sábado, 11 de abril de 2020

Dede el parladoiro

Hermosa ventana situada en la planta tercera de la Torre de los Espina, en la Bárcena, con las mejores vistas al exterior de todo el palacio. No es que esté vendiendo una casa en una inmobiliaria, hoy nos llama mucho la atención nuestras ventanas, nuestros balcones porque acudimos a ellos con el nerviosismo de quienes se sienten encerrados. Pero antes no existían, se añadieron a las casonas y a las torres medievales en una época más moderna. Porque antes había que temer al vecino que te invadía con malas intenciones y por ello los huecos al exterior eran lo más estrechos posibles. Lo mejor las aspilleras o saeteras desde donde lanzar flechas. La ventana de la foto, algunos llaman como del tipo parladoiro o faladoiro, según literatura gallega. Su significado imagino que se entiende bien a las claras. Se aprovecha la apertura de la ventana y el grosor de los muros de piedra para crear dos bancadas, una a cada lado del hueco, una frente a otra. Lógicamente con la intención de que más de una persona se acomode en estos asientos. Para hablar, negociar o para dejar a los jóvenes que hablaran y se enamorasen.La foto que subo la tomé no hará un mes, bueno me refiero a un mes sin contar la cuarentena porque uno ya no sabe calcular con certeza ni el tiempo ni el espacio, nos va pasando factura mental sobre todo a quienes somos más propensos a la dispersión de nuestras neuronas.
Sigo con lo que iba. Para mí esta ventana es el lugar más desconocido y selecto de la Torre de Espina y la imaginación se desborda tratando de fantasear con aquellas personas que a lo largo de varios siglos se sentaron aquí. ¿Cuáles fueron sus anhelos, sus ilusiones, sus miedos? ¡Cuántas palabras, cuántos gritos! O pensemos mejor, cuantos gestos de cariño y amor. A buen seguro que también el ama y sus doncellas cosieron ropa y hasta quitaron las plumas a aves, desgranaron maíz y se trocearon cebollas y se pelaron guisantes...
Carlos V no creo que se asomara a esta ventana porque tenía que subir varios pisos y lo alojaron más abajo. Y Juan de Espina Velasco, el que tenía los manuscritos de Leonardo Da Vinci, ese sí seguro que sí se asomó a la ventana porque vino feliz a cobrar la herencia, y él que vivía en la Corte bien le interesó asomarse a ver la vida rural.







 


 

 

 

 

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