viernes, 30 de enero de 2015
Más sobre la riada
Estas fotografías son de las 11 de la noche, sigue subiendo el nivel del agua de manera acelerada y alarmante.
Son imágenes de la calle del Comercio, a la que afecta la tromba procedente de Tabernilla.
Imagino que cada zona de Ampuero tenga sus peculiaridades y razones por las cuales se inunda más o menos, un tema muy interesante para ser analizado.
De todos modos creo que esta riada nos ha sorprendido un poco a todos. por su enorme dimensión.
Y vuelvo a repetir aún no sabemos sus consecuencias, porque sigue lloviendo.
Aprovecho para agradecer al servicio del Ayuntamiento que distribuyera sacos de arena para colocar delante de los comercios y portales.
Más adelante subiremos al blog un video sobre esta gravísima inundación.
Inundación
Por desgracia ha seguido lloviendo y la riada se ha incrementado hasta el punto de provocar la inundación de las calles del centro de Ampuero, como no se ha conocido en todo este siglo.
Y únicamente comparable a la gran riada del 7 de junio de 1978.
Se han producido ya cuantiosos daños en bares, comercios, portales, garajes...
Las instalaciones deportivas de Marrón probablemente sean consideradas como zona catastrófica.
Y aún desconocemos el alcance de esta inundación en el polígono industrial, en otras zonas de Marrón, Tabernilla o El Camino.
Ha entrado la noche y las perspectivas no son buenas y por desgracia todo puede empeorar.
Y únicamente comparable a la gran riada del 7 de junio de 1978.
Se han producido ya cuantiosos daños en bares, comercios, portales, garajes...
Las instalaciones deportivas de Marrón probablemente sean consideradas como zona catastrófica.
Y aún desconocemos el alcance de esta inundación en el polígono industrial, en otras zonas de Marrón, Tabernilla o El Camino.
Ha entrado la noche y las perspectivas no son buenas y por desgracia todo puede empeorar.
Gran Riada
Fotos de los ríos Asón y Vallino, hoy a las 12,30 del mediodía
No sólo es la riada más grande de este invierno sino la mayor desde hace tres o cuatro años. . Estaremos atentos a lo pueda pasar esta tarde.
jueves, 29 de enero de 2015
Años 70
Material Deportivo y de Gimnasia, entregado por el Ayuntamiento de la Villa de Ampuero, al Colegio Nacional "Miguel Primo de Rivera".( Trampolín, Plinto, Potro, Colchonetas, Porterías de Balonmano madera, Redes, 2 balones). Entregado el día 28 de febrero de 1978. Valor: 71.000 pesetas.
Estafeta de Correos-telégrafos y Caja Postal. Presupueto 834.000 Ptas.
miércoles, 28 de enero de 2015
Esas jóvenes hijas de puta
ESAS JÓVENES HIJAS DE PUTA
por Arturo Pérez-Reverte. (El Semanal 1422)
Supongo que a muchos se les habrá olvidado ya, si es que se enteraron. Por eso voy a hacer de aguafiestas, y recordarlo. Entre otras cosas, y más a menudo que muchas, el ser humano es cruel y es cobarde. Pero, por razones de conveniencia, tiene memoria flaca y sólo se acuerda de su propia crueldad y su cobardía cuando le interesa. Quizá debido a eso, la palabra remordimiento es de las menos complacientes que el hombre conoce, cuando la conoce. De las menos compatibles con su egoísmo y su bajeza moral. Por eso es la que menos consulta en el diccionario. La que menos utiliza. La que menos pronuncia.
Hace dos años, Carla Díaz Magnien, una adolescente desesperada, acosada de manera infame por dos compañeras de clase, se suicidó tirándose por un acantilado en Gijón. Y hace ahora unas semanas, un juez condenó a las dos acosadoras a la estúpida pena -no por estupidez del juez, que ahí no me meto, sino de las leyes vigentes en este disparatado país- de cuatro meses de trabajos socioeducativos. Ésas son todas las plumas que ambas pájaras dejan en este episodio. Detrás, una chica muerta, una familia destrozada, una madre enloquecida por el dolor y la injusticia, y unos vecinos, colegio y sociedad que, como de costumbre, tras las condolencias de oficio, dejan atrás el asunto y siguen tranquilos su vida.
