón de doña
Elvira
(Cuento escrito para la revista de la Asociación Cultural
"La Encerrona" Nº 6 - 2012)
Relato de los encierros de Ampuero y de ciertas peripecias fictícias que suceden a varios personajes conocidos, como Raúl Castro, Miguel Ángel Revilla, Pedro, el poeta, etc.
Suele decirse que en ocasiones la realidad supera a la ficción. En esta ocasión
aseguro que todo ha sido inventado, para tranquilidad de aquellos que creyeron que fue verdad lo que se narra, que no han sido pocos.
aseguro que todo ha sido inventado, para tranquilidad de aquellos que creyeron que fue verdad lo que se narra, que no han sido pocos.
Llegó la
fiesta y los pañuelos rojos vuelven a los cuellos. La ilusión contenida durante
meses detona en trepidante actividad. A la procesión de la Virgen Niña sucede
el jolgorio librado por los pasacalles de las charangas. Las estrechas avenidas
y la plaza mayor se atestan con la afluencia de forasteros, todo es bullicio,
vaivén reiterativo de música, voces enaltecidas y cohetes. Ya no se puede
aparcar ni a tres kilómetros del pueblo y los bares comienzan a llenarse.
A Patricio
Martínez, alcalde de Ampuero, le notificaron a las diez de la mañana que
Ignacio Diego acudía a presenciar el encierro junto al presidente de Cuba, que
se encontraba de viaje en la capital cántabra con el fin de estrechar
relaciones comerciales y buscar oportunidades de inversión entre las ciudades
portuarias de La Habana y Santander. Fuentes de la consejería de cultura
filtraron que al mandatario caribeño y a su séquito les ofrecieron la
posibilidad de visitar Santillana del Mar y la Cueva de Altamira; pero lo que
no imaginaron es que los cubanos se traían la hoja de ruta bien diseñada:
acudir el domingo a la encerrona ampuerense.
La
respuesta de Raúl Castro fue categórica: “Mejor que en pintura prefiero ver los
bueyes correr por la calle”.
En la calle,
lo que realmente se sentía era un calor implacable y las personas que han
venido de fuera comentan lo mismo: “¡Qué suerte tienen los de Ampuero, siempre
pega el sol en su fiesta!”. Estos días de septiembre son los más luminosos del
calendario, se ve en la lejanía las montañas como si estuvieras mirando por un
prismático.
Pedro, el
poeta, lo achaca al viento sur, el antecesor de los ventarrones que echan abajo
las castañas y alguna que otra teja. Pedro, ya no tenía edad de correr el
encierro pero ese año anunció a bombo y platillo en una tertulia del “Casino
Habana”, que el domingo iba a situarse en lugar preferente para ver la manada
descender el puente y enfilar la calle mayor y justo cuando se acercaran correr
unos metros a lado de algún astado. Y es que Pedro saboreaba como nadie aquella
fiesta y conocía al dedillo sus entresijos debido a la experiencia y a una afición inquebrantable.
Al llegar
a la altura de la farmacia y atravesar la talanquera tuvo la sensación de estar
traspasando un linde prohibido que abría las puertas a otra realidad. Apenas se
introdujo unos pasos en este nuevo espacio sagrado vio con disgusto la
comitiva, de concejales y guardia civil, que inspeccionaba los cierres del
vallado y a su vez limpiaba el recorrido de gente inapropiada. En adelante
caminó con cautela deseando pasar lo más desapercibido posible.
Su sobrina
le habló por teléfono dos días antes: “Ten cuidado con el encierro que te
conozco, que tú no miras por la seguridad; ocurre una desgracia y luego todos a
lamentar. También su amigo Jesús Garper le advirtió de modo franco. “Nosotros
ya no estamos para estos folclores, ven a la casa de Piano Camino y lo ves todo
desde el balcón”.
Incluso el
alcalde le sugirió que viese el encierro desde un mirador: “No juegues con la
suerte, mira que vendrá el delegado del gobierno a percatarse en persona que
todo se desarrolla con la máxima seguridad; que los tiempos no están para
muchas ínfulas taurinas”.
“ Yo iré a
mi aire y no pienso meterme en esos balcones que parecen latas de sardinas”.
