LA CRISIS: EFECTOS COLATERALES II
Hace unos
días vendía por los comercios de Ampuero bayetas limpiadoras una persona joven
de maneras un tanto atropelladas y poco formales, al menos bajo mi punto de
vista.
Me dijo que
servían para limpiar cristales y otras cosas más que ahora no recuerdo, yo le
dije que tenía varias bayetas casi sin usar y que por lo tanto no las
necesitaba.Él volvió a insistir en las virtudes de aquellos trapos y en el bajo precio en el que me los dejaba.
De nuevo repetí que no me interesaban porque ya tenía.
Él entonces, comenzó a mostrarse inquieto, como si no me entendiera, volvió a lo suyo, parecía no admitir que yo no fuera a comprarle sus bayetas.
(El vendedor agresivo e insistente puede estar de moda pero crea también mucho rechazo y yo pienso que a la larga o a medio plazo pierde más ventas que gana por su estilo arrogante).
Aludió ahora a que tenía familia, hijos que alimentar. Yo me mantuve en mis trece, tampoco era cuestión de justificar más mi decisión ni comentarle que también yo tengo familia y que esta mañana pocos clientes me habían visitado.
El vendedor de las bayetas comenzó como hablar entre dientes soltando tacos bien gordos imagino y por fin se dirigió a la puerta, pero antes de salir se volvió y me dijo en un tono medio amenazante medio reflexivo: “El problema es que somos demasiados buenos, es lo que pasa hoy en día”.
Coincidí a
las pocas horas con una persona mayor que me habló también de este sujeto, que
le quiso vender las bayetas en la plaza y como no se las compró también se
mostró de una manera hostil.
Arreglados
estamos si los nuevos “cheguevaras” apuntan sus fusiles hacia los pequeños
autónomos, las amas de casa que salen hacer las compras, la cajera de un
supermercado, un jubilado que pasea etc.
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