“Los
pequeños detalles integran el conjunto armónico de un pueblo y a ellos
debe encaminarse el interés de todo
Ayuntamiento, persiguiendo la simpatía y cariño del pueblo que rige,
satisfaciendo sus justas necesidades y proporcionando en esos nimios deseos, el
aplauso y atracción del forastero, apoyo para ese Comercio que por ser su
propio sostén debe proteger por todos los medios, sacrificando miras
particulares, únicas causas que levantan la discordia y el descontento.
Claro está,
que por mucho celo que el Ayuntamiento despliegue, cae en errores y no está al
alcance de todos los puntos; pero en unos la triste experiencia y en otras las
indicaciones del mismo pueblo interesado en su engrandecimiento pueden hacer
que sean notados y esperar que sean corregidos.
Tenemos una
plaza, mercado y punto de reunión en las fiestas populares, que con loable
sacrificio ha sido asfaltado; pero conocemos suficientemente el efecto que el
excesivo calor causa en esta substancia, reblandeciéndola y haciendo irregular
su plana superficie, hasta el extremo, si no se pone remedio, de llegar a
estropearse por completo con sus baches, descascarillados y promontorios; en
estas condiciones y recalentado por el sol, se hace insoportable el paseo los
días de baile y es una segura ganancia para zapateros y pedícuros.
Esto se
evitaría, influyendo en su duración, con una manga de riego que enchufada en la
fuente, refrescaría, sin esfuerzo ni gasto alguno, el piso y sanearía el
caluroso ambiente. Y hasta como el gasto que supone es reducidísimo comparado
con la utilidad que reporta, puede estar provista de una bomba de mano, que a
más del servicio indicado y estando como estamos rodeados de aguas abundantes,
prestaríanlo en un caso de incendio como el de la mañana del 9, prescindiendo
por lo tanto de esa primitiva cadena de cubos, herradas y demás cacharros, que
requieren el esfuerzo y voluntad de todo un pueblo y constituyen una chacota al
progreso.
Otro pequeño
detalle y que ya expusimos en uno de los números anteriores, es el colocar
asientos alrededor de la plaza, como aliciente para los mirones y descanso de
los amantes del baile. Basta con ordenar a los empleados municipales, que todos
los días festivos saquen el número suficiente, de los bancos del Ayuntamiento
que en años anteriores prestaban análogo servicio, para que quede satisfecho
este pequeño deseo del pueblo”.
Ampuero. Domingo 18 de
junio de 1911.
“Luz Cántabra”. Semanario
Independiente
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