domingo, 24 de abril de 2016

Falleció el ex-alcalde Mateo Rivas

En nuestra edición del domingo último y en la precipitación propia de la sorpresa que nos causó la noticia recibida al cerrar el número de ese día, dimos cuenta a nuestros lectores de la muerte de nuestro buen amigo el venerable anciano D. Mateo Rivas y Salas. D Mateo era un hombre popular cuya muerte sentirán todas las clases sociales que cultivaron la sencillez de su trato y las excelencias de su bondadoso carácter.
Padre amantísimo, caballeroso y recto, atesoraba todo un caudal de virtudes cívicas inherentes a la proverbial hidalguía montañesa.
Era un carácter pletórico de iniciativas y bondades encaminadas al engrandecimiento de su pueblo y de la villa donde tenía sus más caras afecciones.
Un hombre progresivo que sabía hermanar el pasado con el presente, un corazón leal que nunca quiso esclavizar a la indigencia ni manchar la nobleza de sus sentimientos con la ponzoña de la venganza. Por eso murió tranquilo y querido de todos, conservando hasta los últimos instantes de su vida, el pleno dominio de todas sus facultades mentales, y una gran movilidad más bien propia de la juventud que de un anciano que frisaba en los ochenta y cinco años.
El entierro y funerales han sido, como no podía menos de esperarse, otras tantas manifestaciones elocuentes de las muchas simpatías con que contaba el finado y su distinguida familia.
Desde la capital y de la inmensa mayoría de los pueblos del Distrito de Laredo, acudieron presuroros muchas personalidades, de la más alta significación que a más de sus representaciones personales traían las de sus numerosos amigos que compartían con la familia del finado el  justo dolor que siente por tan irreparable pérdida. Los convecinos de Udalla y Ampuero, pueden decirse, sin acudir a la hipérbole, que acudieron en masa a testimoniar con su presencia las grandes simpatías que siempre supo inspirarle el bueno de D. Mateo como le llamaban en el pueblo.
Desde el año 1899 desempeñó la Alcaldía de esta villa habiendo dejado grata memoria por sus iniciativas traducidas en reformas provechosas que han conseguido ponerla a la altura de las grandes villas de nuestra provincia en urbanización, higiene y cultura fomentando a la vez el desarrollo comercial. Sustituyó en la Alcaldía a su pariente y amigo D. Federico Somarriba (que fue un excelente Alcalde) siguiendo con voluntad y decidida las huellas de su antecesor y de otras anteriores, teniendo la satisfacción de ver coronadas por el éxito las obras por él emprendidas que hoy podemos observar con satisfacción y como prueba de sus acertadas disposiciones.
Parecía llamado a ser Alcalde vitalicio puesto que a pesar de su avanzada edad y en contra de sus deseos, resultaba siempre reelegido por los sufragios de sus convecinos, hasta que se vio obligado a oponer rotundo veto negándose a continuar lo que para él iba haciéndose pesada carga abandonando el bastón que también supo empuñar por espacio de diez años consecutivos.
De su paso por la Alcaldía nos queda la terminación de las obras de alcantarillado y reforma de calles, la construcción de la Casa Consistorial, el traslado de la feria a la Nogalera, local más espacioso y en mejores condiciones que el antiguo, el plano de población con el proyecto de construcción una gran vía y el proyecto de asfaltado de la plaza pública que terminó felizmente su sucesor D. Victoriano Rivas del Rivero.
Descanse en paz el padre cariñoso, el Alcalde modelo, el ciudadano amante de su prójimo, que tan gratos recuerdos supo legar. A su familia enviamos nuestro más sentido pésame y en especialidad a sus hijos D. Ricardo y D. Amadeo y a sus hijos políticos el Senador del Reino D. Enrique Pico, el Arquitecto y Director de la Escuela Industrial de Santander D. Emilio de la Torriente y el Notario de Ampuero don Mateo Rivas con cuya amistad nos honramos.

                                                                            Luz Cántabra. Domingo 24 de Septiembre de 1911.

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