EN 1978, GRACIAS AL GRAN IMPULSO DEL INOLVIDABLE JOSÉ SECUNZA “CHEPE”, LA BÁRCENA RECUPERÓ LA TRADICIÓN DE LA FESTIVIDAD DE SANTIAGO.
Situada cerca, muy cerca, de
donde existió “el nogalón”, justo a la entrada del antiguo camino que iba a la
mies, se levanta la ermita de Santiago. Siempre se habló de la antigua ermita
que existió bajo esta advocación, incluso, algunos mayores de La Bárcena
conocieron sus ruinas. Ubicada en un entorno histórico por excelencia: Palacio
de los Espina, molinos maquileros, ferrerías y hospital; ¡sí! hospital medieval
que existió, junto a la ermita (donde hoy se levanta el bloque residencial de
Los Naranjos) del cual tenemos referencias documentales correspondientes al
siglo XVI. De ahí nos ha quedado el topónimo “Campo de Santiago.
Así que el barrio de La Bárcena necesitaba
recuperar la ermita y el inolvidable y entrañable José Secunza, “Chepe”,
ayudado en su entusiasmo por Paco Serna, fue el motor de este sueño que se hizo
realidad. Hubo colecta y “los de La Bárcena” en unión y con alegría, realizaron
un trabajo, “a prestación” que dio su fruto aquel 25 de julio de 1978, con una
misa oficiada por el entonces párroco don Julián Escalante quedando inaugurada
la ermita que el recordado “Chepe” se propuso recuperar como un eslabón más de
la historia de Ampuero.
Y el cronista, estudioso, enamorado y
peregrino del Camino de Santiago, hace tiempo mantiene la hipótesis de que La
Bárcena fuera paso de peregrinos jacobitas. Muchos peregrinos llegaban de
Europa en barco y arribaban en el puerto de Laredo para luego enlazar por el
camino de Los Tornos con el camino denominado francés. Otros, tal vez,
desviados del Camino del Norte que pasaba por Guriezo bajaban por Hoyomenor y
recibían hospitalidad en La Bárcena.
El Camino de Santiago, camino de concordia y
de fe cristiana; calle mayor de Europa, está viviendo el tercer milenio de
peregrinación. Desde su inicio en tiempos medievales hasta nuestros días, miles
y miles de peregrinos han realizado El Camino de Santiago. Desde tiempos
escolares, cuando nuestro querido e inolvidable don Luis Vidal nos hablaba del
Camino de Santiago sentimos curiosidad por este fenómeno de peregrinaje
cristiano. Eso nos llevó a realizar, a pie, la ruta jacobea denominada camino
francés en el año 1987. De Roncesvalles a Santiago de Compostela vivimos una
experiencia inolvidable. Eran años de resurgimiento con fuerza del fenómeno
jacobeo.
Para nuestro peregrinaje llevamos la guía
del peregrino de Elías Valiña Sampedro, “el cura del Cebreiro”. De esta guía
que guardamos como oro en paño, sellada en todas las etapas realizadas y
dedicada por el inolvidable Elías Valiña: “Al peregrino Jesús a su paso por el
CEBREIRO, Elías Valiña, Cebreiro, 26 – 7 – 87”. ¡Como nos llamó la atención la
feliz idea de las flechas amarillas! ¿Flechas amarillas? ¿Y por qué amarillas?
Sí, esas flechas que llaman la atención a caminantes y peregrinos. Esas flechas
que aparecen en cruces, postes de la luz, muros…Son las flechas, hoy muy
conocidas pero, en los años ochenta del siglo pasado, desconocidas por la
mayoría de la población española. El color de la pintura fue accidental. Era la
que había sobrado en las obras de una carretera próxima al Cebreiro y que Elías
Valiña y sus colaboradores aprovecharon para pintar las flechas señalizando la
ruta jacobea. Esas flechas amarillas inundan en la actualidad todos los caminos
de nuestra geografía que nos llevan a Santiago de Compostela. Camino francés,
el del Norte, Camino de la Plata e infinidad de caminos y ramales que nos llevan
a Santiago de Compostela. Caminos que van y vienen, caminos que se cruzan, como
en Ampuero. ¿Veremos algún día las flechas amarillas y la concha señalizando
lugares de tránsito de peregrinos jacobitas por nuestro Ampuero? Nosotros
estamos en ello y seguiremos investigando todas las referencias que “haciendo
también camino” nos lleven a un final feliz. Entonces podríamos gritar fuerte
como hacen los peregrinos al llegar a Santiago de Compostela el grito que dan
con alegría cuando llegan al Pórtico de la Gloria: ¡Ultreia!
El próximo sábado, festividad de Santiago,
serán muchos los que se den cita en la ermita de La Bárcena que a su entrada
muestra su hospitalidad con la placa homenaje a José Secunza, “Chepe” y la
escultura de Santiago Peregrino del escultor ampuerense Juan Carlos Abajo
Herrero, que esculpió y donó con mucho cariño a esta ermita, orgullo de La Bárcena
y Ampuero que bien podríamos denominar
“La pulcra barcenense”.
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