La semana
pasada me di de bruces con una realidad que probablemente impere ya hace
tiempo. Necesitaba cambios y acudí a una sucursal bancaria que no frecuento y
en la cual no tengo cuenta, grave error.
Después de
hacer cola me atendió una empleada y lo primero que me preguntó era si yo tenía
cuenta a mi nombre, respondí que no y entonces me explicó escuetamente que no
me podía atender. Yo me despedí cortésmente y salí de la oficina. No soy Rato
ni Pujol, para tener múltiples cartillas.
Así son las
cosas, muchos imagino que lo entenderán como natural, no hay por supuesto nada
que objetar, cada empresa pone sus normas.
Sin embargo
yo en esa oficina he efectuado algún pago mensual, realizado transferencias y
otras pequeñas operaciones. Pienso que una política adecuada es captar
posibles clientes no ahuyentarlos, tampoco estoy hablando de no tener cuenta e
ir cada dos por tres a que te den cambios. Los bancos y las cajas antes, creo
recordar, poseían cierta vocación de servicio, de enfatizar con los vecinos, de
apoyar al comercio, a la economía local…
Eso debía
ser en otros tiempos o tal vez era en el país de las hadas ¡qué inocente!
Más bien yo
creo que donde se meten estas empresas es donde no se las llama; es hacer
competencia desleal a los pequeños comercios promocionando productos
que no les corresponde y bajo la apariencia de regalos. Pisando el terreno a
las agencias de seguros implantadas en la localidad, regentadas por vecinos
nuestros, etc, etc. El egoísmo.
Hay en bancos, como el que tiene nombre de capital cántabra, que aunque sí te atiendan, te cobran comisión por ingresar efectivo en una de sus cuentas si no tienes tú una abierta en dicho banco.
ResponderEliminarMuy...simpáticos, sí señor.
¬¬U