Suele ocurrir cada cuatro años que cuando se avecinan las
elecciones municipales a bastantes vecinos se nos enciende como una luz, un
parpadeo intermitente, una curiosidad ansiosa por conocer cuanto antes los
nombres de aquellos que van a encabezar las listas de los partidos que se van a
presentar. Esta zozobra impaciente es un poco tontaina y enseguida añadimos el deseo
de saber quien va a ir el segundo, el
tercero y hasta el cuarto, y nos hacemos eco del los rumores de unos y de otros
como viejas celestinas o viejas tamaleras, como dicen en México. Yo me incluyo entre los cotillas por irlo a contar rápidamente
a la "Fuente de la Rana", aunque no tardo en darme cuenta de que es tiempo perdido. Admiro y respeto a la mayoría de quienes dan el
paso de presentarse, porque seguramente ni a su familia les agradará y tendrán muchos reproches. Los que vemos los toros desde la barrera
tenemos todo el derecho a opinar y a criticar a diestro y siniestro e incluso a conceder orejas. Pero quienes saltan al ruedo son otros y no como espontáneos sino como toreros ¡Un brindis por todos aquellos que se atreven a presentarse!
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