"Tiene San Roque, abogado de la peste, su anual procesión en Ampuero. Tuvo ésta lugar el domingo y, partiendo de la iglesia parroquial con numeroso acompañamiento se dirigió hacia la diminuta cripta donde el Santo, a la salida del pueblo, despide a los que van para nunca más volver; porque la cripta del Santo se halla situada precisamente al pie de la cuesta que conduce al cementerio. Sabe pues San Roque de muchas despedidas y en su rostro, al parecer inconmovible se contrae la amargura de los adioses fatales. Para la humilde cripta de San Roque que recoge las proces postreras, pedimos un poco de cariño y la atención de manos piadosas que velen por la conservación de su modesto refugio.
Que la obra profanadora del tiempo, y ¡ay! el abandono, se corrija y tenga el Santo siquiera la constante y perfumada ofrenda de unas sencillas flores". El Corresponsal. El Cantábrico 25 de agosto de 1927.
Recuerdo aquella capilla que se hallaba junto al Colegio de las Monjas. Cuando la gente mayor pasaba por delante suyo, se persignaban y decían "San, Roque, san Roque, sí llega la peste que no nos toque". Una noche robaron al santo de su cripta y se terminó con la tradición.
¡Qué pena! Me acuerdo de ella perfectamente pues pasé por delante desde los 3-4 años hasta los 7 cuando hacias la primera comunión y ya dejabas de ir a ese colegio para pasar a las escuelas. También cuando siendo monaguillo acompañabas a los entierros hasta el cementerio. ¡Qué subida!
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