domingo, 30 de diciembre de 2012

Fotografía para el recuerdo 3


             Toñín Gutiérrez, sentado en los soportales del ayuntamiento hará unos 10 años.

Foto para el recuerdo 2



                                     El Puente Pequeño un día de nieve hará unos 10 años

Foto para el recuerdo


                                    Ángel Rivas y su familia en la Bárcena hará unos 10 años

viernes, 28 de diciembre de 2012

Toros y ciclismo


Llega hoy a nuestras manos una foto bien curiosa correspondiente al encierro de 1994. Ese año coincidió al mismo tiempo la suelta de los toros con el paso de la Vuelta Ciclista a España.

En la imagen podemos apreciar a Pepe, el municipal, tratando desesperadamente de avisar a los ciclistas que se detuvieran y se retiraran a las aceras para evitar ser embestidos por los novillos y cabestros que regresaban a la plaza de toros.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Viñeta del Roto


Actividades de Navidad

DICIEMBRE 2012

Viernes día 21:

en la Iglesía de Santa María, a las 19:00h.

Festival de Navidad de los alumnos y del Coro Villa de

Ampuero, de la Escuela Municipal de Música.


Sábado día 22:
X Gran Festival de Navidad,

en el Polideportivo Municipal a partir de las 17:00h.


Domingo día 23:
en la Obra Social de Caja Cantabria, (segunda planta) a partir de las 17:00h. Espectáculo de títeres y taller teatral familiar.

Miércoles día 26:
en la Plaza Mayor, a partir de las 17:00h. visita del Cartero Real, con gran chocolatada.

Jueves día 27
: en la Ludoteca Municipal a partir de las 17:00h. Cuentiart, taller de cuentos y manualidades, para niños a partir de 5 años.

Viernes día 28
: en la Obra Social de Caja Cantabria (segunda planta), de 17:00h. a 19:00h. La gran fiesta los locos inocentes, para niños/as a partir 8 años.

ENERO 2013

Miércoles día 2:

en la Obra Social de Caja Cantabria (segunda planta), a partir de las 17:00h. Taller de chapas con motivos navi-deños, para niños/as a partir de 6 años.

Jueves día 3:

Torneo de Infantil de Ajedrez "XI memorial Ta-quio". En la Obra Social Caja Cantabria (segunda planta), a las 16:30h. Organiza ADALA.

Viernes día 4:
en la Obra Social de Caja Cantabria (segunda planta), de 17:00h a 19:00h. Para niños de entre 6 y 11años Y de 20:00h. A 23:00h. A partir de 12 años Cotillón de Reyes.

Sábado día 5:
a partir de las 19:00h. Cabalgata de Reyes y Belén viviente.

Si algún niño no puede asistir a la Cabalgata de Reyes por encontrarse en su domicilio sufrien-do una enfermedad de larga duración, rogamos a sus padres lo comuniquen en la Biblioteca Municipal /Oficina de Información Juvenil, para que una representación de la Cabalgata
pueda visitarlo en la tarde del 5 de enero.

Del sábado 29 a las 16:00h. hasta el domingo 30 de

diciembre a las 12:00h. 2º Torneo 24h. Futbol Sala

Ayuntamiento de Ampuero

Felices Fiestas

                        FELIZ NAVIDAD

jueves, 20 de diciembre de 2012

Video. Cortan un viejo chopo en el puente de Marrón

Jueves 20-12-12

Trataban de cortar este árbol pero la tarea se complicó y tuvieron que llamar a los bomberos. El puente de Marrón estuvo cerrado varias horas.

Falta Poco

                                                         ¡ QUÉ POCO NOS QUEDA!

sábado, 15 de diciembre de 2012

3 Sobre el Comercio. (Lolina Martínez)

 
 
Entrevista a Lolina Martínez, presidenta de ASOCAM (Asociación de Comerciantes y Autónomos de Ampuero)
 
 
El gremio del comercio no atraviesa su mejor momento, ¿cómo pronostica su salud?
 
Pues, de muy grave.
 
¿Qué se pretende desde ASOCAM?
 
Que el comercio esté unido, que nos apoyemos entre nosotros. No podemos competir con las grandes superficies que es nuestro gran enemigo. La gente debe ir comprendiendo poco a poco lo importante que resulta tener en tu propio pueblo negocios abiertos.
 
No podemos disponer del género que tienen los grandes pero yo creo que últimamente va calando la idea de que comprando las cosas en tu propio pueblo ayudas a mejorar su futuro y que de este modo salgamos todos ganando.
 
Desde ASOCAM queremos sobre todo hacernos visibles, que la gente cuando vaya a realizar sus compras sepa que también nos tiene a nosotros aquí, en sus calles. Este año hemos colaborado en muchos eventos del pueblo.
 
¿Cuáles han sido las actuaciones realizadas en 2012?
 
Comenzamos con la carreta de regalos de Navidad. La Fiesta Montañesa con puestos  en la plaza fue todo un éxito y toda la jornada estuvo el pueblo muy animado, con música, juego de bolos, cocido montañés...
Colaboramos también con vales por valor de 20 € en la Verbena de la Rosa, y fue toda una innovación exitosa. Cada comercio regaló un vale para que el ganador pudiera luego gastarlo en el local titular. Con este sistema mejoró la entrega de premios de la Verbena de la Rosa y todos salieron  más contentos porque pudieron elegir sus regalos.
 
¿Y la próxima actuación?
 
Como el pasado año volveremos a regalar estas navidades "la carreta" con regalos. En los comercios se regalarán papeletas con las compras, la última semana del año y la primera de enero. Se sorteará el premio con el número de la loteria del Niño. 1000 euros.
 
 
Como balance final ¿qué se te ocurre decir?
 
Pues valorar de forma  positiva la existencia de nuestra asociación, y se empieza a apreciar que sus miembros nos hemos unido más y nos vamos mentalizando de lo importante que es consumir en el propio pueblo. Ojalá se extienda entre los demás vecinos esta idea.
 
 
 
 
 
 
 




Distinguido con un "Sol" el restaurante Solana


FELICIDADES AL RESTAURANTE "SOLANA"

 POR HABER OBTENIDO UN SOL EN LA GUÍA REPSOL

  De este modo el restaurante ampuerense, situado en la Bien Aparecida, ve reconocido el elevado nivel de su cocina.  

     A la estrella Michelín que consiguió el pasado año ahora se suma el Sol de Repsol . No cabe duda que este establecimiento atraviesa un importante momento gastronómico.

         Primer "Sol" por lo tanto para Nacho Solana, éxito fundamentado en productos de temporada y en sólidas bases tradiciones pero siempre pensando en nuevos platos y sabores.

