martes, 30 de agosto de 2016

Lecturas de Verano. El Reclamo


El reclamo

      Leocadio Ramírez puso tanto empeño en dibujar señales en su maizal de Coterillo, como  reclamo, que un atardecer de verano una luz azul fosforescente lo cegó desde lo alto.
El encuentro no resultó como había imaginado tantas veces. Al recobrar el conocimiento advirtió que lo conducían en camilla por un pasillo acristalado y su cabeza recibía insufribles martillazos. En ese estado de dolor y desconcierto creyó ver animales como invernando y cubiertos por una sustancia blanquecina. Intentó incorporarse pero quienes lo trasladaban le presionaron la frente hasta tumbarlo de nuevo. No eran personas normales sino figuras etéreas que en lugar de andar parecía que flotasen y sus manos no tenían dedos sino  apéndices elásticos. 
Leocadio se estremeció horrorizado cuando lo metieron en la última de las salas y contempló  en otra camilla a Ceferino, el panadero, a quien desde hacía dos días buscaban en el pueblo y por los pozos del Asón. Aún se movía y su cuerpo estaba conectado por un sinfín de cables a un panel luminoso. Conservaba sus gafas pero no los ojos ni los brazos, ni una de sus piernas… ni tan siquiera sus genitales. Lo estaban desmontando.
(Del libro "Las Angulas del Malvecino y otros cuentos")

 

                                                        

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