domingo, 15 de febrero de 2015

Los Atrancos, por Garper

                                        EL RINCÓN DE GARPER


                                                        LOS ATRANCOS

   En 1980 publiqué el librito: La Bárcena de Ampuero (Un barrio para la historia). El capítulo, Por la ruta de La Bárcena lo iniciaba así:
   “De Ampuero al barrio de La Bárcena, al barrio del Palacio de los Espina, al barrio de la alegría, se llega en pocos minutos. Pero si el visitante quiere ojear toda la belleza y desea experimentar la alegría de un buen recibimiento en este bucólico lugar, lo debe tomar con calma, ¡con mucha calma!
   Salimos de Ampuero, y una vez dejado el “Puente Pequeño”, tomamos la carretera que va hacia el Valle de Guriezo. Atrás queda la Iglesia Parroquial Santa María, con su viejo reloj y el campanario, donde tantas horas pasaron los últimos campaneros: “Tío Terio”, “Nino” y Tomás. La vieja encinona, las escuelas y frente a éstas, el río Vallino, transcurriendo con estrofas silenciosas, como diría, Gerardo Diego. Tan en silencio pasa por aquí, que se conoce también por el río Silencio.
   Pasamos la alameda, bajo los grandes castaños indios, con sus castañas pilongas, que de niños nos decían: “no comas castañas pilongas, pues te quedas enano” y también bajo los hermosos tilos de la tranquilidad. Una vez pasado el lugar donde estaba ubicada la casa de Leandro Echevarría, junto al pozo “Malvecino”, podemos decir que estamos en terreno de La Bárcena. Río arriba llegamos a los atrancos, que sirven para cruzar e ir a Bernales.”
   Los atrancos caminan ya hacía los sesenta años. Sustituyeron a los antiguos, que eran enormes piedras; piedras que con las riadas desaparecían. Por eso se hicieron éstos con buena base y punta triangular para cortar el agua. El difunto Miguel Martínez Colina, vecino de El Muradón, fue el encargado de llevar a feliz término esta entrañable obra.
   Qué bien guardo las imágenes de la construcción de los atrancos. Para un niño de seis años era toda una novedad ver, desde  la ventana del palacio, el trajín de los hombres de La Bárcena y Bernales. Miguel Martínez Colina fue el alma mater de la obra, un trabajo de los denominados “a prestación”, donde los vecinos arrimaban el hombro de una forma solidaria y ejemplar. Mi hermano mayor, “Lolo, el del palacio”, siempre me decía: “Colina (se le conocía por su segundo apellido) es un hombre con mucha personalidad, trabajador, responsable, excelente carpintero y magnífico pescador de salmones. Su hijo Miguelín es de mi quinta. Es muy bueno y muy inteligente y con su buena escuela se ha abierto camino en Madrid, trabajando en las oficinas de una buena empresa.


                                                     Miguel Martínez Colina y familia

Como decíamos, Miguel Martínez Colina, hizo tres cajas de maderas o moldes de forma pentagonal con una exactitud de gran artista. La construcción se llevó a cabo con la mano de obra de los vecinos de La Bárcena y Bernales que alternaban las jornadas. Cada jornada se hacían tres. Miguel quitaba con mucho cuidado los tres moldes y se ponían para los tres siguientes. Se echaba el hormigón, con unas profundas estacas de
eucalipto, pues esta madera con el agua se hace fuerte e irrompible. Marcelino González, “Nino el del molino” siempre me tiene dicho que el costo económico corrió a cuenta de don Patricio Cuadra, indiano de Bernales y don Manuel Martínez (hermano del legendario jugador de pasabolo Bibiano Martínez) indiano de La Bárcena. “Pauli” Secunza, fue el ayudante de Miguel. Que estos recuerdos sirvan de homenaje a todos los que hicieron posible esta construcción que hoy podemos engrosar en la lista del patrimonio cultural de Ampuero…

                                                                                              Jesús García Pérez


Los Atrancos, hoy en día, después de haberlos reparado, se han hecho nuevos dos o tres y estos antiguos que retiraron los han colocado como bancos. Una buena idea, así debían ser todos los bancos de Ampuero, de piedra,  para que no ocurra lo del paseo de la presa que los rompen todos los gamberros.

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