           
    
 


viernes, 14 de diciembre de 2012

2 Sobre el Comercio


Las tiendas desaparecidas  (Patente de Corso)

Por Arturo Pérez-Reverte (11-10-2009)

 

     Cada vez que doy un paseo veo más tiendas cerradas. Algunas, las de toda la vida, habían sobrevivido a guerras y conmociones diversas. Eran parte del paisaje. De pronto, el escaparte vacío, el rótulo desaparecido de la fachada, me dejan aturdido, como ocurre con las muertes súbitas o las desgracias inesperadas. Es una sensación de pérdida irreparable, aunque sólo haya echado vistazos al escaparate, sin entrar nunca. Otras de esas tiendas son negocios recientes: comercios abiertos hace un par de años, e incluso pocos meses; primero, los trabajos que precedían a la apertura, y después la inauguración, todo flamante, dueños y dependientes a la expectativa, esperanzados. Ahora paso por delante y advierto que los cristales están cubiertos y la puerta cerrada. Y me estremezco contagiado de la desilusión, la derrota que transmite ese triste cartel pegado al cristal con las palabras se alquila o se traspasa.

     En lo que va de año, la relación es como una lista de bajas después de un combate sangriento. Entre las que conozco hay una parafarmacia, dos tiendas de complementos , una de música clásica, una estupenda tienda de vinos, una ferretería, una tienda de historietas, tres de regalos, dos de muebles, cuatro anticuarios, una librería, dos buenas panaderías, una galería de arte, una sombrerería, una mercería e innumerables tiendas de ropa. También –éste fue un golpe duro, por lo simbólico- una juguetería grande y bien surtida. Me gustaba entrar en ella, recobrando la vieja sensación que,  quienes fuimos niños cuando no había televisión, ni videoconsolas, ni nos habíamos vuelto todos –críos incluidos- completamente cibergilipollas, conservamos del tiempo en que una juguetería con sus muñecas, trenes, soldados, escopetas, cocinitas, caballos de cartón, disfraces de torero y juegos reunidos Geyper, era el lugar más fascinante del mundo.

     Ahora hablamos de crisis cada día. Hasta los putos políticos y putas políticas –que no es lo mismo que políticas putas, ahórrenme las putas cartas- lo hacen con la misma impavidez con que antes afirmaban lo contrario. En todo caso, una cosa es manejar estadísticas; y otra, pisar la calle y haber conocido esas tiendas una por una, recordando los rostros de propietarios y dependientes, su desasosiego en los últimos tiempos, la esperanza, menor cada día, de que alguien se parase ante el escaparate, se animara y entrase a comprar, sabiendo que de ese acto dependían el bienestar, el futuro, la familia.

     Haber presenciado tanta angustia diaria, la ausencia de clientes, el miedo a que tal o cual crédito no llegara, o a no tener con qué pagarlo. El saberse condenados y sin esperanza mientras, en las tiendas desiertas que con tanta ilusión abrieron, languidecían su trabajo y sus ahorros. Morían tantos sueños.

     Eso es lo peor, a mi juicio. Lo imperdonable. Todas esas ilusiones deshechas, trituradas por políticos golfos y sindicalistas sobornados que todavía hablan de clase empresarial como si todos los empresarios españoles tuvieran yate en Cerdeña y cuenta en las islas Caimán. Ignorando las ilusiones deshechas de tanta gente con ideas y fuerza, que arriesgó, peleó para salir adelante, y se vio arrastrada sin remedio por la tragedia económica de los últimos tiempos, y también por la irresponsabilidad criminal de quienes tuvieron la obligación de prevenirlo y no quisieron, y ahora tienen el deber de solucionarlo, pero ni pueden ni saben. De esa gentuza encantada consigo misma que no sólo carece de eficacia y voluntad, sino que sigue impasible como don Tancredo, procurando ni parpadear ante los cuernos del toro que corretea llevándose a todo cristo por delante. Un Gobierno cínico, demagogo, embustero hasta el disparate. Una oposición cutre, patética, tan corrupta y culpable de enjuagues ladrilleros que trajeron estos fangos, que resulta difícil imaginar que unas simples urnas cambien las cosas. Sentenciándonos, entre unos y otros, a ser un país sin tejido industrial ni empresarial, sin clase media, condenado al dinero negro, al subsidio laboral con trabajo paralelo encubierto y a la economía clandestina. Con mucho Berlusconi ni el horizonte. Un rebaño analfabeto, sumiso, de albañiles, putas y camareros, donde los únicos que de verdad van a estar a gusto, sinvergüenzas a parte, serán los jubilados guiris, los mafiosos nacionales e importados, y los hoolingans de viaje y tres noches de hotel, borrachera y vómito incluidos, por veinticinco euros. Para entonces, los responsables del desastre se habrán retirado confortablemente al cobijo de sus partidos, de sus varios sueldos oficiales, de sus pingües jubilaciones por los servicios prestados a sí mismos. A dar conferencias en Nueva York sobre cómo nos reventaron a todos, dejando el paisaje lleno de tiendas cerradas y de vidas con el rótulo se traspasa. Así que malditos sean su sangre y todos sus muertos. En otros tiempos, al menos tenías la esperanza de verlos colgados de una farola.

                                                                       www.xlsemanal.com/perezreverte

 

 

jueves, 13 de diciembre de 2012

15.061 VISITAS



                          


                

                                                           

1 SOBRE EL COMERCIO


 La Fuente de la Rana 
va a tratar en las próximas entradas sobre el pequeño comercio    
 
En un viejo ejemplar del periódico local “Luz Cántabra” figura una pequeña noticia referente a la apertura, en el mes de junio de 1911, de la Confitería de Leandro Martínez situada frente al Ayuntamiento.

     Ayer fue inaugurado frente a la casa ayuntamiento un nuevo establecimiento, de ultramarinos y confitería propiedad de nuestro amigo D. Leandro Martínez Zorrilla, hijo político del secretario del ayuntamiento, D. Ignacio Pacheco.

     Por exceso de original en este número, dejamos de reseñar la bien acabada y artística instalación del nuevo establecimiento, lo que prometemos hacer en nuestro número próximo, deseando entre tanto al querido amigo tan buenos negocios como deseos de agradar al público le animan.

                                       Y ahí sigue…  “viendo pasar el tiempo” a cargo ahora de Jesús Leandro, nieto de su fundador.

     Hay que lamentar  mucho la muerte este año de su padre, Leandrín Martínez; una persona amable y popular, que fue bien conocedora de la historia de nuestro pueblo y que deleitó a varias generaciones de ampuerenses con sus magníficas cocadas, emparedados, buñuelos de crema y multitud de dulces propuestas.

     La “Pastelería Martínez”  sigue abierta con buena salud, considerable éxito para los tiempos que corren, felicidades por lo tanto por haber superado el centenario y seguir en pie.

