A los pocos días de la muerte de Manoli sobrevino la de Florinda. Envío a toda su familia mis condolencias, sobre todo a Ana y a Cipri. Cuántos recuerdos tengo de niño de ir a la Riojana a cargar vino de mesa en un garrafón para llevar a casa, que los niños tomábamos mezclado con la gaseosa de los Periquitos. Siempre recordaré en este pequeño local a Manoli y a Florinda, los gatos entrando y saliendo del patio y la bicicleta aparcada en la puerta del Ciclón de Coterillo.
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