jueves, 3 de octubre de 2013

Romerías de Rasines


"Con la animación de rubrica y bajo los ardores del calor ecuatorial que disfrutamos, se celebraron en este Feudo, romero por excelencia, las fiestas tradicionales conocidas con los nombres de la Virgen de Villasomera y de San Roque en los barrios populosos de “El Cerro” y “Villa parte”.
Misas en ambas hermanitas dichas en los respectivos días, por el ecónomo que regenta interínamente la parroquia, don Pedro García Terán; cantadas a palo seco a una voz (sin armónium u otra clase de instrumentos musicales) con sin igual maestría, por el Organista de la Obra pía legada por el ilustre bienhechor don Pedro Ortíz y Gil, hijo ilustre de Rasines, cuyo legado ha venido cumpliendo fielmente, en lo que respecta al pago de este cargo y en todo lo demás, referente al reparto de mil pesetas anuales a cuatro doncellas pobres, su finado sobrino y paisano el filántropo don Francisco Pando, han constituido el principal elemento de las fiestas religiosas.


                                                                                                                                                      s.b
El clásico tamboril y la dulzaina intrusada, rompieron con sus notas inarmónicas  el hielo de los corazones juveniles poniéndolos al unísono, a la altura de las circunstancias romeriles o en relación directa con el termómetro, con la esplendidez del día y con los sudores estivales que casi van liquidándonos.
La juventud popular dio la nota más alegre, bailando sin descansar la jota y el agarrado en los dos días sucesivos, sin perdonar a la noche, todo como es natural dentro de la mayor corrección, del orden y compostura que se puede exigir dentro la moral y las costumbres de ogaño.
Los juegos de pasa bolo estuvieron bien nutridos de jugadores atléticos que lucieron más su habilidad o maestría (en tan desnaturalizado juego) el esfuerzo de sus nervudos brazos. Partidos hubo interesantes; y desencantos harto visibles en corroboración de los refranes de que a todo hay quien gane y en donde menos se espera sale un gazapo.
Las comidas y meriendas  engullidas a la sombra de los copudos, no produjeron, que sepamos sensibles indigestiones. Fueron un estimulante más de la alegría que preside en los pueblos felices. Fortalece los estómagos y estrecha los lazos de unidad solidaria que debe presidir en las familias que integran los grandes destinos de los pueblos. A veces se desborda entusiasmo bien inspirado en poutpurris, cantos llanos y jondos que es el final o sello con que cierran estas fiestas".
AGOSTO 1911. LUZ CÁNTABRA.
EL CORRESPONSAL

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