Es posible que alguien, algún día, tuviese la ocurrencia de mandar a tomar por saco a un interlocutor que le estaba dando la tabarra y, para cortar de una vez, le dijera que se fuese «a cascarla a Ampuero». Y el dicho tuvo fortuna. Y como los dichos nacen del pueblo y es el pueblo el que se los apropia, en el imaginario popular la localidad de Ampuero fue sustituyendo paulatinamente al pabellón de la muerte, hasta anularlo.
Las generaciones jóvenes, que ven la muerte como una posibilidad muy lejana y se mueven más por impulsos hormonales, le dieron un sentido transitivo al verbo y lo identificaron con el asunto de la «meneanza», una interpretación procaz y equivocada. De ahí a mandar a la gente a «mamarla» a Ampuero –y no con el significado de que vayan al pueblo a emborracharse– sólo hay un paso, que algunos ya han dado. Y es posible que como un Ampuero reemplazó en su día al otro, suceda lo mismo en el futuro con el significado del verbo cascar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario