domingo, 3 de julio de 2022

Crónica de Ampuero

"A cincuenta kilómetros de la capital montañesa, se halla el viajero de la línea férrea Santander a Bilbao, en la estación de Marrón, situada en medio de una preciosa campiña en forma de semicírculo, recortadas por arboledas que crecen en sus límites a través de las cuales descúbrase la pintoresca villa de Ampuero, cuyo progreso se nota de día en día, ya en el comercio, ya en el gusto que preside a la construcción de sus edificios o ya en el arreglo de sus calles con amplias aceras que se ofrecen al transeunte. Es tanto el aumento de vecindario en esta villa después de la construcción de la nueva línea férrea que apenas se encuentra donde vivir en la actualidad, sin duda por la importancia que han adquirido en mercado y la feria que se celebra el primer sábado de cada mes, en la que se presenta mucho y buen ganado, que es vendido a buenos precios, para las provincias vascongadas en su mayor parte, de donde acuden muchos compradores por la facilidad que les ofrece el nuevo ferrocarril en combinación con el central de Vizcaya. El comercio ambulante también ha aumentado más que lo que se deseara, porque hace la guerra al del pueblo, que es de que da importancia y vida a la villa, por ser el que paga alquileres y consumen todo el año las familias que de él viven. Como la villa es tan agradable por sus hermosos paseos, por su magníficos puentes de piedra tendidos sobre caudalosos ríos, alguno de los cuales pasa lamiendo los muros de sus edificios, y por la comodidad de hallar cuanto se desea en sus excelentes fondos y cafés, es muy visitada por los forasteros que gustan disfrutar de las buenas situaciones topográficas de ciertos pueblos como el de que se trata, y que suelen mostrarse muy complacidos de su visita".

La Atalaya, 18 de junio de 1899.



 

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