Pero hagan el favor. Vuelvan ustedes atrás y piensen. Imaginen. Una chiquilla de catorce años, antipática para algunas compañeras, a la que insultaban a diario utilizando su estrabismo -«Carla, topacio, un ojo para acá y otro para el espacio»-, a la que alguna vez obligaron a refugiarse en los baños para escapar de agresiones, a la que llamaban bollera, a la que amenazaban con esa falta de piedad que ciertos hijos e hijas de la grandísima puta, a la espera de madurar en esplendorosos adultos, desarrollan ya desde bien jovencitos.
Desde niños. Que se lo pregunten, si no, a los miles de homosexuales que todavía, pese al buen rollo que todos tenemos ahora, o decimos tener, aún sufren desprecio y acoso en el colegio. O a los gorditos, a los torpes, a los tímidos, a los cuatro ojos que no tienen los medios o la entereza de hacerse respetar a hostia limpia. Y a eso, claro, a la crueldad de las que oficiaron de verdugos, añadamos la actitud miserable del resto: la cobardía, el lavarse las manos. La indiferencia de los compañeros de clase, testigos del acoso pero dejando -anuncio de los muy miserables ciudadanos que serán en el futuro- que las cosas siguieran su curso. El silencio de los borregos, o las borregas, que nunca consideran la tragedia asunto suyo, a menos que les toque a ellos. Y el colegio, claro. Esos dignos profesores, resultado directo de la sociedad disparatada en la que vivimos, cuya escarmentada vocación consiste en pasar inadvertidos, no meterse en problemas con los padres y cobrar a fin de mes. Los que vieron lo que ocurría y miraron a otro lado, argumentando lo de siempre: «Son cosas de crías». Líos de niñas. Y mientras, Carla, pidiendo a su hermana mayor que la acompañara a la puerta del colegio. La pobre. Para protegerla.
Faltaba, claro, el Gólgota de las redes sociales. El territorio donde toda vileza, toda ruindad, tiene su asiento impune. Allí, la crucifixión de Carla fue completa. Insultos, calumnias, coro de divertidos tuiteros que, como tiburones, acudieron al olor de la sangre. Más bromas, más mofas. Más ojos bizcos, más bollera. Y los que sabían, y los que no saben, que son la mayor parte, pero se lo pasan de cine con la masacre, riendo a costa del asunto. La habitual risa de las ratas. Hasta que, incapaz de soportarlo, con el mundo encima, tal como puede caerte cuando tienes catorce años, Carla no pudo más, caminó hasta el borde de un acantilado y se arrojó por él.
Ignoro cómo fue la reacción posterior en su colegio. Imagino, como siempre, a las compis de clase abrazadas entre lágrimas como en las series de televisión, cosa que les encanta, haciéndose fotos con los móviles mientras pondrían mensajitos en plan Carla no te olvidamos, y muñequitos de peluche, y velas encendidas y flores, y todas esas gilipolleces con las que despedimos, barato, a los infelices a quienes suelen despachar nuestra cobardía, envidia, incompetencia, crueldad, desidia o estupidez. Pero, en fin. Ya que hay sentencia de por medio, espero que, con ella en la mano, la madre de Carla le saque ahora, por vía judicial, los tuétanos a ese colegio miserable que fue cómplice pasivo de la canallada cometida con su hija. Porque al final, ni escozores ni arrepentimientos ni gaitas en vinagre. En este mundo de mierda, lo único que de verdad duele, de verdad castiga, de verdad remuerde, es que te saquen la pasta.
Ni es la primera ni será la última vez que subamos a este blog artículos de Arturo Pérez-Reverte
por Arturo Pérez-Reverte. (El Semanal 1422)
Supongo que a muchos se les habrá olvidado ya, si es que se enteraron. Por eso voy a hacer de aguafiestas, y recordarlo. Entre otras cosas, y más a menudo que muchas, el ser humano es cruel y es cobarde. Pero, por razones de conveniencia, tiene memoria flaca y sólo se acuerda de su propia crueldad y su cobardía cuando le interesa. Quizá debido a eso, la palabra remordimiento es de las menos complacientes que el hombre conoce, cuando la conoce. De las menos compatibles con su egoísmo y su bajeza moral. Por eso es la que menos consulta en el diccionario. La que menos utiliza. La que menos pronuncia.
