La mesa adornada con exquisito gusto, ofrecía un aspecto deslumbrador, enmarcada en la elegancia y belleza del encantador elemento femenino. Entre las invitados recordamos los nombres de las distinguidas señoritas doña Amparo Hermosilla, Luz Pérez, Lucía Villanueva de Hermosilla, Paquita de Hermosilla, Elvira Hermosilla, María Faro, Josefa Vega, viuda de Bringas, Pilar Camino, María Ortiz, Fe Rivas, Inés Ruiz, Pura Bringas, María Mazorra, Felisa Márquez, Josefa Echevarría, Delfina Gil, Elvira Velasco...
Bellas señoritas, Carmen Pérez, Isabelita Faro, María Luisa Cano, Luz María Cano, Agustina Bringas, Conchita Camino, Matilde Garmendia, Luz Garmendia, Inés Ruiz y Ruiz, Carmen Ruiz y Ruiz, Matilde Madrazo, Leopolda Arenado, Ines Madrazo, María Jesús Crespo, Consuelo Ruiz, Concha Ruiz, Cristina Rivas, María Ruiz América, María Teresa Ibarrondo...
Del sexo fuerte consignamos los señores siguientes, don Isaac Terradillos, Pedro Ruiz Ocejo, Jesús Hermosilla, César Hermosilla, Arturo Hermosilla, Ricardo Villanueva, Víctor Cano, Felipe Faro, Isaac Faro, Gonzalo Bringas, Manolo Bringas, Pancho Camino, José Ruiz Hermosilla, Leandro Cano, Raul Cano, Juan Garmendia, Antonio Irastorza, Santiago Arenado, Nicolás Arenzana, Patricio Cuadra, Luis del Olmo, Marcelino Lombera...
A los postres se derrochó la elocuencia. El distinguido diplomático don Pedro Laguna, pronunció un brindis sentidísimo, donde un cariñoso haz recogió recuerdos emocionantes de los tiempos juveniles del anfitrión, que, merced a nobles esfuerzos de laboriosidad, consiguió escalar tras empeñada lucha lejos de querido rincón montañés, las cimas de la opulencia levantado hoy su hogar en el suelo de sus mayores, hogar que es motivo de su legítima satisfacción y ornato de la villa.
Hizo el resumen el reverendo cura párroco don Isaac Terradillos que tuvo frases de encomio para la familia Ruiz y de reconocimiento para el señor Laguna, que siendo mejicano, profesa un acendrado amor a España. Terminado el banquete tuvo lugar una animadísima verbena en el amplio jardín que circunda la casa. La profusa iluminación y acertado adorno daban a la finca un aspecto verdaderamente deslumbrador. A ello contribuyó la animación de la gente joven y el atavía de las lindas mujeres que lucían hermosos mantones de Manila.
También el pueblo participó de la alegría de la fiesta, bailando en el frente de la finca, iluminado al efecto. El baile continuó hasta pasada la media noche, entre la satisfacción de todos los invitados, que no sabían como ponderar las atenciones y delicadezas de los señores Ruiz, que tuvieron el acierto de organizar una fiesta de sociedad, de la que quedará entre los asistentes un recuerdo imborrable".
Eso son fiestas.
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