
De este modo comienza el capítulo dedicado a María del
Carmen Lavín García, integrado en el libro “Los Ecos de la Memoria- Cántabros
en Cuba”, de Aurelio Francos Lauredo y editado por la Universidad de Cantabria
en 2014.
Los padres de María eran Manuel Lavín Allende y Ramona
García Lavín y vivían en una casa que aún se mantiene en pie situada en la
Calle Abajo, junto a la rotonda. La última persona vinculada con su familia que vivió en ella fue Tomás Bergado Lavín hasta su fallecimiento hace unos tres años.
Los padres de María del Carmen habían emigrado a Cuba y allí tuvieron cinco hijos pero retornaron a España y en Ampuero nacieron otros tres. Pero cuando estalló la guerra… “deciden volver de nuevo a la Isla, saliendo por Francia toda la familia exiliada en un vapor francés del mismo nombre que nuestro destino: Cuba. Desde que llegamos aquí, donde cumplí mi primer año de edad, toda la familia hemos estado muy vinculados a la colonia española, comenzando por mi padre, el primero de nosotros en asociarse al Centro Montañés de la Habana, cuando a las mujeres no se les permitía pertenecer a la mayoría de las sociedades de emigrantes”.
En estas fotografías aparece María de bebé con sus hermanos, las fotos se tomaron en Ampuero en el estudio de Leoncio Marugán en 1936.
En Cuba se casó en el año 1962 creando una familia muy apegada a las raíces españolas, a la vez que respetando mucho todo lo cubano.
Sus padres llegaron a tener buena posición trabajando en la fabricación de sombreros. “En casa teníamos cocinera y otras comodidades que hicieron que a mí no me guste cocinar, al igual que tampoco a mi madre – ninguna de las dos hemos sido arroceras-, pero si preferimos la comida española, sobre todo los potajes y cocidos del norte”.
María considera la Casa de Cantabria como su segunda casa, sobre todo desde que enviudó y sus hijos emigraron a Estados Unidos.
“Ahora estoy preparando mi próximo viaje a Miami para
pasarme tres meses con mis hijos y nietos, como cada año… Ellos han trabajado
mucho para poder avanzar y llevar sus familias adelante, siendo ya todos mis
nietos universitarios, por lo que más de una vez mi hija me ha confesado que de
no haberlos educado así, a estudiar y trabajar duro en la vida, no tuvieran los
frutos que han cosechado”.
María viajó gracias al IMSERSO, en el año 2010, a Barcelona. “Entonces no fui a Cantabria porque no me queda ningún familiar allá, donde tenemos a una prima, hija de un hermano de nuestro padre, es en Madrid”.
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