Susan Paun nos contó en un estupendo español que Juan de Espina se dedicó de joven al ejercicio de las armas y se ordenó sacerdote, que estudió matemáticas y astrología. Fue musicólogo e inventó nuevas ciencias para afinar instrumentos. Coleccionó obras de arte de incalculable valor, muchas de ellas ingenios mecánicos y científicos que asombraban al resto de las personas. Juan de Espina procedía de la familia de los Espina de Ampuero pero a lo largo de los años han existido muchos errores para definir con exactitud su genealogía y en muchas publicaciones se confundió con otro Juan de Espina nacido en Ampuero. Este error viene ya desde los escritos de Quevedo que era amigo suyo en Madrid y luego ha sido repetido por unos y otros historiadores, como Emilio Cotarelo, Julio Caro Baroja, José María de Cossio, Modesto San Emeterio…
Susan Paun desveló que en el testamento de don Juan, dejó bien claro: “Hijo soy de Juan de Espina Velasco y doña María de Mesa” Nació en Madrid el 12 de diciembre de 1583. Su madre era camarera de la reina doña Ana. Fue un personaje sin duda singular y de enorme interés. Era rico y vivió en el centro de Madrid pero aislado, reservando la entrada a su casa a un grupo exclusivo de personas, aquellas que valoraban sus colecciones e investigaciones científicas. Juan de Espina sufrió la persecución de la Inquisición por considerarle un loco que practicaba magia negra. Se decía que no tenía criados sólo autómatas que le servían. Probablemente entre 1629 y 1634 debió ser expulsado de la corte y salir hacia Toledo y luego Sevilla, donde ejerció como canónigo. Fue eclesiástico con muchas rentas y beneficios que le concedió el mismo Felipe III. Gastaba su dinero en atesorar instrumentos musicales, exquisitas curiosidades, su personalidad se mitificó, no cultivaba la amistad, era elitista y presumido, dijeron de él. En su casa se representaban obras teatrales, bailes con pólvora y tracas, gigantes, comidas pantagruélicas. Poseía espejos deformantes, una silla giratoria, una balanza que pesaba el ala de una mosca, calaveras que se decía eran de duendes, autómatas de madera, relojes, astrolabios, máquinas hidráulicas y muchas obras de arte. Todos en Madrid querían visitar su casa.
Entre sus posesiones destacaron los dos códices con ilustraciones de ingenios mecánicos dibujados por Leonardo Da Vinci que en 1623 se negó a vender al Principe de Gales, que visitó su casa. En su testamento se los otorga al rey y estos códices fueron descubiertos en 1964 en la Biblioteca Nacional, tal vez por esas obras de Da Vinci se ha popularizado más la figura de Juan de Espina, de quien se escribieron en su tiempo romances y obras teatrales, acentuando su extravagancia. “El pontífice de los hombres raros de todos los tiempos” se llegó a decir de él y simplemente lo que pudo ser fue un avanzado en su tiempo, investigador de las incipientes ciencias naturales y en los artilugios mecánicos.
Al terminar la conferencia el famoso cocinero Zacarías Puente hizo entrega de un lote de libros por él escritos a Susan Paun. Patricio Martínez, en nombre del Ayuntamiento de Ampuero la regaló una figura de barro decorativa moldeada con la portalada de la Torre Espina. Ella agradeció la asistencia del público y a quienes la han arropado desde que dio su conferencia días antes también en el Ateneo de Santander. Elogió la Torre de los Espina y el museo que en ella puede visitarse, también la plaza de Ampuero que pudo contemplar horas antes. Pidió al Ayuntamiento que corrijan los errores sobre la genealogía de Juan de Espina que aparecen publicados en alguna página web y en los panfletos turísticos.
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