“¡Te
advierto!”, dijo el alcalde en tono decidido, “que no te lleve a sorpresa si
envío a un alguacil antes que tiren las bombas para que te detenga y no sales
del calabozo ni para tomar los blancos”.
El alcalde
apenas tuvo tiempo de encontrar el balcón idóneo para albergar a sus
inesperados huéspedes cuando sonó su teléfono anunciando otra novedad; también
Miguel Ángel Revilla; De la Serna y Rosa Eva, la líder socialista, venían al
encierro.
Era la
primera vez que un presidente de Cantabria acudía a Ampuero a presenciar la
“encerrona”. Es como si a los políticos de esta región estar presentes en este
espectáculo les aterrara. Hoy sin embargo ninguno parecía poner muchos reparos.
Patricio Martínez incluso llegó a pensar que lo mismo el presidente de ARCA
solicitaba un hueco en alguna solana estratégica del recorrido.
En la calle
los jóvenes que aguardaban los toros, afiliados al mismo rito y a equivalente
reto, se unían en círculos afines, unos con actitud más estática y otros
ejercían estiramientos musculares con el fin de mantener mejor la flexibilidad
para rendir a la hora de la carrera. Todos en mayor o menor medida con los
nervios a flor de piel y el latido de sus corazones precipitado por una
pendiente.
Pedro, el
poeta, saludó a varios conocidos que se daban cita todos los años guiados por
el mismo apego a la fiesta cuando sonó la primera bomba, la de prevención, la
que obliga ya con urgencia a retirarse fuera del vallado a quienes no van a
correr el encierro, la señal que también abre a los toros su recinto y los
permite avanzar hasta el ruedo de la plaza.
Resultó
también el instante en el que recibió un toque de atención en la espalda. Al
girar la cabeza reconoció el rostro de José Antonio, el municipal.
“Me ha
dicho el alcalde que debes acompañarme hasta el portal de doña Elvira”.
“¿Y si me
niego?” preguntó de forma mecánica.
“Me temo
entonces que habrá que suspender el encierro” respondió el municipal con temple
entristecido.
Hubiera deseado
replicar pero guardó silencio y obediencia al juzgar que no era momento ni
lugar oportuno para armar trifulca.
“Y tal
hecho no debe producirse, ¿no es así?”.
“Pues no
creo que le hiciera mucha gracia al presidente de Cantabria ni a Raúl Castro”.
“¿A quiénes
dices?”, indagó el de la Bárcena sorprendido, pues nada había trascendido de
tales visitas.
El policía
explicó a Pedro el vaivén extremo de la jornada y que en los balcones
principales ya no cabía un alfiler y al acalde se le ocurrió la idea de abrir
varias casas abandonadas, entre ellas la de doña Elvira y colocar allí a unos
cuantos. El alguacil abrió el portón cuyos goznes chirriaron como una jaula de
grillos e invitó a Pedro a entrar.
“Sube
rápido para coger sitio porque aún tengo que ir a buscar a Revilla que es el
último que falta por colocar”.
Miguel
Ángel Revilla comprobó con total desconcierto el portal
oscuro donde lo habían dejado, arrastrando los zapatos y con el brazo extendido
por si tropezaba en algún obstáculo logró tantear los peldaños de la escalera y
el pasamanos.
”¡Por Dios,
en menuda cueva me han metido!” clamó en voz alta mientras sacaba el mechero
para iluminar el piso y profundizaba las caladas del puro que fumaba.
“Seguro que
todo esto ha sido idea de Ignacio Diego”.
Los
escalones crujían a cada paso y todo olía a polvorienta cerrazón. Llegó al piso
con el estruendo de la segunda bomba y cruzó el pasillo orientado por la
claridad y las voces procedentes del balcón abierto a la calle mayor.
Toda la
casa parecía un cofre cerrado que exhalaba un denso tufo a humedad y mugre, un
revoltijo de muebles y estanterías apolilladas.
En el
balcón fue recibido con alborozo por Pedro, el poeta, que lo abrió paso hasta
la primera fila. El alcalde también había instalado allí a los miembros de una
peña taurina de la localidad francesa de Eauze, que habían venido ex profeso a
ver el encierro y la corrida de la tarde.
