El Colegio de las Monjas comenzó a construirse en la calle
del Comercio en 1926 gracias a las aportaciones de los vecinos y de acaudalados
indianos de la localidad.
La creación de
este centro de enseñanza la promovió un grupo de señoras del pueblo
pertenecientes a familias acomodadas. En el año 1930 se inauguró el Colegio de
la Inmaculada y se formó un Patronato gestor que quedó constituido por Julia
Cano, Pilar Camino, María Ortiz y Carmen Vega. Hasta el comienzo de la Guerra
Civil se rigió por las Hijas de la Cruz y
posteriormente por la Congregación de Santa Ana. Muchos fueron los niños y
niñas y adolescentes de este pueblo que pasaron por sus aulas hasta el año 1972
o 1973 cuando al parecer debido a la precariedad económica del centro derivada
de la falta de solvencia del Patronato tuvo que cerrar y las monjas se vieron
obligadas a abandonar el pueblo.
En esta foto tomada en las escaleras delanteras del colegio están entre otras niñas: María José y Margarita Rodríguez, Mª José Arribas, Mª Antonia Sanz, Maite, (la de la Bárcena), Inmaculada Viota, Carmela, Claramari Secunza, Ascenchu García, Estherín, Elsa Sáinz, Carmen López, Amparito (de Tabernilla), Mercedes Barriocanal, MªLuchi (de Bernales), Pili (la del Camino), Geni Merino, Maribel Quindós, Guillermina, Inesita Sanz, Luli Viota, Mamen García, María Luisa (de Coterillo), la hermana Visitación...
En el año 1974 el edificio fue donado al Ayuntamiento de Ampuero con el fin de destinarlo a la enseñanza y pasando el inmueble a formar parte del inventario de bienes municipales.
En el año 1974 el edificio fue donado al Ayuntamiento de Ampuero con el fin de destinarlo a la enseñanza y pasando el inmueble a formar parte del inventario de bienes municipales.
Se trataba
de un edificio noble de dos plantas y semisótano, construido en mampostería y
con esquinales de sillería. Todos los niños que estuvimos allí estudiando
recordamos las aulas, donde aprendimos a leer y a escribir y quienes eran realmente los Reyes Magos.
Recordamos la capilla, la escalera de piedra trasera que
conducía al patio de recreo, la huerta de las monjas, el gallinero, el pino
situado en la parte delantera, el muro de piedra, la hornacina con el San Roque
( que desapareció una noche ), etc…
Las personas
mayores cuando pasaban caminando por delante de aquel santo se persignaban y
decían: “San Roque, si llega la peste que no nos toque”.
También
recuerdo el sótano, que no era otra cosa que la despensa, pero que llamábamos
el “cuarto de los ratones” y a los más pequeños nos atemorizaba porque era el
lugar donde amenazaban con meternos si nos portábamos mal. Y como no acordarse
de las monjas, de la hermana Visitación, Concepción, Pilar, hermana Valle…
Estoy seguro que habrá muchas personas de este pueblo que posean un montón de anécdotas sobre este Colegio.Imagino que a consecuencia de la concentración escolar, con la desaparición progresiva de las escuelas de los barrios (Bernales, Rascón, Marrón, La Aparecida, Cerbiago) y también de Udalla, el edificio de las escuelas de Ampuero se quedó pequeño. Lógicamente al desaparecer también el Colegio de las Monjas eran más plazas las que debía cubrir el centro público Miguel Primo de Rivera.
El Colegio
de las Monjas se convirtió después en escuela y en su finca trasera
construyeron otro edificio para albergar a más alumnos, pero durante un periodo
de tiempo muy breve, ya que el 8 de octubre de 1987 el Ayuntamiento decide en
sesión ordinaria subastar el terreno que ocupa el Colegio y el edificio anexo
moderno, unos 2380 metros cuadrados. Según los responsables municipales el
edificio del colegio sufría un estado de semi ruina y era más conveniente que
repararlo conformar una auténtica concentración escolar junto a las escuelas
Miguel Primo de Rivera.
