viernes, 3 de abril de 2020

No den de comer a los dinosaurios


Luis, el de Udalla, fue tan imprudente que saltó la valla del recinto donde se encontraban los dinosaurios. El motivo no fue otro que el de querer recolectar la más preciada de las setas: “la amanita de los césares”. Luis había leído en un wasap que este excelente hongo crecía con mucha frecuencia en los terrenos donde pastaban aquellas bestias de la naturaleza debido a sus ácidos excrementos. Apenas avanzó unos metros en la finca cuando encontró el primer setal y con tanta alegría comenzó a llenar su cesta que ni se percató de la presencia del monstruo. Cuando empezó a ser devorado Luis trató de recordar aquel otro reportaje que leyó en Internet sobre los dinosaurios del final del cretácico y no terminaba de precisar si el bicho que ya le había comido una pierna se trataba de un carnotauros o de un triceratops, todo dependía de las protuberancias del cráneo, pero no  acababa de tenerlo claro.

El corresponsal
 

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