“Desde estas columnas dije no
ha mucho que el cementerio de esta Villa es más bien una huerta que lo que
debía ser. Dije también que era hasta escandaloso que además de enterrarse los
cadáveres a una profundidad que no llega a la mitad de lo que marca la ley, se
careciese de un libro de registro en el que al mismo tiempo que se señalaran
las sepulturas con estacas numeradas se anotase la fecha de entrada de los
cadáveres y el número correspondiente a su sepultura.
El Corresponsal de “El Cantábrico”. Ampuero 17-5-1902
Gracias a este artículo podemos sacar la conclusión de que antes de existir el cementerio actual los cadáveres se enterraban en otro lugar distinto. Podemos imaginar que fuera en terrenos circundantes a la iglesia. Sabemos que el sacerdote Isaac Terradillos mencionaba en 1906 de manera un tanto imprecisa que “el cementerio existía desde tiempo inmemorial”. En 1850 está escrito que junto al cementerio hay una ermita llamada de San Juan. Probablemente debemos situarnos en terrenos de la zona de detrás de la iglesia hacia la calle Abajo.
Fue el mismo párroco Isaac Terradillos en octubre de 1906 el que decide ampliar el cementerio dado que el número de habitantes de la localidad y por lo tanto el número de defunciones es mayor. Y el cura hace un llamamiento a la población, a las familias digamos más pudientes, para que adquiriesen una porción de terreno y lo convirtieran en bonitos panteones, facilitando con ello honrosa morada a sus difuntos y ofreciendo a los vivos hermosa estética. Se está refiriendo ya al actual cementerio y es a partir de entonces cuando comienzan a levantarse los primeros panteones. Lo que sorprendió en su día fue encontrar en el actual cementerio una tumba muy antigua en la que se podía leer: Aquí yacen los restos mortales de Rosa Fernández de Breña que falleció el día 23 de abril de 1884 a la edad de 60 años.
Dado que el resto de las tumbas, las más antiguas, son de 1909 hacia nuestros días, se nos puede ocurrir que esa tumba del siglo XIX la trasladaron desde el cementerio antiguo al actual, es la interpretación más lógica que se me ocurre. En fin seguiremos investigando.
De esta forma cuando uno
quiera exhumar los restos de un pariente, estará seguro de que al exhumarlos
llevará los verdaderos. Como se hace ¿puede ser suficiente para garantizar la
frágil memoria de un enterrador senil? Y aún admitiendo que así sea el día en
el que el enterrador fallezca, ¿sabe alguien dónde y cómo hallándose los
terrenos francos y en qué forma se han efectuado los sepelios anteriores? ¿No
sucederá más bien que creyendo abrir una fosa donde el terreno esté libre, se
pongan al descubierto restos que por ningún motivo debieran salir sino a su
debido tiempo? Y no aventuraría mucho al afirmar que hoy sucede ya esto último.
¿Por qué, pues, esa apatía en nuestras autoridades para construir un nuevo
cementerio que llenase las exigencias de un pueblo como Ampuero. Alguien me
dijo que la demora era motivada por percibir el señor cura párroco las rentas
de las urnas ocupadas en el cementerio actual. Por conducto fidedigno me consta
que el señor cura párroco, lejos de oponerse a la clausura del cementerio
existente es el primero en lamentar el estado actual y lo está también para dar
todas las facilidades necesarias. Terrenos hay en sitios ventajosos donde
construir un nuevo cementerio que bien pronto amortizaría su coste, dinero me
atrevo a afirmar que tienen bastante más que lo suficiente. ¿Qué falta?
¿Voluntad?
Creo que tampoco faltará y
así espero pronto tener ocasión de dar a conocer que el proyecto se halla
ultimado y en vísperas de empezar su construcción”.El Corresponsal de “El Cantábrico”. Ampuero 17-5-1902
Gracias a este artículo podemos sacar la conclusión de que antes de existir el cementerio actual los cadáveres se enterraban en otro lugar distinto. Podemos imaginar que fuera en terrenos circundantes a la iglesia. Sabemos que el sacerdote Isaac Terradillos mencionaba en 1906 de manera un tanto imprecisa que “el cementerio existía desde tiempo inmemorial”. En 1850 está escrito que junto al cementerio hay una ermita llamada de San Juan. Probablemente debemos situarnos en terrenos de la zona de detrás de la iglesia hacia la calle Abajo.
Fue el mismo párroco Isaac Terradillos en octubre de 1906 el que decide ampliar el cementerio dado que el número de habitantes de la localidad y por lo tanto el número de defunciones es mayor. Y el cura hace un llamamiento a la población, a las familias digamos más pudientes, para que adquiriesen una porción de terreno y lo convirtieran en bonitos panteones, facilitando con ello honrosa morada a sus difuntos y ofreciendo a los vivos hermosa estética. Se está refiriendo ya al actual cementerio y es a partir de entonces cuando comienzan a levantarse los primeros panteones. Lo que sorprendió en su día fue encontrar en el actual cementerio una tumba muy antigua en la que se podía leer: Aquí yacen los restos mortales de Rosa Fernández de Breña que falleció el día 23 de abril de 1884 a la edad de 60 años.
Dado que el resto de las tumbas, las más antiguas, son de 1909 hacia nuestros días, se nos puede ocurrir que esa tumba del siglo XIX la trasladaron desde el cementerio antiguo al actual, es la interpretación más lógica que se me ocurre. En fin seguiremos investigando.
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