Votan a
favor los miembros del PSOE, encabezados por el alcalde Miguel Ángel Garzón y
el independiente Gómez Sierra.Se concedió licencia de derribo el 8 de abril de 1988.
En contra de esta actuación se manifestaron los concejales de Alianza Popular (hoy PP) encabezados por Carlos Ruiz Ocejo y el independiente Martínez Ganzo por considerar que el edificio de dos plantas, con instalación de calefacción y servicios, valía para cien cosas y era un bien patrimonial y jamás estuvo con indicios de ruina, salvo en un apéndice del pabellón.
Sin duda
hubo entonces opiniones cruzadas, para unos los materiales empleados en su
construcción y la poca seguridad que ofrecía su cimentación obligaban a su
declaración de ruina ante el peligro que suponía para los niños y maestros.
Para otros lo que estaba mal era el anexo moderno, agrietado y deteriorado, sin
valor alguno, que hacía aconsejable su demolición. Sin embargo el edificio
antiguo, la valla que lo rodea y el jardín, merecen ser restaurados y
rehabilitados para su uso.
El edificio
figuraba en el catálogo del Patrimonio Arquitectónico Municipal, si bien las
Normas Subsidiarias de la Ordenación Urbanística, estaban pendientes de
aprobación, pero claramente se revelaba la vocación histórica del edificio.
La decisión
de derribar el colegio conllevó distintos pleitos judiciales. Un grupo de
sucesores de las mujeres fundadoras del Patronato, encabezado por el abogado y
registrador de la propiedad, José Luís Fernández Ortiz, residente en Pamplona,
presentó un recurso contra el acuerdo de la Corporación.
Al final la
sentencia del Juzgado de Laredo permitió que el terreno se subastara y que el
edificio se tirara abajo con el fin de construir un bloque de pisos. De los 17
millones de pesetas recaudados de la subasta del inmueble, 10 se invirtieron en
la adquisición de la parcela próxima al Colegio Miguel Primo de Rivera, en
tanto que los otros 7 se destinarían a inversiones en instalaciones deportivas
en los centros escolares del municipio integrados en una sola área.El Ministerio de Educación y Ciencia financió la construcción del segundo colegio con un presupuesto de 70 millones de pesetas, estando pendiente una segunda consignación de 15 millones para equipamiento.
(Lo escrito es reflejo de los recortes de prensa de la época).
Lo que parece evidente es que el clima político se vivía con mucha mayor crispación que en la actualidad.
Como ejemplo de los enfrentamientos en la sesión celebrada el 11 de marzo de 1989 se adoptó la declaración: de Persona “non grata” a José Luis Fernández Ortiz, principalmente por haber pleiteado contra el Ayuntamiento por la decisión de derribar el antiguo Colegio de las Monjas. Adujeron que iba en contra del Ayuntamiento y de los intereses del pueblo. Esta decisión no contó con el respaldo de los representantes del grupo popular ni de Manuel Martínez Ganzo.
Foto inédita del derribo del antiguo Colegio de las Monjas. (kd)
no se quien habrá puesto los nombres de las chicas que salen en la foto del colegio junto a la hermana Visitación ..pero se podia haber molestado en aprender los nombres de las demás que estamos hay y también somos de Ampuero y salimos en la foto....
ResponderEliminarA mí me dejó la foto una señora que me dio algunos nombres, luego lo ha visto otra que amablemente me ha dado por teléfono más nombres aún que recordaba y yo los añadí. De algunas compañeras igual no recordó el nombre en ese momento o vete a saber si yo no los apunté todos correctamente según iba diciéndome. Cuantas más personas colaboren mejor se documentan las imágenes, por ello este blog siempre está abierto a recibir y ampliar la información.
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