     Con seguridad como todos los negocios decanos del pueblo vivió años difíciles, cuyo exponente más grave se situó en el primer periodo de la Guerra Civil y etapas de prosperidad prolongadas en las cuales Ampuero fue el eje comercial de la Comarca del Asón, de la Junta de Voto, de Guriezo, Carranza y otros lugares próximos. Entonces Ampuero atraía a muchos forasteros por sus ferias y mercados, por sus comercios, por sus fiestas y ambiente, sus restaurantes…

     Hoy los tiempos han cambiado profundamente, en muchos aspectos mejoraron en otras cuestiones sin embargo el pueblo ha retrocedido como los cangrejos.

     Juzgar lo que se ha perdido y sus causas lo dejamos para otra ocasión. Detenerse a contemplar el pasado ya sirve de poco, lo urgente ahora es salir del túnel actual que tanto nos inquieta. No cabe duda que la crisis afecta al comercio de  Ampuero como atañe también al de Laredo, al de Santander o al de cualquier pueblo o ciudad de España. Por todos lados desaparecen comercios - grandes y pequeños- numerosos  negocios anuncian su venta, su alquiler, su traspaso.    

     El centro urbano de Ampuero no son más de cuatro calles y se encuentran en situación más o menos parecida. En la llamada calle del Comercio, que puede ser la que más ha sufrido el deterioro, han desaparecido un montón de negocios, hay unos cuantos solares por reconstruir que ofrecen una imagen de abandono y desolación, tiendas con las persianas bajadas hace años, y lo peor aún la previsión de que van a cerrar nuevos locales y con ello se producirá más oscuridad y sensación de vacío.

     La calle del Comercio sufre una ruin iluminación desde hace años, antes aún de que comenzara la crisis, es un claro ejemplo de colocar farolas de un tipo y quitar las de otro con un antojo poco efectivo.

     Es comprensible que la crisis obligue al ayuntamiento a limitar el consumo de luz, pero hay determinados días y no se sabe porque razón, la mayor parte de las farolas se encuentran apagadas y la calle del Comercio a las 7 de la tarde es como una especie de túnel oscuro en los que no se ve ni a dos montados en un burro a veinte metros.

Hay que pensar en la impresión que recibe el forastero, esos noches de poca luz , cuando  atraviesa la "calle Mayor".  Entonces, en los nuevos aparcamientos situados frente al Hostal La Pinta la oscuridad adquiere tintes siniestros.
Y están los tiempos como para favorecer a los bandoleros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 9 de diciembre de 2012

Suvenir o recuerdo de Ampuero

UN REGALO PARA ESTAS NAVIDADES
UN REGALO QUE RECUERDA AL PUEBLO DE AMPUERO
 

Bien puede ser esta figura decorativa que representa los encierros de Ampuero.
Se encuentra a la venta en la Relojería Brera al precio de 40€.
Es un diseño exclusivo fabricado en resina y revestida de un barniz de calidad que imita al bronce.
Es la alegoría de un joven que corre delante de un novillo-toro como los que sueltan en las calles durante las tradicionales ENCERRONAS.  En el medio figura el escudo de Ampuero y un letrero con el nombre de la villa.

 
Tiene un pedestal de 3 cm de altura y 21 de largo. La altura total de la reprodución son 16 cm.
 

En el pedestal de la figura puede pegarse una chapa grabada, en la fotografía superior por ejemplo se grabó la palabra AMPUERO. 
Si se desea que contenga esta misma chapa el precio no se incrementa, pero también puede grabarse otro texto vinculado a un homenaje, un premio...
Es muy posible que la escultura se prefiera sin ningún tipo de grabacción ya que en ella ya figura la palabra Ampuero.
 
Se envía por correo a cualquier lugar de España (50€)
 
Puede solicitarse por teléfono 608924931
 
 
 
 
 
 
 
 

La Más Vieja del Mundo



Esta pasada semana murió en Estados Unidos la mujer más anciana del mundo con 116 años. Se llamaba Besse Cooper y falleció sin sufrir en el hogar de ancianos Park Place en Monroe, Georgia.

“Comía sano y no se metía en los asuntos de los demás”

“Se la veía muy bien cuando falleció” dijo su hijo de 77 años. “Se levantó esta mañana, tomó un gran desayuno y fue a que la peinaran”. “Es como si lo hubiera planeado”.

Hoy en día nos puede parecer que esta señora vivió mucho tiempo pero sin comparación a las personas de los tiempos bíblicos. Entonces sÍ que sabían conservarse.

 

 

                                                      Edades de personajes bíblicos

        Noé vivió novecientos cincuenta años. Adán novecientos treinta años…

       Shem seiscientos. Arphaxad cuatrocientos treinta y ocho…

      Jerah doscientos cinco. Isaac ciento ochenta y Abraham (UNICAMENTE VIVIÓ) ciento sesenta y cinco años.

                                     


domingo, 2 de diciembre de 2012

II Torneo de Navidad FUTBOL SALA


II Torneo de Navidad
Fútbol Sala

Ayuntamiento de Ampuero
Días 28, 29 y 30 de Diciembre 2012
Pabellón Polideportivo de Ampuero


PREMIOS... CAMPEÓN 600 EUROS. SUBCAMPEÓN 300 EUROS. 3º PREMIO 200 EUROS.
4º PREMIO 100 EUROS.

16 Equipos. Máximo jugadores por equipo.
Inscripción 100 Euros en la Casa Sindical de lunes a viernes de 11 a 14 horas.

Fecha límite de inscripción 18-12-2012
Información 616984195 / 669107686

Presentación y Sorteo día 21/12/2012
a las 7 de la tarde en el local de la Peña El Burladero

Pepín, el ganadero, premiado

La consejera de Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural, Blanca Martínez ha visitado la explotación ganadera de José González (Lara Revilla)

González fue el ganador de los premios más importantes del "Cuarto Concurso Nacional de la Raza Blonda de Aquitania"



Santander- 21.09.2011

La consejera de Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural, Blanca Martínez, junto con el director general de Ganadería, Santos Argüello, han visitado la explotación ganadera de José González, en el término municipal de Ampuero. González fue el ganador de los premios más importantes del "Cuarto Concurso Nacional de la Raza Blonda de Aquitania", celebrado el domingo, 11 de septiembre, en Salamanca, dentro de la XXIII Exposición Internacional de Ganado Puro.

Concretamente, recibió el premio a la mejor ganadería. El novillo ¿Fabio' fue declarado Gran Campeón y la vaca ¿Bambina', Gran Campeona. Además, obtuvo buenos resultados en otras secciones, al igual que Eva Ibáñez, Agustín Núñez, Rocío Ceijas y Rodolfo Coterillo, ganaderos cántabros que tomaron parte en la competición. Participaron un total de 15 vacadas de Madrid, Castilla y León, País Vasco, Extremadura y Cantabria.

El Concurso Nacional de Blonda fue uno de los eventos más importantes de Agromaq 2011, certamen internacional del mundo agroganadero para el sur de Europa y el norte de África, que visitaron alrededor de 130.000 personas entre los días 7 y 11 de septiembre.

José González introdujo en Cantabria ejemplares de la raza Blonda de Aquitania en 1974 y fue el impulsor de la Asociación que agrupa a varios criadores. En su explotación cuenta con 168 cabezas de ganado.



      



  

 


    

Fiesta Blanco y Negro.

8 de Diciembre.    Fiesta Blanco y Negro


Mañana Feliz:
PINCHO + CAÑA O CRIANZA (O SIMILAR) ...2€

Noche "Hora Feliz"
de 1 a 2
Copas a 3 €, cervezas 1€





Ven vestid@ de blanco y/o negro y te invitamos a un chupito


AHA (Asociación de  Hostelería de Ampuero)



viernes, 30 de noviembre de 2012

III ALUBIADA. 9 de Diciembre

III ALUBIADA

ORGANIZA: ASVILI



9 de diciembre de 2012
Concurso Libre . Plaza Mayor de Ampuero


Concurso libre, se realizará en la plaza del pueblo. Inscripciones de 10 a 12 del mediodía.

Ingrediente esencial alubias, independientemente del tipo que sean, asi como la preparación (olla, cazuela...)

Los participantes tendrán que venir con sus utensilios: cazuelas, mesas, sillas y todo lo que les haga falta.

Las alubias deberán estar preparadas para la degustación por parte del jurado entre las 14,00 y las 15,00 horas.

Más información en awww.asvili.es y asvili@hotmail.es

Colaboran: 

 EXCMO. AYUNTAMIENTO DE AMPUERO

MASTER DE PESCA

ASOCIACIÓN HOSTELEROS DE AMPUERO

ASOCAM

PEÑA 8 DE SEPTIEMBRE

CENTRO DE INICIATIVAS TURISTICAS






miércoles, 28 de noviembre de 2012

V Copa Cántabra de Kayak Extremo


 
 
ÉXITO FRANCÉS EN LA V COPA CÁNTABRA DE KAYAK EXTREMO

 

            El pasado domingo tuvo lugar en el denominado paso del Salto del Oso de Ramales, la V Copa Cántabra de Kayak Extremo, organizada por el Club Katanga Kayak.

Al igual que en la pasada edición el caudal fue un rival fuerte, debido al bajo nivel de agua que bajaba el río, importante en esta modalidad de piragüismo,lo que no fue en deterioro del espectáculo ni de la participación de palistas.

La prueba patrocinada por los Ayuntamientos de Ampuero y Ramales de la Victoria, así como varios colaboradores, consistió en una crono de unos 800 metros, bastante técnica en esta ocasión en la que los palistas franceses se alzaron con la victoria, siendo en categoría senior el primer puesto para Maxime Thomas de Pau, seguido de su compañero de equipo Arnand Pontaut, y el tercer puesto fue para Xabi prieto de Piragüismo Pamplona.

En la categoría de veteranos fue repartido el triunfo entre palistas nacionales, Gonzalo Portals del Club Tronchapalas fue el primero en el podium, seguido de Valeriano Quindós del Piragüismo Palentino y Juan Carlos García de Kayak Soria.

En damas de nuevo triunfo francés, Pouline Sourroville de Pau realizó el mejor tiempo, el segundo lugar fue para Ruth Muñoz de Nai, seguida de Silvia Diez del Kayak Rioja.

En la categoría de Cántabros el tercer lugar fue para Oscar Sánchez de Saja, el segundo para Jesus Torre Escobedo del piragüismo Colindres, y el campeón en esta ocasión fue Iker González Caballero del Katanga Kayak.

La entrega de premios tuvo lugar en la Plaza Mayor de Ampuero, contando con la presencia de Raul Allegue, Concejal de deportes del Ayuntamiento de Ampuero, Inma Calderón de la Federación Cántabra de Piragüismo y Javier González del Katanga Kayak Club organizador del evento, ante la excusable presencia por motivos de agenda de Javier Soler, Director General de Deporte.

A continuación y como clausura de estas jornadas deportivas, la organización ofreció una degustación del típico carico montañes.

Destacable ha sido los alagos y felicitaciones que todos los participantes y asistentes han hecho llegar a la organización por su buen hacer, superándose año tras año y reconociendo el esfuerzo que conlleva el organizar este tipo de eventos.
                                                                                                
                                                                                               La Biblioteca de Ampuero

martes, 27 de noviembre de 2012

Video del Concierto del grupo "Sobremesa"




El pasado sábado 24 de noviembre se llenaron los bancos de la iglesia de la Bien Aparecida para presenciar el concierto del grupo navarro "Sobremesa". Su actuación agradó mucho al público. Se elogió sobre todo en los comentarios posteriores la voz de la solista Olga Irisarri.

El concierto organizado por la Asociación Cultural "La Encerrona" no pudo resultar mejor porque emocionó y entretuvo. "Sobremesa" interpretó las canciones de su disco "Esencias", en el cual se interpretan famosos boleros, tangos, habaneras...

Carlos Ocejo explicó que la Encerrona contactó con este grupo musical gracias a la amistrad con Miguel Ángel Eguiluz (guitarra rítmica y coros), ex corredor de encierros, como el de Pamplona y Ampuero.




viernes, 16 de noviembre de 2012

Cuento. El Regreso de Enrique Aranda




                   EL REGRESO DE ENRIQUE ARANDA

 

(S. Brera)

 

                         

                                                              1-La Noticia

    

     Antes de que “El Faro del Cantábrico” se distribuyera entre los subscriptores José Sisniega ya fue informado de la noticia. El notario asumió una actitud taciturna y tan pronto como pudo se encerró en su despacho a sopesar el asunto, un despacho en el que tomó con pulso firme a lo largo de su vida muchas decisiones trascendentes y desde el cual a través de sus ventanas ovales, que imitaban a las que hay en los camarotes de los barcos,  divisaba con estratégica panorámica la bahía y el abigarrado núcleo asentado a la sombra de Peña Dorada.     Sisniega eligió la ubicación de su vivienda con el fin de controlar el pueblo desde lo alto, al menos así lo comunicó en cierta ocasión a sus más allegados en un alarde de arrogancia. No en vano la casa formó parte del conjunto de fortificaciones militares que protegieron en tiempos de guerra a la población de Puerto San Martín de las tropas francesas invasoras.

     Sisniega se sintió en esta ocasión distinto, abatido y falto de energía y durante mucho rato mantuvo la mirada perdida en el horizonte, como uno de aquellos antiguos vigilantes de los fuertes que trataban de descubrir la presencia de un navío enemigo en la línea donde el mar y el cielo se confunden.

     Una hora después Sisniega salía del escritorio con urgencia ostensible. Cuantos le vieron y escucharon sus palabras ordenando los preparativos para el traslado inmediato a la capital de él y su esposa no pudieron evitar la confusa sensación de haber comparecido ante un hombre extraño, de mayor edad y de un comportamiento tan indeciso que en nada se asemejaba a quien ellos conocían.

