miércoles, 15 de junio de 2016

El limosnero de Montehano, por Garper

EL RINCÓN DE GARPER
EL LEGO LIMOSNERO DE MONTEHANO
En la foto Juan José en  1950. Archivo Convento de Montehano.
Todos los años visitaba Ampuero, el lego limosnero del convento de Montehano. Era típica la estampa del hermano capuchino, con su hábito marrón, barba blanca y sandalias. En su labor de pedir limosna para la comunidad capuchina, el hermano Juan José, como así se llamaba, recorrió miles de kilómetros. Iba por las casas y las gentes, que ya le conocían pues eran muchos los años pidiendo, con sumo respeto, admiración y cariño, daban el donativo en metálico o en especies (alubias, maíz, manzanas, tocino…)
 Ante la pregunta: ¿Cuánto tiempo hace que falleció alguien de la familia?, según la respuesta, rezaba un padrenuestro y tres avemarías o un misterio… Si el día caía en jueves, por la tarde era habitual hacer el recorrido acompañado de niños, a los que, con bondad recurría, pues en aquellos años, los jueves por las tardes no había clase en las escuelas por ser el descanso semanal.
 El cronista se emociona cuando extrae de su  “cofre de recuerdos” una tarde de un jueves del año 1960:
“Cuando mi primo y, gran amigo, Pedro Castillo, El Poeta, mi hermano Andrés y yo, nos disponíamos a oír un programa infantil que seguíamos todos los jueves, en casa de Pedro, titulado “Babalín”, oímos unos golpes a la puerta. Al abrir, sorprendidos, vimos un fraile metido en años de larga y blanca barba y hábito marrón que calzaba unas austeras sandalias sin llevar calcetines. Con su mirada transparente y su sonrisa penetrante, nos pareció ver a uno de aquellos santos que don Modesto, el cura de los niños, nos describía cuando nos daba catequesis.

  “Buenas tardes, angelitos. Soy el limosnero capuchino de Montehano que vengo pidiendo para nuestra comunidad. Esta tarde me toca La Bárcena y Cerbiago, ¿me acompañáis para ayudarme en esta tarea piadosa?
Nosotros asentimos al instante con unanimidad, sin pensar en la pérdida del precioso programa radiofónico “Babalín”. Y como los tres mosqueteros, ayudantes del lego capuchino, iniciamos el recorrido en nuestro barrio de La Bárcena. Después nos encaminamos hacia Cerbiago. Antes de iniciar la subida hicimos un breve descanso y el hermano Juan José mandó a mi hermano, ya que era el mayor, con una saca de alubias hasta el comercio de Alfonso Setién. Desde este punto él lo llevaría hasta la estación de Marrón. Pedro y yo seguimos con el hermano capuchino en nuestro noble cometido.
En las cercanías de “El Regato Revilla”  rezamos un padrenuestro y tres avemarías. “Para que Andresín vaya con bien hasta la tienda del bienhechor Alfonso Setién”, dijo el hermano Juan José. Ahí nos encontramos con “Vicentuco” Otegui que con su bondad a raudales y su simpatía desbordante se dirigió a nuestro ilustre acompañante con un cariñoso saludo a la vez que decía: “Buena compañía lleva hermano”… “Muy buena, son unos angelitos”, contestó el hermano con sonrisa de agradecimiento.

   Pedro y yo seguimos pateando y rezando por Cerbiago hasta acabar la tarea encomendada. Al final, reunidos con mi hermano en Ampuero, el limosnero de Montehano nos dio de recompensa una peseta y una estampa de La Divina Pastora a cada uno.
Pedro, “El poeta”, siempre me recuerda: “¿Te acuerdas del lego de Montehano?, nosotros que íbamos a escuchar el programa de Babalín y nos pasamos la tarde rezando”… Así éramos los niños de los sesenta”.
El hermano Juan José de Villanueva, estampa inolvidable del costumbrismo religioso de los ampuerenses metidos en años, correspondía al nombre de pila de Jerónimo Fernández Rodríguez. Nació en Villanueva del Árbol, provincia de León, el 28 de octubre de 1883 y murió en Montehano el 16 de agosto de 1969 a la edad de 86 años.

   “La alegría franciscana, la sencillez evangélica, la austeridad, el amor a la Orden y la devoción a la Virgen fueron las virtudes que adornaron la vida de fray Juan José de Villanueva. Su oficio de limosnero, en el que trabajó por espacio de casi cuarenta años, no se limitó solamente a la recaudación de limosnas; trató siempre de ser un verdadero apóstol predicando el sermón del “buen ejemplo” mediante la caridad, amabilidad y buen comportamiento”.
Este último párrafo es la síntesis auténtica de la vida del inolvidable limosnero que se conserva en el convento de Montehano.


1 comentario:

  1. Preciosa historia y vida ejemplar. En la foto se ve el aspecto beatífico de este buen hombre. No la conocía. Gracias.

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