Hace dos años, Carla Díaz Magnien, una adolescente desesperada, acosada de manera infame por dos compañeras de clase, se suicidó tirándose por un acantilado en Gijón. Y hace ahora unas semanas, un juez condenó a las dos acosadoras a la estúpida pena -no por estupidez del juez, que ahí no me meto, sino de las leyes vigentes en este disparatado país- de cuatro meses de trabajos socioeducativos. Ésas son todas las plumas que ambas pájaras dejan en este episodio. Detrás, una chica muerta, una familia destrozada, una madre enloquecida por el dolor y la injusticia, y unos vecinos, colegio y sociedad que, como de costumbre, tras las condolencias de oficio, dejan atrás el asunto y siguen tranquilos su vida.
Pero hagan el favor. Vuelvan ustedes atrás y piensen. Imaginen. Una chiquilla de catorce años, antipática para algunas compañeras, a la que insultaban a diario utilizando su estrabismo -«Carla, topacio, un ojo para acá y otro para el espacio»-, a la que alguna vez obligaron a refugiarse en los baños para escapar de agresiones, a la que llamaban bollera, a la que amenazaban con esa falta de piedad que ciertos hijos e hijas de la grandísima puta, a la espera de madurar en esplendorosos adultos, desarrollan ya desde bien jovencitos.
Desde niños. Que se lo pregunten, si no, a los miles de homosexuales que todavía, pese al buen rollo que todos tenemos ahora, o decimos tener, aún sufren desprecio y acoso en el colegio. O a los gorditos, a los torpes, a los tímidos, a los cuatro ojos que no tienen los medios o la entereza de hacerse respetar a hostia limpia. Y a eso, claro, a la crueldad de las que oficiaron de verdugos, añadamos la actitud miserable del resto: la cobardía, el lavarse las manos. La indiferencia de los compañeros de clase, testigos del acoso pero dejando -anuncio de los muy miserables ciudadanos que serán en el futuro- que las cosas siguieran su curso. El silencio de los borregos, o las borregas, que nunca consideran la tragedia asunto suyo, a menos que les toque a ellos. Y el colegio, claro. Esos dignos profesores, resultado directo de la sociedad disparatada en la que vivimos, cuya escarmentada vocación consiste en pasar inadvertidos, no meterse en problemas con los padres y cobrar a fin de mes. Los que vieron lo que ocurría y miraron a otro lado, argumentando lo de siempre: «Son cosas de crías». Líos de niñas. Y mientras, Carla, pidiendo a su hermana mayor que la acompañara a la puerta del colegio. La pobre. Para protegerla.
Faltaba, claro, el Gólgota de las redes sociales. El territorio donde toda vileza, toda ruindad, tiene su asiento impune. Allí, la crucifixión de Carla fue completa. Insultos, calumnias, coro de divertidos tuiteros que, como tiburones, acudieron al olor de la sangre. Más bromas, más mofas. Más ojos bizcos, más bollera. Y los que sabían, y los que no saben, que son la mayor parte, pero se lo pasan de cine con la masacre, riendo a costa del asunto. La habitual risa de las ratas. Hasta que, incapaz de soportarlo, con el mundo encima, tal como puede caerte cuando tienes catorce años, Carla no pudo más, caminó hasta el borde de un acantilado y se arrojó por él.
Ignoro cómo fue la reacción posterior en su colegio. Imagino, como siempre, a las compis de clase abrazadas entre lágrimas como en las series de televisión, cosa que les encanta, haciéndose fotos con los móviles mientras pondrían mensajitos en plan Carla no te olvidamos, y muñequitos de peluche, y velas encendidas y flores, y todas esas gilipolleces con las que despedimos, barato, a los infelices a quienes suelen despachar nuestra cobardía, envidia, incompetencia, crueldad, desidia o estupidez. Pero, en fin. Ya que hay sentencia de por medio, espero que, con ella en la mano, la madre de Carla le saque ahora, por vía judicial, los tuétanos a ese colegio miserable que fue cómplice pasivo de la canallada cometida con su hija. Porque al final, ni escozores ni arrepentimientos ni gaitas en vinagre. En este mundo de mierda, lo único que de verdad duele, de verdad castiga, de verdad remuerde, es que te saquen la pasta.