A sonar la
tercera bomba, la definitiva, la que anuncia que los toros ya se encuentran en
el recorrido, la calle reventó en un murmullo que aglutinó temores e
impaciencias. La multitud respiró hondo en provisión de oxígeno y en las
talanqueras y balcones interrumpieron las conversaciones, las sonrisas y todo
movimiento innecesario. El espectáculo del encierro, tan célebre, tan intenso y
extremado, tan misterioso e incomprensible daba comienzo y todos necesitaban
estar alerta sin perder detalle de cuanto iba a suceder.
Pedro bien
enterado estaba de cómo eran los morlacos: bien armados, altos de cruz y de
ancas, metidos de lomo y todos azabaches menos uno bronceado; y según sus
confidentes, éste era el más peligroso porque derrotaba a diestro y siniestro y
parecía no querer hermanarse.
Una voz
amplificada por cien gargantas anunció: “Ya vienen”. Los mozos emprenden la
carrera sólo unos pocos, los más atrevidos y con mayor experiencia demoran la
decisión porque quieren situarse junto a las astas. Los mansos arropan a cuatro
de los morlacos y descienden el puente, la pendiente aunque ligera da alas a la
torada.
En el
balcón el ánimo se solivianta. “¡No empujéis, no seáis bestias!” recrimina
Revilla a cuantos tiene detrás porque lo presionan contra los balaustres en el
afán de querer ver cuanta más calle.
Pedro se
percata de los primeros movimientos de estrategia, distingue entre otros a
varios corredores de la Peña “El Burladero”, con sus inconfundibles camisas
verdes dejándose caer hacia la manada; también a Sergio Rodríguez, el hijo de
Toñón; a Juan, el de la Bárcena y a varios forasteros.
Tratan de
aguantar esos segundos de gloria donde se percibe el aliento del animal y
obtener tal prebenda en el tramo más vistoso, donde los edificios sostienen una
bella alternancia de miradores y solanas, donde se encuentran mayor número de
espectadores y fotógrafos; el escenario idóneo para lucirse.
Uno de los
bravos rompe la formación y gana unos metros de ventaja, corre por la derecha
demasiado pegado al vallado. Amenazante, poderoso; mira y cabecea hacia la
legión de corredores pasivos, que de pié, ficticiamente acarician las traviesas
de madera como posibles tablas de salvación. Pedro, hubiera estado allí, entre
ellos, en el “tendido cero”, desoyendo todos los consejos, tragando saliva e
inmóvil como esfinge y rogando que semejante enemigo pasara de largo cuanto
antes.
Los
corredores optan por los toros escoltados por los cabestros, únicamente Sergio
se planta ante el animal que es punta de lanza. Es joven y tiene facultades
aunque la carrera es arriesgada. Cada décima de segundo el toro le lima
terreno, se fija tanto que se posiciona en un abrir y cerrar de ojos en el
centro de la calle a su persecución para el alivio de cuantos le esperaban
junto a los tablones. Ha hecho hilo con él y “el graderío” ya piensa que no
tiene posibilidades pero Sergio, que en ningún momento ha perdido la cara del
astado, en el instante justo logra salirse por el costado izquierdo ante el
mismo morro rizado del burel.
El
bronceado se une a los de atrás y se abren en abanico sin dar derrotes y aún
hay jóvenes que pueden sostener una carrera a escasos metros de los pitones y
antes de ser rebasados logran zafarse de las bestias sin producirse tropezones.
A Revilla
le ha gustado el espectáculo y con ánimo pletórico pregunta a Pedro, si vuelven
a pasar.
“Sí, van
hasta la Pinta y allí dan la vuelta”.
En un abrir
y cerrar de ojos la manada vuelve bajo el balcón en dirección ahora hacia la
plaza de toros.
Pasan
despacio y permiten a los jóvenes posicionarse con comodidad. Para el líder regionalista todo parece haber
salido a las mil maravillas y en el balcón se instala un aire de euforia, los
franceses avivan el parloteo riendo y bebiendo de una bota de vino, que pronto
llega a manos del ex presidente, que acepta la ronda con buen ánimo.
Pedro, el
poeta, no consigue que le entiendan, con el gesto crispado vocifera que el
encierro no ha terminado.