     Al día siguiente de la partida de Sisniega, Hipólito Lombera se apeaba de la bicicleta en marcha de un salto que juzgó para sí de lo más atlético y tras estacionar su vehículo con la acostumbrada meticulosidad entró en la barbería de Sinfo.

     Mariela contempló con estupor la maniobra desde su púlpito acristalado, según su parecer Hipólito a punto estuvo de caer de cabeza sobre la acera al efectuar el osado ejercicio, impropio, dictaminó, de un maestro de escuela cincuentón y de ademanes tan estirados. A hora tan temprana solía el maestro ser el primer cliente pero en esta ocasión un forastero, un marinero vasco cuyo barco atracó en el puerto de madrugada, le había tomado la delantera. Hipólito subsanó esta ligera contrariedad al hallar sobre un estante repleto de panfletos publicitarios relativos a fluidos que hacían crecer el pelo y destruían piojos y parásitos, el último número del periódico local “El Faro del Cantábrico”.

     El semanario reflejaba en portada los recientes acontecimientos que se vivían en México e informaba de la oleada de tropelías sufridas en las haciendas de los indianos montañeses por parte de las huestes revolucionarias. En su interior publicaba una amplia crónica de la romería de San Miguel y varios sonetos de su amigo Leo Valle dedicados a la mar, pero todo lo pasó por encima pues tiempo tendría en el casino de leerlo con la debida atención. Una apreciación poco afortunada si hubiera sido consciente del devenir que deparaba la jornada.

     Sinfo bostezaba navaja en mano deseoso de cruzar pronto “al Español” en busca de un café que avivara su ánimo. De todos modos pese a su alicaído temple aludió con cierto entusiasmo a la romería del sábado.

     -Lástima que cayeran cuatro gotas, porque no fueron más, pero suficientes para provocar la desbandada.

     Hipólito, que fijaba su atención en la sección de ecos de sociedad, asintió con gravedad aunque sin levantar la vista.

     -¿Dice algo de la romería?- preguntó el barbero.

     Hipólito se revolvió en su asiento incómodo. –Sí, dos páginas enteras. Leyó que para Puente Viesgo partía el alcalde Eduardo García, “acompañado de su hija y su respetable señora”. Tres o cuatro noticias completaban la sección local, una de ellas el incendio de la casa del sereno y en otra a Pepín Barquín, patrón del “San Roque”, se le felicitaba por haber capturado en alta mar un calderón de seis metros. Enseguida le atrajo la atención otra breve noticia ubicada en la parte inferior de la página, junto a los anuncios de publicidad, donde solían colocar aquellas informaciones que llegaban a última hora a la redacción del periódico.

     “Nos comunican, vía telegráfica, que procedente de Veracruz (México) es esperado en San Martín este fin de semana el opulento industrial Enrique Aranda. Asuntos particulares lo traen por una temporada sin definir a esta Villa, su pueblo natal, a bordo del vapor francés “Perou” que hará escala por vez primera en nuestra bahía. Le deseamos buena travesía y que sus negocios sean halagüeños. Santander 15 de Mayo.”

     Un escalofrío lo recorrió de parte a parte. Releyó la noticia anhelando haber omitido algún detalle que por insignificante deparara una interpretación distinta pero fue en vano. Enrique Aranda regresaba e Hipólito se extravió en un sinfín de pensamientos que trataban ante todo de deducir cuanto a él podía afectar esta inesperada novedad. Sumido en esta cavilación dejó de escuchar las palabras que Sinfo le dirigía a través del espejo referentes otra vez a la romería de San Miguel. No pudo resistir más tiempo sentado, se levantó y sin mediar palabra salió apresurado de la barbería llevando consigo el ejemplar de “El Faro del Cantábrico” bajo el brazo. Sinfo interrumpió su último quehacer en las patillas del vasco para observar a través de la ventana como Hipólito desaparecía al fondo de la calle pedaleando con ímpetu.

     Mariela, centinela de cuanto acontecía en su pequeño universo acotado en la plazoleta de las Brisas, presenció parte de la escena.

     - ¡Qué hombre, dios mío!- rumió para sus adentros-. Menudo arranque.

     Al otro lado de la calle en el Café Español, Evaristo, el relojero, como todas las mañanas antes de abrir su establecimiento se encontraba apoyado en la barra tomando su café con el orujo de rigor.  A su lado Lucito, el trascendente, ojeaba las páginas de “El Faro” y emitía de cuanto iba leyendo sonoros comentarios a la media docena de parroquianos presentes.

     -¡Imposible que pesara tanto! - exclamó Lucito rubricando su opinión con un golpe en el mostrador que disgustó a Nacho, el camarero. – Yo lo vi en la lonja de la Arenilla y no me pareció que se tratara de un pez tan grande, como mucho- ratificó con rotundidad- cuatro metros.

     Lucito leyó que el alcalde partía hacia Puente Viesgo. –A tomar las aguas se va el viejo – dijo mirando al relojero con expresión afligida-. ¡Qué bien viven los ricos, Evaristo!

     - Así es, aunque estoy por creer que ninguno de ellos vive tan bien como tú.

     Lucito continuó leyendo sin perturbarse, en esta ocasión acerca del incendio de la casa del sereno.

     - La quemó aposta para cobrar el seguro. Si yo le conociera. El comentario suscitó risotadas en el auditorio, tan sólo Evaristo, que limpiaba en esos momentos sus lentes con un pañuelo, frunció el ceño y no celebró esta nueva ocurrencia.

     Un silencio sepulcral atenazó a cuantos se hallaban en el Café Español cuando Lucito terminó de leer la reseña que informaba del regreso de Enrique Aranda. Fue una sacudida áspera que presagió males venideros y resultó muy significativo que nadie dudara de su veracidad. No era asunto que transigiera con broma alguna.

     Evaristo fue el primero en abandonar el local. Todos lo comprendieron, como miembro destacado del Casino tenía más razones que los demás para temer que Enrique Aranda regresara a San Martín. Dijo al marchar que ya iba siendo hora de abrir su tienda, con toda seguridad a ninguno de los presentes se le iba a pasar por la cabeza llevar ese día su reloj a reparar.

     Al mediodía la noticia se había extendido y el pueblo entero mostró una palpable inquietud y un hormigueante desasosiego. No se hablaba de nada distinto y hasta los niños que correteaban por las calles disfrutando de un día sin escuela y los forasteros que se acercaron al pueblo a abastecerse en el mercado, ajenos por completo al regreso de Enrique Aranda, no pudieron sustraerse al aire plomizo y amenazador que tomaba la mañana.

     El viento sur comenzó a adquirir fuerza y provocó un ascenso inusual de la temperatura que vino a complicar la actividad de cuantos faenaban en el puerto desmallando bocartes o descargando banastas de carbón de un barco recién llegado de Gijón.

