(Agradecemos a José Luís Aparicio que nos enviara el artículo para poderlo subir a este blog)
LA
NOGALERA: FERIAL, TAURINA Y BOLERA (SECUENCIAS Y PERSONAJES DE UN TIEMPO)
Desde
hace más de 100 años el emplazamiento de
La Nogalera ha supuesto un atractivo singular para todos los ampuerenses, al
aglutinar diferentes actividades que han
hecho de su entorno una seña de identidad propia.. Por ello, cualquier amante
que se preste de las tradiciones y
costumbres de nuestro pueblo, en alguna
ocasión habrá tenido que visitar este reconocido enclave.
Hablar
de La Nogalera es remitirse a la historia contemporánea de nuestro pueblo,
donde hemos podido disfrutrar durante muchas décadas de prácticas tan dispares,
pero ilusionantes, como es el noble
deporte del pasabolo, las grandes
citas taurinas y sus tradicionales exposiciones ganaderas, dentro de un espacio único. No obstante, éste
ha estado obligado a soportar diferentes avatares, como son las fuertes
crecidas e inundaciones provocadas por sus ríos anexionados, quedando anegado
su entorno y aledaños, y en ocasiones
acudiendo al rescate de alguno de los moradores del viejo edificio
taurino (por su intensidad recuerdo los años 76,78, 83).
Las diferentes propuestas y acuerdos favorables
alcanzados en sus orígenes por el consistorio local, hicieron posible que
bolera y coso taurino unido al recinto ferial,
hayan podido convivir en el tiempo en este mismo lugar, llevando una vida paralela y unida.
Entre
las viejas hileras de plátanos de La Nogalera,
se han sustentado los amarres del ganado durante décadas, convertido temporalmente en
recinto ferial, exponiéndose en este
inmejorable marco el ganado vacuno más selecto
de la Comarca del Asón y Trasmiera, y que tradicionalmente se daban cita
con carácter mensual -1er. sábado de més- (en ocasiones más de 1.000
cabezas), compitiendo por entonces con otras ferias apreciadas de la
región destacando, Ramales, Orejo, Beranga, Solares, Torrelavega. Recordar a
los tratantes de ganado de la época que
concurrían (mencionar cariñosamente a Los Murriatos de Espinosa, Sindo Abascal, Los Larrauri “Lucía la coja”,
Manolín Sisniega, Manolo “El garito” de Bustablao y otros muchos), gente
experimentada en las artes de la compra-venta de ganado que con un apretón de
manos zanjaban una operación -a veces
difícil, pero nunca imposible-. Este impacto
por las transacciones comerciales, el mercado tradicional semanal y
otros aspectos favorables, supuso para nuestro pueblo durante años un importe
impulso económico y esplendor comercial,
donde llegaron a concentrarse en su arteria principal diferentes gremios y negocios ( zapaterías,
ferretería, peluqueros, perfumerías, carnicerias, mercerías, confección y
textiles reconocidos, restaurantes-cafeterias y hotel, confitería, despachos
lácteos, ultramarinos, servicio
telefonía, entidad financiera, joyería-relojería, marmolería, carpintería,
almacén maderas, funeraria..) por lo que este espacio llego a denominarse en un
tiempo la Calle del Comercio (como en la
actualidad). Evidentemente eran otros tiempos.
Donde
alcanza su mayor reconocimiento popular La Nogalera procede de las ferias
taurinas y sus encierros, y como comenta
el historiador local Santiago Brera, la existencia de festejos taurinos y
boleras esta documentada desde la década de 1870.
Durante
esta dilatada historia taurina, tanto en
el albero de la vieja plaza como la nueva construida a partir de 1976,
han realizado el paseíllo ilustres espadas de las principales familias de la
tauromaquia nacional (los Ordoñez, Bienvenida, Vázquez, Esplá, Robles,
Aparicio, Ortega…..) además de otros destacados novilleros del momento, y sin
olvidar a nuestros matadores locales que por su arte y valía todos hemos
recordado en algún momento.
