La Fuente de la Rana
va a tratar en las próximas entradas sobre el pequeño comercio
En un viejo ejemplar del periódico local “Luz Cántabra” figura una
pequeña noticia referente a la apertura, en el mes de junio de 1911, de la
Confitería de Leandro Martínez situada frente al Ayuntamiento.
“Ayer fue inaugurado frente a la casa ayuntamiento un nuevo
establecimiento, de ultramarinos y confitería propiedad de nuestro amigo D.
Leandro Martínez Zorrilla, hijo político del secretario del ayuntamiento, D.
Ignacio Pacheco.
Por exceso de original en este número,
dejamos de reseñar la bien acabada y artística instalación del nuevo
establecimiento, lo que prometemos hacer en nuestro número próximo, deseando
entre tanto al querido amigo tan buenos negocios como deseos de agradar al público
le animan”.
Y ahí sigue… “viendo pasar el tiempo” a cargo ahora de
Jesús Leandro, nieto de su fundador.
Hay que lamentar mucho la muerte
este año de su padre, Leandrín Martínez; una persona amable y popular, que fue
bien conocedora de la historia de nuestro pueblo y que deleitó a varias
generaciones de ampuerenses con sus magníficas cocadas, emparedados, buñuelos
de crema y multitud de dulces propuestas.
La “Pastelería Martínez” sigue
abierta con buena salud, considerable éxito para los tiempos que corren,
felicidades por lo tanto por haber superado el centenario y seguir en pie.
Con seguridad como todos los negocios decanos del pueblo vivió años
difíciles, cuyo exponente más grave se situó en el primer periodo de la Guerra
Civil y etapas de prosperidad prolongadas en las cuales Ampuero fue el eje
comercial de la Comarca del Asón, de la Junta de Voto, de Guriezo, Carranza y
otros lugares próximos. Entonces Ampuero atraía a muchos forasteros por sus
ferias y mercados, por sus comercios, por sus fiestas y ambiente, sus
restaurantes…
Hoy los tiempos han cambiado profundamente, en muchos aspectos mejoraron
en otras cuestiones sin embargo el pueblo ha retrocedido como los cangrejos.
Juzgar lo que se ha perdido y sus causas lo dejamos para otra ocasión.
Detenerse a contemplar el pasado ya sirve de poco, lo urgente ahora es salir
del túnel actual que tanto nos inquieta. No cabe duda que la crisis afecta al
comercio de Ampuero como atañe también
al de Laredo, al de Santander o al de cualquier pueblo o ciudad de España. Por
todos lados desaparecen comercios - grandes y pequeños- numerosos negocios anuncian su venta, su alquiler, su
traspaso.
El centro urbano de Ampuero no son más de cuatro calles y se encuentran
en situación más o menos parecida. En la llamada calle del Comercio, que puede
ser la que más ha sufrido el deterioro, han desaparecido un montón de negocios,
hay unos cuantos solares por reconstruir que ofrecen una imagen de abandono y
desolación, tiendas con las persianas bajadas hace años,
y lo peor aún la previsión de que van a cerrar nuevos locales y con ello se
producirá más oscuridad y sensación de vacío.
La calle del Comercio sufre una ruin iluminación desde hace años, antes
aún de que comenzara la crisis, es un claro ejemplo de colocar farolas de un
tipo y quitar las de otro con un antojo poco efectivo.
Es comprensible que la crisis obligue al ayuntamiento a limitar el
consumo de luz, pero hay determinados días y no se sabe porque razón, la
mayor parte de las farolas se encuentran apagadas y la calle del Comercio a las
7 de la tarde es como una especie de túnel oscuro en los que no se ve ni a dos
montados en un burro a veinte metros.
Hay que pensar en la impresión que recibe el forastero, esos noches de poca luz , cuando atraviesa la "calle Mayor".
Entonces, en los nuevos aparcamientos situados frente al Hostal La Pinta la oscuridad adquiere tintes siniestros.
Y están los tiempos como para favorecer a los bandoleros.
Y están los tiempos como para favorecer a los bandoleros.
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