El pozo de Manolita, por
Marcelino Órtola
“Recordar
nuestra infancia. En esta ocasión cuando los días acortaron y apetece echar a
la lumbre unos palos secos que aviven el fugo, es cuando le vienen a uno los
recuerdos de nuestra infancia. En Ampuero, concretamente en la carretera que va
a La Bárcena, tenemos un pozo que se llama Pozo de Manolita, este y el Pozo
Malvecino, son los más conocidos de la zona. Este pozo fue conocido como de
Santiago, delante de este pozo había una iglesia, que se cayó en el año 1912.
Hoy ya no queda nada de ella, se decía que estaba situada en el Camino de
Santiago, denominada así por el enclave en el que estaba situada.
En la década
de 1940 llegó un matrimonio a Ampuero que descendían de Santander, el que se
llamaba Goyo Bendito y ella Manolita. Se instalaron enfrente del pozo, en una
casa de la familia Rosario Mas. Él se colocó en la farmacia de mancebo y ella
hacia las labores de la casa.
Imagen antigua del Pozo de Manolita
Con el paso
de los años el pozo fue cambiando de nombre, pues cuando quedabas con algún
amigo, decíamos: “Quedamos delante del pozo de Manolita o delante del nogal de
Manolita”. Este matrimonio era muy buena gente pues siempre tenían alguna cosa
que darte, como por ejemplo chocolate o gallegas. Se llevaban muy bien con la
gente, pues eran muy serviciales en la farmacia. Este matrimonio ya falleció.
Este pozo ya
no es lo que hemos conocido porque con el paso de los años y a canalización del
río Vallino en 1993, se ha cambiado mucho el contorno del pozo. Ya no tenemos
la presa que levantó Juan de Isla en 1748 para montar la Ferrería La Riera
(antigua fábrica de harinas), esta presa estaba levantada de madera. Ya en el
año 1852 pasó a manos de Francisco Talledo, que hizo la presa de hormigón.
Este es un
pequeño resumen de la Leyenda del pozo de Manolita y de este matrimonio que
llegó a Ampuero y se portó muy bien con casi todos los vecinos de Ampuero y cercanías. De este pozo se cuentan muchas
leyendas y cosas que pasaron durante muchos años.
Una de ellas
dice que la gente mayor contaba a sus hijos y nietos que en el Muradón, en una
de las casas que hoy aún existe, había un vecino que se levantaba por las
noches de la cama sonámbulo, cogía un caldero y se marchaba a cargarlo de agua
a dicho pozo. Una de las muchas noches que salía se encontró casualmente con
unos vecinos que lo despertaron, y al instante el hombre cayó allí mismo
muerto”.
No será la primera vez que mencionamos que este lugar, a orillas del Vallino, podría ser un enclave muy visitable si se acondiciona mejor, tal vez con algunos asientos de piedra y por supuesto con un acceso cómodo, porque ahora si uno quiere acercarse al pozo tiene que saltar una pared de piedra de gran altura o avanzar por el río desde los Atrancos.
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