Por
mencionar una gran tarde en la Nogalera, en mi retina todavía permanece la
extraordinaria faena que presencié de un joven novillero de Palma del Rio. Se
llamaba Vicente Linares, y esa tarde lo hizo todo bién y triunfó, cortando a su primer novillo
las dos orejas y el rabo.
Hablar
de la antigua plaza de toros, es sentir
las vivencias de sus ocupantes. Fue
residencia durante años de una persona inolvidable que muchos conocimos; se llamaba Berto “El Vivillo” y
procedía del barrio de Cerbiago, siempre risueño y con arrugas profundas en sus
mejillas que delataban una vida en condiciones difíciles. El forma parte de la historia taurina del
viejo edificio de la Nogalera. Fue el inquilino fiel durante más de 40 años en
situaciones adversas, y una de sus funciones encomendadas era la de recibir
efusivamente a los mayorales encargados de desencajonar a los morlacos
procedentes de las dehesas, además de dar el pienso a los animales, y siempre
con una aptitud desenfadada de sobresaliente, lo que le provocó algún disgusto
con las reses. El supo sortear los
envites de las inoportunas crecidas del viejo
rio Sauga, saliendo airoso en todas. Estas inundaciones pudieron marcar
el inicio de los encierros actuales, al
tener que desalojar las reses bravas del recinto taurino a lugar seguro.
La
Nogalera como centro de reunión de muchas tardes del domingo, ha cultivado en
sus boleras un referente deportivo regional como es el pasabolo tablón.
Considerada en un tiempo como “la catedral” del pasabolo nacional, ha visto
crecer junto a sus carrejos a los mejores tiradores locales de su época (de
Ricardo Ateca hasta los Trevilla, Bibi,…) llegando a alcanzar muchos de
ellos la gloria.
Las
tardes en la bolera de Secunza, que regento durante más de 50 años (antes su padre)
resultaban amenas, destacando el coloquio animado en su cantina dentro de un
ambiente bolístico y también taurino, por encontrase situada en los bajos de la
antigua plaza de toros. Desde aquí agradezco su generosidad. -por tantos
porrones “de lo ricu”- y cariño
demostrado, enviando un fuerte abrazo a su familia por su perdida reciente.
Destacar igualmente otras virtudes profesionales de Manolo como fueron las que desarrolló en su
taller artesano, donde se labraron con
maestría en sus tornos las bolas y bolos que han hecho grandes campeones. El
ocupa un espacio destacado en la leyenda de nuestro pasabolo.
En
los grandes torneos y competiciones en la Nogalera (campeonatos de España,
desafíos Vizcaya-Cantabria por parejas, bola de oro….) -en algunos más de 2000 aficionados-, se
reunían apostadores ocasionales, quienes se permitían jugar las 25, 30, 50 y
más pesetas de la época ( por su habilidad y astucia recuerdo a José López
“Chelín” y Santos Abascal).
Sin
lugar a dudas el mejor escaparate de la Nogalera se ubica en el Boulevard,
desde donde se puede disfrutar en su amplitud
su mejor visión. Situado frente a la cancha de juego de la antigua
bolera de pasabolo -al otro lado del rio Vallino- permitía divisar la jugada en
su explendor, desde el momento del lance de la bola hasta el vuelo de los tres
palos y su caída.
Decir
por último que el recinto de la Nogalera, además, ha sido un espacio abierto a
la diversidad, donde han concurrido
desde las divertidas veladas circenses hasta los conciertos musicales, sin olvidar los diferentes combates de boxeo y lucha libre
programados, y sobre todo, al mantenimiento de las tradiciones y costumbres
populares.
Los
ampuerenses tenemos que estar orgullosos y esperanzados porque La Nogalera está
y sigue viva, y ha sabido simultanear la esencia de valores como el arte, la
cultura y el deporte.
Fdo,
José Luis Aparicio Abajo (exjugador pasabolo/Ampuero)
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