“¡Qué falta
uno!”. Es el bronceado, el de astas grandes y simétricas. Va con la cara alta,
fijándose y acometiendo aunque con escaso recorrido. La calle se ha vaciado por completo y campa a
sus anchas. Cada pocos metros se detiene y los pastores navarros que tratan de
arrearlo desde atrás para que acelere el paso ya han esquivado dos o tres veces
su embestida traicionera.
Revilla
adivina con esa convicción que hiela el corazón en los peores descubrimientos
que la barandilla donde se apoya ha cedido. Ninguno a su alrededor advierte la
eminencia del desastre, la atención se centra en el toro que ahora se detiene
junto al balcón de doña Elvira, con la mirada clavada en la talanquera como
buscando su punto débil para seguido arremeter y escaparse.
Una de las
zapatas que sostiene la armadura del suelo de la solana se fracturó, roída por
las termitas y maltratada por las lluvias de un siglo, no resistió el peso. Fue
justo la esquina donde se encontraba Miguel Ángel Revilla la que se desarbolo.
Miró entorno suyo con desesperación, los pies se le hunden entre las maderas
como si estuviera pisando un colchón de aire. La sacudida hizo que primero
cayera de rodillas y luego ya sin suelo a sus pies se coló por la grieta. Uno
de los franceses logró evitar la caída al echarse hacia atrás en el último
segundo.
Todos
observan la escena boquiabiertos y
únicamente Pedro, el poeta, corre en ayuda del popular político con
extraordinaria rapidez. La pérdida de un instante hubiera sido fatal; pero no
titubeó y se precipitó para asir de las muñecas a Revilla y evitar su caída a
la carretera. El cuerpo del de Polaciones quedó oscilando en el vacío, como el
péndulo de un reloj gigante, ante el estupor de los espectadores que
contemplaban el encierro.
En el
balcón presidencial, el alcalde de Ampuero sostenía a duras penas a Talia, la
presunta esposa de Raúl Castro, tras sufrir ésta un desvanecimiento.
Fueron
segundos para rememorar. El toro en un arranque formidable se alzó a dos patas
y embistió al bulto que pendía balanceante. El público tembló de emoción, la
punta del pitón no alcanzó el cuerpo de Revilla por escasos centímetros.
El toro
retrocedió, tensó sus músculos como en afán de coger impulso y volver a lanzar
su mole hacia lo alto. Revilla contempló de cerca la fiereza de sus ojos, una mueca de horror provocó que a duras penas
pudiera sostener el puro entre sus labios. Estaba perdido.
El de la
Bárcena entonces se arrodilló a su lado, algunos trozos de madera se
desplomaron a la carretera, él también podía hundirse sin remedio en cualquier
momento pero en un gesto formidable de coraje optó por rescatar a Revilla de
una vez por todas de aquel singular apuro.
Cuando el
toro lanzó el derrote decisivo, justo en ese instante, Pedro logró izar el
cuerpo de Revilla y sostenerlo en alto el tiempo suficiente para que lo
agarraran los franceses.
Al
retirarse ambos del peligro no tardó en caer medio balcón a la carretera y
algunas tablas dieron sobre el mismo burel que arrancó sobresaltado y como una
centella hacia la Nogalera.
“Se libró
de milagro” comentó el alcalde.
“¡Qué
chingón el de bigotes! hasta el final sostuvo el cigarro habano” exclamó Raúl
Castro.
“No podía
ser otro que Revilla, siempre queriendo sobresalir y dar la nota” puntualizó
finalmente el presidente autonómico con gesto de desaprobación.
S.B
- FIN-
lunes, 10 de septiembre de 2012
Video. Encierros 2012
Vaya como aperitivo este video sobre los pasacalles y los 3 Encierros celebrados en estas fiestas 2012.
Dentro de poco tiempo los interesados en conseguir un video de las fiestas mucho más elaborado y de mayor calidad técnica tendrán ocasión de adquirirlo, porque un grupo de jóvenes ampuerenses ha tomado imágenes con equipos más profesionales desde distintos puntos del recorrido, tal como hicieron el pasado año. Es decir que podremos ver el encierro de principio a fin.
sábado, 8 de septiembre de 2012
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