martes, 8 de octubre de 2013

La Luz



     Ya se aprecia con crudeza lo temprano que anochece y eso que hasta el domingo 27 de octubre no retrasan la hora.
     Esta noche, al cerrar el comercio a las ocho, las calles ya están envueltas en una oscuridad enojosa.
     Hace años que Ampuero no goza de una iluminación adecuada y ahora con la crisis la cuestión se ha agravado de forma preocupante. Los responsables municipales debieran reflexionar sobre ello y emplear un tiempo en valorar donde se encuentran los puntos débiles y reforzar el número de bombillas que deben encenderse.
     Deben juzgar las consecuencias que tiene que las calles, los aparcamientos, la plaza, los jardines y otros lugares públicos se encuentren tan en penumbra.
     Desde luego no se da una buena imagen ante los forasteros y no es conveniente esta falta de luz para el comercio, para la hostelería, para los transeúntes en general. El pueblo en sí ofrece una cara triste, se empobrece, se devalúa. Puede incentivar el aumento de la delincuencia y de estados de ánimo pesimistas y de desánimo contagioso.
     Claro está que aunque se iluminara el pueblo con mil bombillas más no por ello está asegurado que se frenara la caída, que las cosas fuesen a cambiar a partir de entonces; pero aunque no vivamos en una metrópolis tampoco en un páramo desierto donde nos acechan los lobos.





    

     

    

    

    

 

 

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