martes, 6 de septiembre de 2016

El Fenómeno, relato de Jan Martz

Media hora antes del encierro me dirigí al Bar América. Serpenteando entre la apiñada clientela busqué caras conocidas en la concurrida terraza del local.
- ¡Estamos aquí! - exclamó Paco junto a la puerta, agitando los brazos en alto.
Me acerque al grupo y Miguel me entregó una cerveza diciendo:
- Parece que hoy va a ser difícil encontrar sitio cerca del recorrido.
- Yo voy a ir a la plaza a ver las Vaquillas con un amigo de fuera. ¡Hace unas fotos estupendas! ¡Es un fenómeno! ¡De verdad...un fenómeno!- comentó Paco.
- ¿A las Vaquillas? - pregunté sorprendido.
- Es que quiere hacer unas fotos con gente en los tendidos, en el ruedo…- respondió Paco con tono comprensivo.
- Hace mucho que no veo las vaquillas de la mañana... creo que os voy a acompañar- añadí.
Lucho, llegó poco después. Paco hizo las presentaciones y partimos hacia la calle Mayor. Por el camino me enteré que se conocieron en la Mili, que trabajó para revistas eróticas, que su tema favorito es la lencería femenina…
Vimos el encierro apiñados en el balcón de los padres de Miguel y seguido fuimos a La Nogalera. Paco guiaba el peregrinaje en busca de asiento, Lucho detrás y yo cerrando el trío.
- Lucho es muy buen fotógrafo. Es un “Fenómeno” – volvió a repetir Paco.
Distinguí a Quino, el hijo de Paco, entre el gentío. Intenté saludar al chaval, asomándome al callejón. Sobre el borde superior del burladero interior siete jóvenes permanecían de pie agarrados al cable tenso de la barrera. Quino era uno de ellos. Entre los mozos y la pared descubrí la mano juguetona de Quino acariciando las esféricas nalgas de la joven que estaba a su lado, bajo la escueta falda. Una señora, generosa en carnes y con amplio escote de abundante contenido, se encontraba encima de ellos, sentada en barrera. La mujer me miró amenazante, suponiendo que yo quería sentarme y decidí seguir mi camino sin anunciar mi presencia al chico.
Cuando abrieron la puerta de Toriles Lucho acomodó la mirilla de su reflex digital bajo la ceja. Casi toda la sesión estuvo persiguiendo al ganado con sus disparos. Una vaca brincó junto a las tablas y a punto estuvo de saltar al callejón. Fue junto al burladero interior donde se encontraba Quino, frente a nuestra posición. Hubo un poco de alboroto porque algún mozo se precipitó al suelo. No hubo heridos puesto que nadie se acercó a la enfermería.
Antes de soltar la última res Lucho me acercó su tablet, conectada a la cámara, para que viese las fotos. Después del visionado miré a Paco, le ofrecí la pantalla y le dije:
- Tienes razón: ¡¡Lucho es un fenómeno!! ¡Menudo retrato le ha hecho a tu hijo Quino! Mira esta foto Paco...
La foto: Una vaquilla saltando sobre las tablas, y detrás el hijo de Paco iniciando su caída, con una mano estirando las blancas bragas de su amiga que se precipitaba al callejón mostrando sus redondeadas posaderas y con la otra ampliando el escote de la señora de la barrera, aireando sus enormes senos tras lanzar los dedos al cable y encontrar el canalillo de la dama, quedando su mano asida al dilatado sujetador de la dama.
 
 

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