     En la plaza del mercado quienes atendían los puestos de quincalla, ropas, zapatos y hojalatería en vista del poco negocio que se presentaba y del azote del viento que amenazaba con voltear sus tinglados fueron abandonando el lugar mucho antes de lo previsto.

      Eran casi las dos y apenas transitaba ya gente por las calles. El calor intenso que se experimentaba a ráfagas motivó que muchas familias almorzaran con las puertas cerradas y las persianas bajas. En uno de los pocos establecimientos que permanecían abiertos la fonda “Los Tenedores” la concurrencia distaba mucho de ser la esperada por Florinda, quien con humor apesadumbrado atendía las apenas tres mesas ocupadas por los forasteros y las propias de los comensales habituales. Más que preocuparla que sobrara la mitad de las raciones de cocido y de los besugos que se doraban en el horno le afectaba de modo sombrío la noticia del regreso de Enrique Aranda y las amenazas que éste profirió en el muelle, antes de embarcar en el vapor correo, que gravitaban sobre el conjunto del pueblo. Intuía que muchas cosas iban a cambiar en el puerto de San Martín a raíz de esta novedad y por lo tanto también en la marcha de su negocio.

     A Florinda le atemorizaba la vuelta de Enrique Aranda como al resto de sus vecinos aunque era consciente que él no podía albergar un interés particular en venir a perjudicarla, dado que muy poco tuvo que ver en los sucesos que quince años atrás acaecieron en San Martín.

     A lo largo de la mañana escuchó diversos comentarios y descubrió a tenor de éstos la unánime aprensión generada en el pueblo a los males que se avecinaban. La noticia de la urgente partida de Sisniega se propagó también de manera veloz e hizo mella en el ánimo de más de uno que había confiado en que el notario asumiese el liderazgo del vecindario y decidiera pronto las medidas a tomar. Pero había huido y para él no hubo más que comentarios y reproches despectivos por todas partes. En la lonja del puerto, Florinda, incluso escuchó que don Mateo, el cura, convocó a los feligreses antes de la misa de ocho para aunar voluntades y afirmar el rechazo colectivo a Enrique Aranda y a lo que representó en San Martín durante los años que se mantuvo al frente de turbios negocios.

     Lo que reventaba ahora a Florinda era el clima sofocante y divagar en tantos pensamientos enojosos que a nada conducían. Admitió que lo suyo era limpiar la ropa, fregar platos y cocinar para sus huéspedes y resultaban tareas más que suficientes para tenerla ocupada.

     En una mesa solitaria al fondo del comedor el boticario apenas probó bocado pese a que se sirviera hoy su menú favorito.

      -¿No hay apetito Ramonín? – preguntó Florinda.

  - No tengo hambre.

  - Es el bochorno- suspiró ella- En estas fechas no estamos acostumbrados.

  - Sí, eso creo yo- replicó el boticario meditabundo y a sabiendas que Florinda conocía demasiado bien las causas de su desgana, pues a pocos en el pueblo se les escapaba que Ramonín desempeñó un papel muy activo el día que obligaron a Enrique Aranda a subir a aquel barco que partía rumbo hacia las américas.

                                                            

                                                         2- La Mala Siesta

 

      Después de una mala siesta en la que creyó soñar con algo parecido a un desembarco en la playa de soldados armados con sables y arcabuces, Hipólito determinó visitar a Daniel Ochoa. Confiaba encontrarlo en su casa arrimada a las marismas y departir con él la novedosa actualidad que había sacudido al pueblo en las últimas horas. Ochoa era una de las personas a las que más comprometía el regreso de Enrique Arana, y no tan solo por haber intervenido en su destierro sino por ser el padre de Beatriz.

     El pueblo entero parecía estar echando la siesta, una siesta larga y pesarosa de que no quería despertar. El maestro cruzó las calles veloz sorprendido por su silencio roto por las súbitas rachas de ventisca que atropellaban los desperdicios del mercado. En el puerto sintió que la soledad se engrandecía, el único movimiento perceptible provenía del balanceo de los barcos amarrados al espigón de la dársena. La mirada de Hipólito se dirigió involuntaria hacia el horizonte donde se arremolinaban con rareza nubes encarnadas y le tranquilizó observar al mar encrespado y que fuera de la bahía no se distinguiera rastro de ninguna embarcación. A su paso por el muelle su sombra se proyectó inmensa sobre los muros agrietados de los almacenes. Se inquietó pensando que tenía que estar muy desesperado cuando venía en busca de Daniel Ochoa, a quien no veía desde hacía cuatro o cinco años y recordó los rumores que sobre su mala salud se propagaron en círculos del Casino que llegaban a afirmar que había perdido el juicio y que no reconocía ni a sus mejores amigos.

     La aparición inesperada de Fanequilla, un viejo pescador alto y huesudo que siempre andaba merodeando las tabernas del puerto en compañía de un escuálido chucho, le sobresaltó de un modo desmedido. Fanequilla se le acercó tambaleante, apuntando con el dedo índice hacia arriba

    -No me gustan esas nubes, no me gustan, ni este calor que me cosquillea la barriga- dijo con voz quebrada por el tabaco y el aguardiente. Luego miró en derredor suyo con ojos alocados y desapareció en un callejón, en cuyo fondo un perro medio sarnoso olisqueaba el rastro del pescado en las cajas de madera rotas.

      La casa del coronel Ochoa se levantaba en el linde de las marismas en terrenos abiertos con olor a pasto jugoso y salitre. Hipólito entró en el jardín, escenario en otro tiempo de veladas festivas que convocaron a lo más distinguido de la comarca, desconcertado por el estado lastimoso que ofrecía y contemplando las tapias arruinadas, tomadas al asalto por una jungla de carrizos y juncales, sintió una premonición de desamparo.

      Golpeó el picaporte hasta que la vieja doncella de la familia, le abrió la puerta y le condujo a través de un pasillo y varias salas repletas de sombras hasta la habitación de su señor. Antes de llamar a la puerta se detuvo en seco y miró a Hipólito con expresión afligida.

    -Tiene días sabe- dijo Angelines, que a pesar de su edad se desenvolvía ágilmente.- Precisamente ayer lo visitó su hija y su yerno: el señor Sisniega. Desconozco de qué hablaron pero créame que cuando éstos se marcharon quedó tan irritado que me hizo pasar una noche de lo más insoportable.

     La habitación, una de las más grandes de todo el viejo caserón, resplandecía con una luz tenue y dorada. El coronel estaba sentado en la cama apoyado en un doble almohadón.

     -Déjanos solos Angelines- ordenó Ochoa incorporándose- ¡Adelante, adelante! te estaba esperando.

 -¿Me esperaba?- indagó Hipólito sorprendido.

