domingo, 29 de marzo de 2015

Riadas Históricas, por Garper


EL RINCÓN DE GARPER
 
RIADAS HISTÓRICAS DEL ASÓN

        Ampuero y el río Asón mantienen, desde tiempos lejanos, una estrecha vinculación salpicada, en algunas ocasiones, por las riadas que nuestro río mayor hace vivir a la población con angustia.

   Nace saltarín el Asón, como si de un mozo de los encierros se tratara; saltarín y alegre desde su cuna de Soba. Denominado Sanga o Sauga en tiempos de los romanos. Único río cántabro citado por Cayo Segundo, “Plinio”. A poca distancia de su nacimiento, sus aguas calizas dan origen a una bellísima cascada, conocida como “Cola de caballo”. Tal vez el ruido que produce sea el origen de su nombre: “Aqua Sonans”, Aqua SONans, Asón.

   Como decíamos, nuestro bello río, en muchas ocasiones altivo y respetuoso se enfada produciendo riadas que alarman la población con grandes inundaciones a la sombra del monte Candiano.

   Ante los acontecimientos ocurridos con las inundaciones de días pasados, producidas por la última riada del Asón, que tuvo su origen en la borrasca “Mischa”, hemos adelantado, como si de una clase ocasional se tratara, el artículo de las grandes riadas.

   Los más ancianos de la localidad recuerdan una riada similar a la que acabamos de vivir en el año 1936, pero en aquel año el hecho pasó a un lugar secundario, ya que España padecía los horrores, como si de una riada de fatales consecuencias se tratara, de la guerra civil.

   Veinte años más tarde, un 19 de junio de 1955, o tal vez de 1956, hubo otra de fatales consecuencias para toda la comarca. Fue conocida como “la riada de los quesos” ya que las aguas llevaron río abajo todos los quesos de una fábrica de Ramales. También pudo ser cuando se decía : “Ha venido el Gobernador Civil y han sacado a Berto el Vivillo con una barca”. Berto el Vivillo, estoicamente, padeció muchas inundaciones en la plaza de toros. Tenía una cama de hierro muy alta que en más de una ocasión le libró de las aguas…

   El 13 de junio de 1977, en vísperas de las primeras elecciones democráticas, (15 de junio) que ratificaron a Adolfo Suárez, de la UCD, como Presidente de Gobierno, Ampuero padeció otra dantesca riada.

   Al siguiente año, casi en las mismas fechas, durante la noche del martes 6 y la madrugada del miércoles 7 de junio tuvo lugar “la riada de 1978”, hasta la fecha considerada como la más grande. Esta vez con el triste recuerdo de una víctima humana y pérdidas estimadas en nuestra localidad cerca de los 500 millones de pesetas. En la línea ferroviaria, concretamente en el tramo Gibaja-Marrón, desaparecieron 300 metros de vía, por lo que la comunicaciones ferroviarias tardaron varios días en restablecerse.

   De nuestra hemeroteca entresacamos lo que Juan Antonio Prieto escribía: - Fue terrible – decía un vecino de Ampuero -. Me despertó la lluvia, que no había cesado en toda la noche. Fui corriendo a sacar los chones y vi llegar la riada hacia la casa de Andrés Tabernilla. Fue todo cuestión de minutos. Después presencié como se lo llevaba el agua cuando abrió la puerta de su casa”…”Su esposa e hija no tuvieron más remedio, según cuenta Ramón Herrero Mendiondo, que subirse al fogón de la cocina, llegándoles el agua al cuello – y en este caso no se trata de una frase hecha -…”cuando el agua había decrecido, Ramón Herrero y Antonio Ruiz, a bordo de la barca pudieron  rescatar a las dos mujeres”…

   En agosto del año 1983 empezó a llover torrencialmente el día 24, festividad de San Bartolomé y en tres días se formó otra riada para el recuerdo, aunque no fue como las anteriores. Como diría León Tolstói: Guerra y Paz, entre Ampuero y el Asón, con su aliado el Vallino cuando deja de ser el Silencio.
 
                                                              En barca por la plaza
 

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