Hay fotografías antiguas que revelan que los encierros de Ampuero fueron bien distintos hace décadas. Era una “encerrona” menos seria, más jocosa y multitudinaria. No olvidemos que entonces sólo tenía lugar un encierro y toda la fiesta se concentraba el día 8. La Procesión de la Virgen Niña, los pasacalles y por último la suelta de los toros a eso de la una o una y media, que preocupación no existía por la hora, cuando creían oportuno tiraban la bomba. Los novillos eran mucho más pequeños, no existía vallado y gran parte de la muchedumbre que había participado en el cachondeo de los desfiles calle arriba y calle abajo, animada por el vino y al son de las charangas musicales, permanecía en el recorrido, puesto que encontrar balcón para contemplar el espectáculo era difícil y allí en la calle se encontraba el ambiente. La manada se disgregaba y algunos novillos entraban en portales y hasta en huertas, volvían sobre sus pasos provocando escenas de emoción y jolgorio. Aquellos encierros si se complicaban duraban una hora e incluso más. En esta foto da la impresión que el novillo huye aterrorizado del gentío que lo persigue. Lo exagerado de la escena sin duda creo que hace peculiar aquellos años.
Entonces, se comentaba siempre lo mismo en la prensa regional: “Que la fiesta de Ampuero iba tomando un incremento desmesurado y que es del agrado de cuantos acuden, en ella cada cual puede acogerse a dos facetas: actor o espectador”. Y se describía un encierro como el de la foto: “Hemos visto el flujo y reflujo singular de esta marea humana, cortado por las quillas negras de los lomos de los toros en sus impresionantes carreras. Con sus revolcones y quiebros forzados, con las caídas. Nada ha ocurrido desagradable. De pronto, uno de los mozos mas ovacionados toma la huída y tropieza de bruces con la pared. Queda ligeramente conmocionado y le retiran ante la cara misma de los toros en acto de verdadero heroísmo. C´est emouvent, decía una francesa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario