El Pleno Municipal aprobó por unanimidad, en mayo de 1927, instruir expediente para que sean otorgadas las Cruces de Beneficencia al comandante de la Guardia civil, Maximiliano Lusen y el número Tomás Tarilonte, por los actos heroicos realizados en el vecino pueblo de Marrón con motivo de la gran inundación ocurrida el 5 de diciembre de 1926. (El Pueblo Cántabro, 29-5-1927).
Aquel
desbordamiento del Asón ocasionó grandísimos perjuicios, aunque de momento no
ocurrieron desgracias personales. La incomunicación de Marrón ha sido absoluta
a causa de la inundación. El aspecto es imponente. Se teme la rotura de los
muros que ocasionaría muchos mayores daños y perjuicios. El sargento de la
Guardia civil, comandante del puesto, con exposición de su vida atravesó el río
hacia Marrón acudiendo en auxilio de los vecinos, cuyas casas se hallaban en
inminente peligro. El temporal arreció de un modo enorme durante la madrugada y
la mañana del domingo. (La Atalaya, 7-12-1926).
El Homenaje. Para dar mayor solemnidad a los actos el alcalde Pedro Ruiz Ocejo invitó a las autoridades civiles y militares de la provincia. A las 11 de la mañana las calles de la población rebosaban de forasteros y de un vecindario lanzado a las calles después de cubrir ventanas y balcones con profusión de colgaduras y banderas patrióticas. Llegaron a Ampuero, el Gobernador Civil, señor Saliquet, el general Gobernador Militar, señor Rafael de Rivera, el Comandante de la provincia marítima señor Aguiar, el Delegado gubernativo, señor Herrero y otras personalidades. El benemérito cuerpo estaba representado por el coronel señor Artigas, teniente coronel Balbás, comandante Márquez de la Plata, capitán secretario señor Marín, capitán de la Compañía, Lorenzo y el teniente jefe de línea señor León. Frente al Ayuntamiento la Banda de música daba en aquellos momentos un concierto hasta la llegada de los invitados. El señor alcalde Pedro Ruiz Ocejo, con el Ayuntamiento en pleno, representantes de la villa, el cura párroco, don Isaac Terradillos y el coadjutor, don Manuel Salas, profesores de las escuelas públicas con los alumnos que llevaban pequeñas banderas nacionales.
Después de las presentaciones se formó una procesión civico-religiosa que partió hacia la calle del Río. Delante la Banda de música y los niños y niñas, una sección de la Guardia civil, y cerrando la comitiva la insignia de los somatenes con guardia de honor armada y el numeroso vecindario. En la hasta ahora denominada calle del Río, la principal autoridad de la provincia descubrió la placa con el nombre de Melchor Torío, para que perpetuara aquella vía con el nombre del finado y benemérito caballero ampuerense; después el señor Saliquet destacó la labor generosa y desinteresada que llevó a cabo en favor del progreso de Ampuero. Ejemplo de ciudadano que honra el pueblo de su nacimiento. El párroco a continuación rezó un responso y bendijo la placa, poniéndose de nuevo en marcha la comitiva en dirección a la plaza. En el quiosco había improvisado un pequeño altar adornado con mucho gusto, sobre cuyo fondo destacaba un crucifijo y bajo éste un cuadro con la imagen de la Virgen del Pilar, Patrona del Instituto de la Guardia civil. Al pie del quiosco se situó la Banda de música, formo al frente del mismo la sección de la Guardia civil, a ambos lados de la plaza se colocaron numerosas sillas que ocuparon, en primer término los escolares y después el vecindario.Las autoridades se situaron en el quiosco, procediéndose enseguida a decir la misa que fue escuchada por la multitud que llenaba la plaza, miradores y balcones. El párroco dirigió la palabra a los concurrentes, dedicó palabras de elogio al señor Torío y merecidos elogios al sargento de la Guardia civil don Maximiliano Lusen Velasco y al guardia don Tomás Tarilonte Delgado, quienes en las horas dolorosas de la inundación de Marrón, el 5 de diciembre de 1926, cuando el peligro de perecer amenazaba a algunos vecinos de este pueblo, y el Asón embravecido destruía cuanto encontraba a su paso, no dudaron en exponer sus vidas para salvar las de aquellos que estaban a punto de ser arrastradas por la riada, acto de abnegación y de heroísmo, por el que han sido recompensados con la más preciada de las condecoraciones que puede ostentar un pecho español: la Cruz de Beneficencia, que sólo se concede a aquellas personas que realizan el bien con el mayor desinterés. El gobernador Saliquet prendió en sus pechos las cruces y dijo que en nombre de Su Majestad, el Rey, os impongo la cruz de Beneficencia, reconociéndoos desde este momento como caballeros de la benemérita Orden. Calurosos aplausos acogieron finalmente las palabras del alcalde que elogiaron a los dos guardias y al que fuera teniente alcalde, Melchor Torio. Terminado el acto los somatenes y bastantes mujeres desfilaron ante el gobernador para exponer su adhesión al gobierno. Al mediodía el Ayuntamiento obsequió con un banquete a las autoridades y representantes de la Guardia civil. Por la tarde se celebró en Ampuero una animada romería, que estuvo muy concurrida. (El Cantábrico. 16-4-1929).
No hay comentarios:
Publicar un comentario