lunes, 24 de junio de 2013

Udalla, la escuela sin maestra


     Cuando el benemérito don José Setién, de grata memoria, mandó construir y donó al pueblo el edificio escuela que durante tantos años y después de su fallecimiento, sostuvo con el legado que para tal fin asignó en su testamento, nunca faltó profesora que en los días reglamentarios cumpliera su cometido; pero al ser incorporada al Estado, hace siete años, parece que al perder la protección material de aquel bondadoso caballero, la retiró también, desde el cielo, su protección espiritual.

     Udalla, un lugar de 221 habitantes, con ferrocarril, teléfono, a dos horas de viaje a Bilbao y otras dos a Santander, es por lo que venimos comprobando, una plaza ideal para las maestras propietarias (vista desde el mapa o los anuarios), porque en la práctica resulta la escuela "maldita", ya que en ella tenemos la desgracia de que no pare una maestra ni el tiempo reglamentario, si es que está reglamentaria la permanencia en la que le ha sido concedida a cada aspirante.

En estos siete años han desfilado por su mesa directriz nueve profesoras, de ellas , tres propietarias y seis interinas, y en cada cambio de maestras perdido de quince a treinta días de clase; las niñas. Porque hay que advertir que las enfermedades y los motivos y causas para no venir a cumplir con la obligación contraída, siempre se originan a las señoras profesoras unos día antes de dar comienzo las clases y nunca al empezar las vacaciones.

El caso de la última maestra propietaria es notable. Tomó posesión cinco días antes de comenzar el curso de la interina, que por cierto, había cumplido durante todo el año escolar y parte del anterior muy bien con su cometido, y ahora, próximo a reanudarse las clases, sabemos que ha pedido y le ha sido concedido la excedencia, con lo que, aunque las razones que tenga para ello sean muy poderosas, se ha perjudicado a una laboriosa compañera y a un pueblo,  cuyas niñas se quedarán como en otros cursos, durante varias fechas sin clase, si la Junta Provincial de Primera Enseñanza no repara este entuerto oportunamente.

Laurín. El Cantábrico. 1934

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