Ampuero como
ya relatamos no hace mucho a punto estuvo de ser destruido, de ser quemado por
las tropas liberales en venganza por la encerrona que sufrieron en el centro de
la villa dos compañías leales a la Reina, el 1 de junio de 1837. Se
extrae la conclusión de que Ampuero era un pueblo con más simpatías hacia los
carlistas de las deseadas. Pero no podemos saber con certeza si todo ello era
causa del temor que se tenía a las partidas de facciosos que merodeaban con
mucha frecuencia por los alrededores, que robaban víveres y ganado e incluso asesinaban o si se sentía verdadera afinidad al absolutismo. Ampuero y Guriezo desde luego supusieron un quebradero de cabeza
logístico para las tropas liberales
Pero vayamos a la fiesta siguiendo el libro de Ramón Villegas: "La Batalla de Ramales".
"El día 20 de octubre se verificaba en Ampuero unos festejos públicos por el feliz desenlace de la guerra, que aquí se viviría de manera especial por haber estado la villa continuamente ocupada por la facción. Los actos en sí fueron solemnes, a decir de los cronistas de la época, consistentes en una función religiosa primero en la parroquia, a la que asistió el vecindario, las autoridades al completo y los mandos de las fuerzas que estaban acantonadas en la localidad, una compañía de cazadores de Betanzos y carabineros. Un cura predicaba un sermón en el que instaba a los asistentes a terminar sus diferencias políticas, sabedor sin duda de que en Ampuero y aledaños residían muchos adictos a la causa absolutista y que no por haber perdido la guerra iban a dejar de ser lo que eran. Acabada la parte religiosa, la tropa, los del Ayuntamiento y vecinos se dirigían a la plaza pública para asistir a la colocación de una "linda lápida" en cuyo letrero rezaba: "Viva Isabel II y la Constitución". La fuerza militar asistente participaba lanzando patrióticas arengas, descargas de fusilería y vivas a la Reina. Al mediodía daba el Ayuntamiento una comida "escogida y abundante" a la que eran convidados todos los oficiales allí presentes y otros procedentes de las guarniciones de Ramales y Guardamino, repartiendo también a los soldados un cuartillo de vino por plaza. Los festejos continuaban por la tarde con suelta de novillos, regalándose uno de ellos a la tropa con el propósito de que se sirviera de rancho al día siguiente, para acabar a la noche encendiéndose luminarias y celebrándose animados bailes públicos a los cuales asistían gran número de personas de los pueblos inmediatos (EEN, 15-11-1839)".
Sin duda una crónica de gran interés, la localidad de Ampuero parece que finalmente logra reconciliarse con las autoridades y con el ejército constitucional.
En el libro "Ampuero: Una Aproximación a su Archivo Municipal", hay un capítulo destinado a las Guerras Carlistas y aquí encontramos una carta fechada un año más tarde, es decir en 1840, en la cual el Ministerio de Hacienda por orden de S.M, la Reina, concede el perdón de las contribuciones que no ha podido satisfacer el Ayuntamiento , "por las continuas invasiones de los facciosos".
No olvidemos que en 1872 se inicia un nuevo alzamiento carlista contra el gobierno de Madrid, por lo tanto será un tema que si es posible trataremos más veces.
En alguna conversación que mantuve con motivo de la reciente presentación del libro "La Batalla de Ramales" en el Palacio de la Bárcena, se comentó a tenor de la fiesta que se organizó en Ampuero con suelta de novillos incluida, que por menos en algún otro pueblo se les ha ocurrido organizar una fiesta de época conmemorando el episodio e imaginar los componentes que tiene en este caso: toros, vino, comilona...bailes... descargas de fusilería.
¡Vamos mejor que el paso de Carlos V!
Ni comparación.
Y con seguridad que se encuentra a unos cuantos extras para que hagan de carlistas y acechen desde los balcones para representar el tiroteo inicial.
Lo dicho, mejor que el paso del Emperador camino a Yuste.
¡Vamos mejor que el paso de Carlos V!
Ni comparación.
Y con seguridad que se encuentra a unos cuantos extras para que hagan de carlistas y acechen desde los balcones para representar el tiroteo inicial.
Lo dicho, mejor que el paso del Emperador camino a Yuste.
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