Esta mañana iban los niños de la escuela en dirección hacia
el polideportivo con intención de celebrar la magosta, la fiesta de asar
castañas y he recordado la estampa de Mariano, el heladero, también churrero y castañero.
Instalaba las noches de invierno su máquina de asar castañas, que era una
especie de carro, ya no se si con forma de locomotora de tren. Han pasado
muchos años y cuesta evocar el calor y el aroma de aquel fuego que tanto nos cautivaba
a los niños. Se colocaba cerca de la actual puerta de la Casa de Cultura y
envolvía las castañas, en cucuruchos de papel estraza o de periódico. Las codiciadas castañas se asaban a fuego lento con brasas de carbón,
depositadas en un cajón inferior, las castañas iban en otro cajón más alto que Mariano
meneaba de vez en cuando para agitarlas y que se tostaran por ambas caras. En Burgos hace un par de meses saqué la foto de una escultura de bronce que representaba a una castañera, una
bonita manera de recordar ese antiguo oficio. Algún día podría llevarse a
cabo en Ampuero algo similar y rememorar a Mariano y a aquellos años de nuestra infancia.
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