Ni es la primera ni será la última vez que subamos a este blog artículos de Arturo Pérez-Reverte
Los Pinaguillas
Nos envía Joserra Herrero este poema rescatado del cancionero popular antiguo
En un puebluco de Ampuero que se llama Tabernilla
y en una casa de campo habitan los Pinaguillas.
Son muchachos muy elegantes y de mucha distinción,
que se visten donde Viriato y calzan de lo mejor.
No hay derecho, no hay derecho,
a que tengan tanto lujo a costa de los pimientos...
martes, 27 de enero de 2015
Manolo Garmendia con Pelé
En esta interesante fotografía, que nos ha dejado Pepe Ángel, se ve al ampuerense Manolo Garmendia, tío de Pepín, el carnicero; junto a Pelé y los hijos de éste. Tal vez se trate de un partido que se jugó en el Mundial de Alemania en 1950.
lunes, 26 de enero de 2015
domingo, 25 de enero de 2015
Fotos de hace una década
Colocación del Puente Pasarela que une el Boulevard con la Nogalera. 4-2-04
La junta directiva de ADALA en 2002. Carlos Rasines, secretario: Patricio Martínez, presidente y Ramón Abascal, tesorero.
En Peña Ventana ( la cumbre más alta de Ampuero) Damián, Milio, Paco Baglieto....
Las Marzas 2001
Ampuero desde el cementerio 2002
Avestruces en Marrón, 2004
Los Nidos de Ametralladora, situados en lo alto de Bernales. 2003
La puerta de una casa antigua de Marrón, el de Abajo. 2002
El Asón por la zona de Peña Revilla, en Marrón, el de Abajo. 2002
Las imágenes de San Pablo y San Pedro, de Rasines, en el Museo Diocesano de Santillana
Tabernilla desde el cementerio 2002
Frente al molino de Órtola 2004
viernes, 23 de enero de 2015
Nuevas fotos de los encierros
Nuevas fotos de encierros antiguos
Año 1989
Año 1991
1992. Carmelo
1992. Lolo
1993. Francisco
1993. Cogida de un joven, trabajaba de camarero en El Bodegón, resultó herido con múltiples erosiones en la cara y en los brazos, pero sin gravedad.
1994. Julio Martínez
1994. Pedro, el poeta
Año 1989
Año 1991
1992. Carmelo
1992. Lolo
1993. Francisco
1993. Cogida de un joven, trabajaba de camarero en El Bodegón, resultó herido con múltiples erosiones en la cara y en los brazos, pero sin gravedad.
1994. Julio Martínez
1994. Pedro, el poeta
Los becerros cogieron a Guiller
En el año 1989, Guillermo Sanz, colaboraba en el cierre de la calle, durante los encierros infantiles, cuando dos becerros entraron en un portal de la calle mayor. Al ir a sacarlos le arrollaron y voltearon con violencia, ante la mirada, por un lado preocupada y por otro risueña, de los espectadores.
jueves, 22 de enero de 2015
Más fotos antiguas
En los toros, entre otros: Andreu, los curas don Modesto, don José del Campo..., apoyado en el burladero el médico Ramón Rivas. (Hace unos cincuenta años).
Una nevada en los años 50. La foto está tomada desde el prado del Rentero, en ella sale Paco Brera.
Una foto de finales de los años sesenta tomada en el patio del colegio de las monjas. Entre otros: Luz Viota, y los niños: Pipo, José Freire, dos hermanos Reina, Papu, José (Merck), Javi Fon, Chisco, Damián, José Antonio Céspedes, Samperio...
El coche de los entonces Príncipes, don Juan Carlos y doña Sofía, a su paso por la calle Abajo, hoy calle del Progreso, en dirección al Santuario de la Bien Aparecida.
Fue en 1971. Esta foto pertenece a la colección recopilada por Tonchu y Merche.
martes, 20 de enero de 2015
Fotos antiguas
Los Reyes Magos visitan el cuartel de la Guardia Civil, en 1972
En esta foto distinguimos a Lolo Abascal, a Antonio, el guardia, y yo creo que al Ciclón de Coterillo, probablemente en alguna romería.
Celebración de San Mateo por parte de la Guardia Civil y sus familias
Campeonato de Mus, entre otros: Cipri, el de la Riojana; Ferrer, el sastre y Antonio, el guardia.
Agradecemos estas fotos a Antonio Enrique Esteban (Tonchu)
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