 -Por supuesto que sí, hubiera resultado una descortesía por tu parte no venir a verme después de tantos años. No te ofrezco ninguna copa de bienvenida porque hace tiempo que no bebo y seguro que de la bodega del sótano ya se habrá encargado mi querido yerno de que no queden ni las telas de araña.

     - No se preocupe don Ochoa yo tampoco bebo.

     -Mucho has cambiado entonces truhan. El maestro miró perplejo el rostro de quien se decía fue el militar más laureado en la última Guerra Carlista sin comprender el sentido de sus palabras; un rostro que no era agradable, de mejillas grandes, una nariz afilada y ganchuda y una boca pequeña sin dientes. Los ojos de un color incierto desprendían un brillo acuoso que causaba desconfianza.

     - Si vienes en busca de Beatriz creo que llegas un poco tarde, encontró mejor partido en el notario-. Ochoa soltó una corta carcajada despectiva. –Tengo entendido que has adquirido una considerable fortuna allá en las Indias. Dicen que traficaste con negros, ¿no es así? Siempre fuiste un mal bicho.

     A Hipólito el corazón le brincaba dentro del pecho y fue incapaz de articular palabra.

    -Pero usted se está confundiendo yo no soy el que cree- terminó argumentando.

    - No te tengo miedo, no soy como Sisniega que abandona el barco como una rata en cuanto supo que regresabas. En el fondo me alegra que hayas vuelto, ahora debes cumplir lo que prometiste.

     En este punto pareció fatigado, pero de pronto, tras un breve intervalo, que a Hipólito pareció extenso y expectante como un mar en el que se avecina el temporal, explotó congestionado.

     -¿Eres tú verdad? –preguntó de forma repentina como si por primera vez dudara de la identidad de la persona a quien hablaba.- Debes vengarte de todos ellos como dijiste en el muelle, ¿me oyes?

     El coronel Ochoa se removía en la cama exaltado y parecía hallarse cada vez más fuera de sí.

     -Busca al alcalde; a don Mateo, el cura; busca a los pelagatos del Casino, como Hipólito y el relojero porque ellos también metieron baza cuando te cerraron el burdel. Y sobre todo encárgate de Sisniega que fue el cabecilla.

     Su rostro se encendía y en las sienes se le batían las venas terriblemente. Había desbaratado la sábana y las mantas y amenazaba con ponerse en pie.

     -¡Búscales a todos ellos y dales su merecido! Estoy harto que vengan a mi casa a robarme, creen que no me doy cuenta pero les veo todas las noches arrastrándose por el jardín como zorras hambrientas, si al menos tuviera mi escopeta. Acaba con todos ellos ¡Prende fuego al pueblo! Y Ahora, vete, largo de aquí ¡Fuera!...

     Para entonces a Hipólito únicamente le quedaba un sedimento terroso en su garganta y una confusa sensación de humillación y soledad.

 

                                                                   3. La Galerna

 

     No halló otro consuelo que trepar por el intrincado sendero del faro para alcanzar la cumbre de Peña Dorada. Realizó el ascenso como hechizado sin una intención concreta ni meditada y sólo se detuvo una vez en todo el camino cuando experimentó una insoportable sensación de vértigo y vacío que le obligó a sentarse unos segundos en una roca para no perder el equilibrio y caer de la atalaya abajo. Desde aquella altura se divisaba la bahía y el puerto de San Martín como desde ningún otro punto, las marismas envueltas por la cinta plateada de la ría; y al fondo las cadenas de cerros y montañas que concluían en tierras ya de Castilla. Abajo, como al alcance de la mano, la mar verdosa rizada por una brisa que había virado repentinamente al noroeste y que con seguridad atraería pronto las nubes y el chubasco.

     El maestro mantenía la convicción de haber actuado con rectitud persiguiendo el bien de la comunidad, fue Enrique Aranda quien traspasó todos los límites; sin embargo ahora le agobiaban los remordimientos. Su notorio posicionamiento frente a él, aunque elogiado entonces por sus vecinos, le colocaba ahora en una situación expuesta, más cuando Sisniega había huido y el alcalde se hallaba ausente en Puente Viesgo. A buen seguro que esta vez nadie iba a dar la cara, pensó irritado, e incluso no sería de extrañar que hubiera quienes saliesen a recibirle al tener constancia que regresaba enriquecido instrumentándole un arribo fervoroso. Los dueños de algunos negocios de San Martín ya manifestaron tiempo atrás que en la época de Enrique Aranda se movía en el pueblo más dinero y había más trabajo. Pronto olvidaron a aquellas dos chicas que aparecieron en la playa desnudas y golpeadas cruelmente. Nada se pudo demostrar pero todas las evidencias señalaban en la misma dirección.

     Desde la cumbre dominaba la villa agazapada a sus pies y no pudo evitar mirarla con un desprecio corrosivo. En ese momento hubiera dado cualquier cosa por encontrar un barco que lo llevara a muchas millas de distancia. Comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia sobre el enmarañado bosque de arbustos y encinas. Hipólito a pesar de haber residido toda su vida en el puerto de San Martín no era hombre avezado en los misterios de la mar y por esa razón no advirtió que algo verdaderamente amenazador transpiraba en sus proximidades. Una de cuyas señales más patentes la instigaba el viento frío que emanaba de las nubes e iniciaba el azote de las olas.

     La visión del mar y su ilimitado horizonte tan sólo despertó en él el anhelo de huir hacia una isla remota. Las nubes se fueron espesando y tornaron el cielo de un color gris metálico, un manto frío y viscoso pareció descender desde lo alto y envolvió a Hipólito en un abrir y cerrar de ojos. A los pocos minutos las tinieblas se adueñaron del paisaje y la bruma densa cubrió los horizontes. El contorno de la costa se eclipsó, el mar más que verse se adivinaba agitándose oscuramente con un afán tempestivo. El viento silbaba ya a su alrededor una estremecedora melodía que se unía al graznido desesperado de las únicas gaviotas que decidieron permanecer junto a sus nidos.

     Hipólito acurrucado en la maleza contemplaba el inmenso poder de los elementos resistiendo a duras penas los embates del furioso vendaval.

     Evaristo, el relojero, supo de buena tinta que el barco que traía de México a Enrique Aranda había anclado al mediodía frente a la bahía santanderina y que una vez desembarcase parte del pasaje y de su carga en el puerto de la ciudad continuaría su rumbo. Una irreprimible angustia lo atenazó cuando pensó que al atardecer “el Perou” arribaría en el embarcadero de San Martín, escala hacia Bilbao. Conforme se aproximaba esta hora empezó a consultar impaciente su reloj, a andar por casa a grandes zancadas yendo de una habitación a otra sin sentido. Al final no pudo soportarlo y salió a la calle anhelando tropezar con algún conocido para comentar la eminente llegada de Enrique Aranda..

