miércoles, 15 de febrero de 2023

Orígenes del Cine Club

 

“Ampuero, el aristocrático pueblo de los indianos, el pueblo artísticamente edificado que en la época estival se ve siempre concurrido por multitud de forasteros que a él vienen a ensanchar sus cansados pulmones, respirando un ambiente impregnado de aromas, aspirando un aire saturado de oxígeno puro, es en la actualidad un pueblo adormecido, poético, sí, pero poético con una triste melancolía de los túmulos…

No contemplamos rostros hermosos, porque, a causa del frío, se envuelven en las antiestéticas toquillas o en los horribles velos; no admiramos los gentiles talles de las esculturales campesinas, porque se ocultan entre los pliegues de los poco caritativos abrigos, que nos velan los encantos de que la Naturaleza se mostró tan pródiga en esta tan privilegiada parte de la Montaña”.

Sólo los sábados, días de mercado, y las ferias bimensuales de que ahora disfrutamos nos traen efluvios de vida, nos comunican algo del movimiento de los pueblos vivos. Sólo los domingos por la tarde vemos reunidos en el Café Universal muchos de los elegantes, la mayor parte de la clase media y multitud de los obreros que, sin temor al frío, van a congregarse, en amistosa promiscuidad, alrededor de las elegantes mesas de mármol para saborear el riquísimo caracolillo que tan esmeradamente nos facilita Luengo, y jugar su partidita al dominó, al tute o al mus.

Para romper la monotonía de la vida invernal, algunos jóvenes de iniciativa verdaderamente altruista, verdaderos filántropos,- pues de lo contrario nos moriríamos de aburrimiento- han ideado hacernos agradables las gélidas veladas de los domingos y días festivos. Son estos Eduardo y don Arturo Sanz, artistas de mérito real, don Eduardo García, digno secretario del Juzgado, y don Benigno G. Arrimadas, culto e inteligente industrial, establecido en el ramo de la droguería, que ha constituido una empresa para la explotación de un cinematógrafo que funciona alternando en esta villa y en Laredo, dirigido por el competente don José Royo. Con aparato Hugues, de lo más perfeccionado que existe, y al mínimo de oscilación, han dado ya varias sesiones que han sido otros tantos éxitos, por el apurado gusto y moralidad absoluta de las películas que han presentado, viéndose siempre elegantísimo salón concurrido por todas las clases sociales de Ampuero, que materialmente le han llenado en cuantas funciones han sido celebradas…”

Eduardo G. Carral. “La Atalaya”. 12-3-1912.

 

1 comentario:

  1. Este interesantísimo suelto no apareció en La Atalaya sino en El Cantábrico de 11 de enero de 1910.

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