jueves, 24 de marzo de 2016

El Gran Cinema I, por Garper

             
              EL RINCÓN DE GARPER

                  ENTRAÑABLES RECUERDOS DEL “GRAN CINEMA AMPUERO”

   El siglo XX ha pasado a la historia como el siglo del cine. Todo empezó el 28 de diciembre de 1895, en el Salón Indien, un sótano del Grand Café de París, cuando los hermanos Auguste y Louis Lumière inauguraron la historia oficial del cine con la primera exhibición ante un público de pago de su Cinématographe.
   Fueron las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta las de más esplendor del cine. Ampuero también coincide estos años con el periodo más brillante de su Gran Cinema.
   En el año 1913, según el programa de fiestas patronales, el 7 de septiembre, se inicia la historia del cine en la villa ampuerense.

   Juan Carlos Abajo Herrero escribía un precioso artículo en El Diario Montañés, con fecha 15 de septiembre de 1982, titulado “Apuntes costumbristas en torno a una villa cántabra”, dirigido a todos los interesados en el pasado lejano de Ampuero. Referente al cine entresacamos: “El 7 de septiembre de 1913 se inauguraban las fiestas a las cuatro de la tarde, con disparo de cohetes, bombas y bailes populares en la plaza Pública. A las nueve de la noche, cinematógrafo público por Vaccari, de Torrelavega. A esto merece dedicarle una especial mención, dada su novedad e importancia. En estos años, el cinematógrafo en los pueblos venía a constituir un considerable acontecimiento, con la estampa del “señor del cine”, aparato al hombro, preparándose para la magia de la proyección en la plaza”.
   Sabemos, por información recibida de Pepe Ángel Martínez Aparicio, que más tarde se proyectaron películas en distintos lugares: donde estuvo el famoso restaurante “Casa Colorada” (luego Ferretería La Cadena); en el local de la tienda de tejidos La Modelo, de Suárez y señora “Toya”. A partir de 1928, año de su inauguración, se proyectaron sesiones de cine en las “Escuelas Graduadas”, hasta que se construyó el Gran Cinema por el empresario José Martínez Céspedes (Pepe, el del cine) y su socio José Mª Gredilla Manero en 1941. Fecha en la que se inicia una bonita y entrañable historia hasta que en el año 1986 llega a su fin. Los ampuerenses y foráneos asiduos al Gran Cinema, nos quedamos con la añoranza de este rincón inolvidable. 
   En 1959 fallece Pepe y pasa a ser gestionado por su hijo Pepe Ángel, conocido también como su padre, por Pepe Ángel, “el del cine”.
   El primer operador con la máquina de proyección fue el señor Federico, luego estuvo Severo Sañudo durante treinta y tres años. De ayudante tuvo a Paco Baglietto y después, por espacio de diecisiete años, a su hijo Severo Sañudo Sánchez. Curiosamente, Severo hijo, nos ratificó que Paco Baglietto le precedió como ayudante de su padre. También le aconsejó, al ir a la mili a Pamplona, que cuando le diesen los destinos dijese que era operador de proyecciones cinematográficas. Así lo hizo y se pasó una mili de ensueño. Daba cine tres días a la semana respectivamente a los regimientos 7º, 10º e ingenieros, que era el suyo.



GRAN CINEMA AMPUERO. Delante, Pepe Martínez Céspedes, su fundador. Foto: Archivo P.A. Martínez Aparicio

“Los operadores teníamos que montar las películas a mano, empalmando los extremos de cada rollo, que venían en cinco o seis cajas, y formando dos bovinas en ambos rodillos. Por eso, para cambiar los rodillos, se hacía un pequeño descanso”. Luego nos fue confirmando los nombres de los distintos empleados que, días antes, habíamos sacado junto a Pepe Ángel: En la taquilla, María Trigo, su hija Luz Casamayor Trigo y por último Elena del Campo, esposa de Pepe Ángel y hermana del sacerdote don José del Campo. En la portería de butaca estuvieron Ignacio Aparicio Ugarte y Vicente Martínez Martínez, el hijo de Pepe el cartero. Y en la portería de general, Miguelín Martínez Colina y Goyo Cortázar. La limpieza corría a cargo de Cristina Verano Díaz, luchadora y una hormiguita en sus trabajos. También corría a cargo de Cristina la organización de la “sanjuanada” en la Calle Abajo. Luis Cascón, “Güis”, colaboraba repartiendo los programas de mano a la salida de las misas de los domingos y días festivos. Se proyectaban tres sesiones (5 y 7,45 de la tarde y 10,30 de la noche). Había sesiones los jueves y sábados; en momentos álgidos los martes y si el éxito de espectadores era masivo se repetía los lunes. Hubo años con funciones JUEVES, FÉMINA con sorteos de pares de medias de señora. Como en toda España, había unas fichas editadas por la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia. Estas tarjetas se exponían en la puerta de las iglesias con el fin de informar a los feligreses sobre la catalogación moral de las películas que se iban a proyectar esa semana. Si la película era catalogada con un 1, era apta para todos los públicos; si era con un 2, podían ir los jóvenes; con 3, solo mayores; con 3R, mayores con reparos y si la puntuación era de un 4, se consideraba “gravemente peligrosa”… (CONTINUARÁ)

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