     Pensó encaminarse hacia la fonda “Los Tenedores” en busca de Hipólito pero el repique inusitado de las campanas de la iglesia desvió su trayecto. Desde lejos vio que había gente congregada en el pórtico y luego al acercarse distinguió a don Mateo, el cura, atravesando el portón de entrada con la talla de la Virgen de los Desamparados en sus brazos.

     El párroco se dirigió calle abajo en dirección hacia el puerto como sumido en estado de trance, lo seguía un buen número de beatas y feligreses con semblante exaltado. Gente en su mayoría, evaluó el relojero, que antaño al tropezar en la calle a Enrique Aranda se persignaban temerosos y cambiaban enseguida de acera para evitar al máximo cualquier roce con él. Evaristo se sumó a la comitiva sin comprender del todo su propósito.

     A la altura de la plazoleta de las Brisas cayeron piedras de granizo y una espesa niebla hizo su aparición repentina, lo que provocó que la procesión avanzara lenta y a trompicones.

     Mariela no se atrevió ni a descorrer las cortinas del mirador cuando aquel insólito cortejo de sombras pasó bajo su casa. Al único que distinguió fue al cura con el rostro enardecido y en posesión de la imagen sagrada. La sangre se le heló en las venas pues sintió que el frío de la muerte le invadía el corazón, ya que rememoró olvidadas escenas de su infancia, cuando las epidemias de cólera diezmaron la población de Puerto San Martín y la Iglesia impulsó desesperadas rogativas y procesiones.

     Llegaba la galerna, la más devastadora que las villas del Cantábrico iban a conocer a lo largo del siglo. Los marineros palparon que algo formidable iba a acontecer por lo que aconsejaron a unos y a otros que se alejaran del mar. Todo sucedió endiabladamente rápido, el viento que comenzó a adquirir una fuerza descomunal levantó tejados y derribó árboles, entre ellos tumbó la encina varias veces centenaria de la iglesia. El mar le iba ganando terreno a la playa y el oleaje depositaba la espuma en lugares inverosímiles.

     Don Mateo compuso un falso rostro compungido cuando vio como una ola de cerca de diez metros alzaba un barco amarrado en la dársena y lo depositaba despanzurrado sobre la taberna de Amadeo. El pánico se apoderó de todos y cada cual corrió por su lado en busca de refugio. El cura sin embargo se deleitó observando el furioso esplendor de la tempestad y rehusó con altivez el último esfuerzo del relojero por apartarle del muelle

     Hasta el mismo instante que lanzó un grito de espanto al ser arrastrado por el viento don Mateo presintió con suma vanagloria que estaba patrocinando un milagro.

 

                                                                         4-El Naufragio

 

     En lo alto de Peña Dorada, guarecido entre las ruinas de una antigua torre medieval, Hipólito vio aparecer por poniente un barco afanándose en un desesperado intento de abocar a puerto. No podía ser otro que “el Perou”, el vapor francés que procedía de México y en el cual viajaba a bordo Enrique Aranda. Iba encaramado en las crestas de las olas como una marioneta deshilachada. Hipólito comprendió que todo esfuerzo de su capitán por alejarse de los acantilados iba a resultar inútil. La única maniobra que hubiese al menos aplazado el desastre era la de adentrarse de nuevo en el océano, pero la nave aunque pareció pretender virar en redondo se hallaba ya desarbolada y sin gobierno.

     Una ola descomunal alzó su quilla al aire para precipitarla más tarde hacia el abismo. Unos segundos después de nuevo vio al baro erguirse iluminado por un relámpago pero ya despedazado por el embravecido mar.

     Hipólito permaneció un rato inmóvil tratando de distinguir entre la espesa cortina de lluvia los últimos instantes del naufragio. Luego retrocedió empapado y tembloroso hacia el interior de su refugio, insensible a los arañazos propinados por el azote de las ramas espinosas que colmaban el desvencijado recinto.

     Aquella mañana parecía ir desgranándose igual que las otras. En el Español, Nacho servía el café y el orujo a Evaristo, el relojero. Un viajante de productos capilares cerraba un trato comercial con Serafín y Lucito, “el trascendente” ojeaba “El Faro del Cantábrico” en compañía de otros dos tertulianos madrugadores.

     -“Dos nuevos cadáveres hallados en la playa Blanca”- leyó en voz alta.

     - El mar siempre devuelve lo que quita.

     - No siempre, no siempre- se apresuró a corregir Lucito.

     - Es cierto, porque del cura no hay ni rastro- dijo uno que fumaba en pipa- Y ya nadie apuesta porque aparezca.

    - A don Mateo se le han comido los peces con sotana incluida. No pensaba en él sino en el cofre que portaba Enrique Aranda repleto de monedas de oro – Y adoptando un aire de profunda reflexión Lucito acabó diciendo-. Mira que he recorrido todas las playas y los acantilados pero todo ha sido inútil, sólo he encontrado baratijas oxidadas

   - Confío en que no hayas arrancado los dientes de oro a algún cadáver- apuntó el relojero.

   - Tal vez ese cofre que dices no viajara en el barco – dijo el de la pipa.

  - Ya lo creo, lo han asegurado en Santander y no sólo uno sino varios testigos. Y hay constancia que el capitán lo mantenía en custodia- Y Lucito añadió- Estoy seguro que alguien en este pueblo ha hecho las Indias sin salir del puerto.

     Evaristo saboreaba su copa en pequeñas dosis cuando entró Hipólito Lombera. Saludó cortésmente a los presentes y se acercó al relojero.

    - ¿Qué quieres tomar?

    - Café, gracias. ¿Llegó ya el reloj?

    - Sí señor, el mejor que fabrican en Suiza hoy en día, como dijiste que no repara en gastos.

    - Así es, siempre quise tener un buen reloj de bolsillo.

    - Y de oro de dieciocho quilates. ¿Es cierto lo que se rumorea, que andas detrás de la casa de Sisniega?

    - Sí, la quiero comprar, el viejo ya no tiene pensamiento de volver por aquí; se ha instalado definitivamente en Santander.

     El relojero lo miró con marcada expectativa.- Desde allí arriba nos vigilarás a todos.

     -Ya lo creo, no pienso quitaros el ojo de encima.

     Hubo una pausa breve e indecisa. Evaristo iba a preguntar algo, pero de pronto llegó Nacho con el café. Más tarde, en un impulso que ya no pudo evitar ni retrasar por más tiempo, Evaristo interrogó a Hipólito mirándolo con una fijeza intencionada.

     -Tu fuiste el primero en llegar hasta los restos del barco ¿no es así?

    - Hipólito asintió.

    - Vaya con el maestro, no crees que habría que aconsejar a Lucito que ya no pierda su tiempo buscando tesoros, porque una cosa es lo que dice aquí pero sé que todos los días rastrea la costa durante horas.

    - Déjale con esa ilusión, no tiene otra forma en la que emplear su tiempo.

 

 
                                    FIN