sábado, 9 de julio de 2016

Obama en Ampuero


El Air Force One aterrizó en el Severiano Ballesteros a las 16:13. Un emocionado Revilla recibió a la escalinata del avión con un cálido abrazo al presidente de los Estados Unidos; su esposa Aurora acogió con besos a Michelle y la Coral Salvé de Laredo interpretó el tema “New York, New York”.

Pocos conocían que Revilla llevaba meses planificando esta visita y que removió Roma con Santiago para conseguirla. Aprovechó el viaje del mandatario a la Cumbre Mundial sobre el Agua que se celebró en Soria para que pudiera pisar suelo cántabro.  Su principal baza la halló al constatar en facebook que Michelle era apasionada de las cuevas y de las pinturas rupestres. También ayudó mucho las latas de anchoas y los sobaos pasiegos que envío al embajador.
A los inquilinos de la Casa Blanca les cautivó Altamira y también los orujos con hierba que tomaron en Santillana del Mar.
-¡Amigo Barak no te vayas tan pronto a Washington!- señaló Revilla con gesto afligido y consultando su agenda exclamó con recobrada euforia.- ¡Vamos a Ampuero a tirar el Chupinazo!
La noticia se propagó como el fuego en un pajar y todos querían ver al famoso matrimonio americano en el balcón de la casa consistorial leer el pregón de fiestas y lanzar la bomba.

 El servicio secreto perdió el control de la situación tan pronto como los Obama se bajaron del cadillac presidencial junto al  Monumento al Corredor del Encierro. En el multitudinario pasacalles todos querían hacerse un selfi con ellos. Los miembros de las peñas les aunaron al cuello los clásicos pañuelos rojos y les colocaron varias pegatinas. Michelle lucía el pin del 75 Aniversario y la boina de los Silenciosos ya a la altura de La Fuente de la Rana.
Freire y otros de la Única invitaban a los escoltas a beber de la bota de vino porque los veían con caras desencajadas. Fue un alivio para todos ellos alcanzar el Ayuntamiento. El gentío reunido era impresionante.
Jesús Leandro fue envidiado porque alquiló los balcones de su vivienda por ocho mil euros a la euskal telebista.
Había tanta gente en el recibidor y en la escalera  que los guardaespaldas sugirieron a Obama subir en el ascensor y toda la vida tendrían para arrepentirse de tal decisión. Fue una cuestión de mala suerte, algo que ni aunque veas terminas de creer, sin duda un contratiempo, una jugarreta del destino. ¡Vamos que aquel día sacaron la bola negra del bombo!

 Obama, la primera dama, Revilla y su esposa y el alcalde de Ampuero y Lourdes quedaron atrapados en el ascensor, sin remedio, sin salida, sin solución, en tierra de nadie, aislados. Claro que avisaron al técnico inmediatamente pero éste se encontraba de servicio en Reinosa, dos monjas octogenarias se habían quedado aprisionadas en otro ascensor y tenía que resolver primero aquel entuerto.
- Pero vamos que en cuanto termine voy pitando para allá-  dijo con campechanía.
El ambiente en la calle fue caldeándose, pasaban los minutos y nadie se asomaba al balcón. El entusiasmo inicial fue tornándose en un malestar colectivo y contagioso.
-          Hay que tirar el chupinazo cuanto antes- señaló Eduardo, el concejal de festejos, ya preocupado por la situación-  Los chavales ya han bebido todo el calimocho y ahora nos tiran con las botellas.
-          Sí-  manifestó Susana-  la gente se está exaltando, ya han roto los cristales de una ventana.
-          ¿Qué hacemos? - preguntó Nerea contagiada ya por el pánico- la policía nos ha prohibido dar cualquier tipo de explicación. ¡Pensar algo, rápido!
- Se me ocurre una idea- dijo Pedro Deza de sopetón.
Cuando expuso el plan, a todos les pareció descabellado.
-Es arriesgado pero tal vez resulte- manifestó con autoridad  Blanca, la senadora.

Pedro llamó a su mujer por teléfono para que acercara al ayuntamiento un bote de betún- Ya sabes el frasco que uso para hacer de Baltasar - recalcó Pedro.
Costó tiempo convencer a Alicia de la Sen, para que se dejara pintar la cara e interpretar el papel de Michelle.
- Eres la que más se puede parecer a ella - afirmó convencido Víctor a su compañera.
- Mira que bien has quedado -  dijo Jessica acercándola un espejo de mano.
- No, prefiero no verme. ¡Y abrir cuanto antes el balcón! y que sea lo que Dios quiera.
- ¿Y qué digo? - preguntó Pedro en el último momento a Salvador.
- Después del himno de Ampuero dices: Hola ampuerenses, pero con acento americano, prendes la mecha, sonríes y te metes para dentro lo antes posible- le indicó Salva.
- Dí también “yes we can”- le sugirió Alberto-.
- Y “happy holidays”- añadió Nerea.
- Eso mejor que lo diga Alicia- dijo finalmente Víctor.
- ¿Yo?  
¡ Dios mío que venga pronto el técnico del ascensor porque sino tendremos que acudir con estos dos a la Procesión de las Antorchas! – exclamó el capitán de la Guardia Civil.
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3 comentarios:

  1. Buenísimo Santi. Muy divertido.
    Solo faltaba Pedro Deza tirando sobres de azucar del Dromedario desde el balcón.
    Repito buenísimo.

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  2. Jajaja enhorabuena. Una historia buenísima. Algo de lo más normal que podría pasar en Ampuero cualquier día.

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  3. Buenisimo... A lo Berlanga puro y duro :):) Un abrazo

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